También
Antonio Sánchez, tiene la suya...
... su cabra, la nuestra, la canaria (ahora
tabaibera), la misma que comparte origen
con nosotros y por tanto el mismo apellido de aborigen, y anterior -como se
sabe- a todo lo prehispánico. He ahí, una clara señas de nuestra identidad, con
viejas raíces, donde nuestra relación con ellas se hace más que estrecha,
paralela en el tiempo y en la Historia -como ya tanto se ha repetido-, y que el
artista ha representado tan bellamente al animal, envolviéndolo en ese hálito guanche
o de lo “que es de aquí”.
Toca a otros, expertos en análisis de obras
de arte hacer con nuestro Antonio lo propio (que además hace honor a su segundo
apellido con esta obra: Cabrera), que por mi parte: las medidas exactas, cabra
más joven que la de Picasso, de
morfología más cercana a la exactitud de forma y proporciones, el color
misterioso, y hasta de leche reflejada, con elegantes pezuñas de calzado, de
cornamenta suave (y no triple, sino en perspectiva que curva cabeza y redondea
morro..., pero, al margen de estas consideraciones, propias de un crítico
aficionado, queden para un servidor, la finura y el buen trato de Antonio, por
nuestra cabra, la cabra universal, por sus características, la mejor y la deseada
por todo el mundo; y aquí, en su tierra, despreciada hasta darle tiros de
muerte, por parte de un cabildo anticabras, contrario a toda manifestación
artística, y no a la cabra, más allá de su importancia Histórica, entre otras
(para no repetirme).
El Padre Báez, que de
tal artista presume tener dos obras en el templo Parroquial de Lomo Magullo
(Nuestra Señora de las Nieves): un san Martín de Porres, y una santa Rosa de
Lima, de trazos propios de un Zurbarán o un Velázquez, que ennoblece el retablo
mayor de dicho lugar.
“... los jefes de los pueblos, los
tiranizan y los oprimen...” (Jesucristo: Mt. 20, 17-28).
No hay comentarios:
Publicar un comentario