El cabildo
demoniza a las cabras...
... y sin
embargo, a ver si se enteran -aunque lo saben, pero puede más el dinero que les
roban a Europa- que la cabra, y no debiera ser un simple y pobre cura, sino los
veterinarios y los investigadores libres, que sin miedo a papá cabildo que les
unta los bezos, hablaran y escribieran, que las cabras, forman parte de nuestro
desarrollo, son economía, son ecología, son biodiversidad, son Historia, etc.
Que el noroeste de la isla ya no sería sino un desierto muerto sin ellas, por
más que planten millones de plantas que se van a secar, porque allí no
prosperará nada, sino las cabras, que están en su medio propio y donde han
estado desde siglos. La cabra no aporta sino beneficios. Están en suelo sin
profundidad alguna, allí no se dará nada que planten (¡que hable la ciencia!);
lo único posible allí son las cabras. Allí encuentran las cabras proteínas y
energía, sin que haya endemismo alguno que preservar (mienten que hay
endemismos), y sí hierbas y matorrales (no endémicos) que las sostienen, sin
árboles posibles dado el cambio climático y condiciones actuales de erosión y
sequedad; cabras sanas, sin enfermedad y sin carencia alimenticia; las cabras
son un beneficio inmedible (por descubrir). Ellas mismas son las más sanas, y
viven cien veces mejor que las que están en explotaciones o granjas, que con
parásitos, mueren de la noche a la mañana, sin ton ni son, dada la alimentación
de productos insanos en piensos y similares (incluida la alfalfar y cuanta paja
vienen de fuera), que chocan con su anatomía biológica, pues deben ser
alimentadas de lo que produce la misma tierra que las conforman genéticamente (y
hable la universidad, ¡si fuera libre!), que las cabras libres
están libres de parásitos, y no necesitan ninguna medicación
farmacológica o veterinaria (¡menudo negocio se tienen algunos!). Rumian las
cabras libres los mejores alimentos sin poner en peligro ningún endemismo
(inexistentes en el lugar, sino los que pretenden poner [sabinas, cedros y
pinos, ¡y llaman a esto “endemismos”, sin existir, y sin ser terreno propicio
para ello!]). Y son las mejores cabras de carne, porque comiendo vinagreras,
tajinastes, escobones, etc. (plantas leñosas), despreciando endemismos, por ser
hierbas que ni las prueban de haberlas, de tal manera que serían las cabras las
que preservarían los endemismos de existir; en ningún caso habría que reducir su
número y mucho menos desaparecerlas inútilmente- como pretende el cabildo y las
van a matar a todas (que por cierto, ¡volverán!). De las cabras libres
todo es ganancias. Las cabras en el Macizo del Noroeste son el mejor y mayor
tesoro (alguien las llamó “oro”). Son nuestra mayor fortuna. Son las cabras las
que controlan -como lo llevan haciendo ya varios siglos en el lugar- la
biodiversidad, que ha llegado hasta nosotros gracias a ellas, pues son muy
selectivas, y “saben” lo que tienen que comer. Reducirlas o desaparecerlas -como
lo hace y va a seguir haciendo (si no dan marcha atrás) el cabildo-, es craso y
el mayor de los errores. Se han hecho pruebas de acotar terrenos, para librarlos
de las cabras, y después de unos años, solo hay esterilidad, mientras que fuera
de lo vallado, la biodiversidad y frondosidad de todo, gracias a que las cabras
horadan el terreno y lo abonan (en poder del cabildo dicho material, que lo
mostró en unas jornadas dadas por el mismo hace cosa de unos 6/7 años). No son
una carga para terreno dada la gran extensión del Macizo y lugares limítrofes,
donde solo se dan las cabras, y gracias a ellas, lo único verde que ellas
mantienen. Son las cabras libres las de mayor peso y mejor fisionomía
(las mejores del mundo), y ello porque comen lo espigado de lo que comen, y les
encantan los granos (que devuelven a la tierra con sus excrementos, con lo que
son unas reproductoras excelentes (lo contrario totalmente a lo que dicen
mintiendo los del cabildo y el cabildo, engañado y engañando, pues sabemos lo
que pretenden [dineros europeos y sus repartos]); precisamente, gracias a las
cabras por toda esa zona abundan los matorrales más variados y ricos en energía
y vitaminas -como ya dije antes-, matorrales que aumentan gracias a ellas, y que
sin ellas, desaparecerían, ellas y cuanto verde haya o pretendan poner. Por otra
parte, que se sepa, la capacidad de ingestión de la cabra no es tanta, ¡ni mucho
menos! Pueden ser rebaños, sin merma de nada y sobra por tanto su control, y
menos su desaparición, es decir comen poco y producen mucho, y el valor de su
carne -si la aprovecharan, sobre todos los machos o cabrones y sus baifos (que
fácilmente sus dueños las llaman y las tienen a sus pies [por eso ni salvajes,
ni asilvestradas, sino libres]): posibilidad real desaprovechada. Es
decir, contrario a otros lugares donde se incentivan las cabras, aquí el cabildo
y nuestro gobierno, ¡las matan!, en lugar de promocionar la cabaña cáprica o
caprina, la desaparecen porque prevalece para estos políticos el dinero fácil de
Europa antes que mantener la raza mejor de cabras del mundo. Cabildo, que se ha
vuelto lobo para las cabras a las que matan chupándoles la sangre, cuales como
si caninos fueran, y prefieren una guerra contra los ganaderos libres y
los botánicos endémicos. Y, ¿por qué no ponen malla a lo plantado, a donde no
entren las cabras y esperen el resultado (que por otra parte ya conocen, como
indiqué más arriba)? Tal vez desconozcan lo del hilo eléctrico, ¿es que les sale
más barato traer de España unos francotiradores con rifles? Tenemos que
preservar las cabras de estos depredadores que son el cabildo y los suyos. Hay
que aprovechar las cabras cual recurso eficiente que están ahí y no
desaparecerlas. Habrá que controlar al cabildo y no a unas cabras que no hacen
ningún daño; ellos, si.
El Padre Báez, que no
dispone en menos espacio para exponer suficientemente lo que por no extenderme
me dejo en el tintero; permítanme de vez en cuando esta salida de tono en cuanto
a extensión para mejor poder explicar lo mucho que aún me queda por decir. Y la
verdad, no quiero caer pesado ni cansar a nadie, pero si no lo hago así no hay
forma de aclarar y hablar como Dios manda, sobre un tema tan nítido, como va
quedando evidente en estos pobres comentarios.
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“... un animal
para comérselo, un animal sin defecto, macho, de un año, un cabrito (un
baifo)...” (Éx. 12,
1-20).
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