Cabras en los cristales de los
coches...
... moda que fue años atrás, y que aún perduran y se
suelen ver algunos, que entonces (20/30 años antes), era una plaga, una moda, y
no había coche, que en pegatinas no llevara una o más cabras, y algunos hasta un
auténtico rebaño de cabras, en los cristales de su coche y en otras partes del
mismo, como recuerdo de haber ido o haber estado en/a Fuerteventura y traer en
el coche, la evidencia de sus vacaciones.
Y tanta fue la furia, que ni el coche
de mayor rango social ni de mejor marca, se libraba de dicha pegatina, que
algunos competían no ya en el número sino en el tamaño, yendo del menor en
grupo, a las mayores en individuales, y ello a veces hasta en el mismo cristal
delantero. Y fue un fenómeno natural, espontáneo, que solo respondía a un
sentimiento generalizado: todo el mundo vivía feliz de tener cabras, y cuando no
en el corral, choza, alpendre, rebaño, azotea o donde fuera, al menos -digo- las
llevaba en mente siempre al verlas que a todas partes le seguían las mismas
fuera a donde fuera en su propio automóvil, que más parecía una granja ambulante
que un útil válido para el trabajo, la diversión o hacer algún bien. Recuerdo,
pues, de una época, donde y cuando la cabra, lo copaba todo, y era signo de
canariedad, y todos las llevaba, con respeto y amor, con orgullo y satisfacción.
Ningún coche, quedaba afeado -¡muy al contrario!- con las dichas pegatinas, que
llegaron a ser encargo a algún familiar; “¡si vas a
Fuerteventura, tráeme algunas pegatinas de las
cabras!”
El Padre Báez, evocando una época nuestra en la que todo
un fenómeno social, ocurrió con las imágenes de las cabras, todos las lucía y
competían en ello, en número y tamaño, convirtiéndose carreteras, caminos y
atajos, calles, plazas y ciudad, en un permanente rebaño de cabras a todas horas
y por todas partes. ¡Qué lejos del presente, cuando el cabildo del Gran Tabaibal
(antes Gran Canaria), las tirotea a rifles limpio, para acabar con
ellas!
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“... Moisés llevó el rebaño al monte...” (Ex. 3,
1-20).
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