Ya debiera el cabildo, en lugar de
matarlas...
... presentar la cabra nuestra como un referente
mundial, como lo que es: una raza única, y la mejor de todas las cabras, aparte
de procurar que repercuta la cabra en nuestro propio mercado, y por tanto en la
economía paupérrima que tenemos, aparte con la producción de leche y queso, la
de la misma carne, y mantener ante el mundo una indicación a nosotros mismos por
estar ligados históricamente a las cabras en toda nuestra existencia como
pueblo.
El cabildo en lugar de matarlas debiera fomentar la expansión y
crecimiento de la cabaña caprina; es decir fomentar la ganadería, que es un
sector que nos devolvería a la riqueza y trabajo de otros tiempos pasados, y
-además- debiera pensar en la juventud, a la que mantiene en un eterno carnaval,
y forzándolos a un deporte como es el fútbol, pero sin practicarlo, sino
aplaudirlo y seguirlo cual si en ello nos fuera la vida, por más que en el paro
y hambre, teniendo estas posibilidades ganaderas y agrícolas cerradas a toda
explotación, salvo las encarceladas que solo consume productos traídos de fuera,
que las enferman y matan, sin dejarlas probar la rica hierba de esta tierra dada
su ubicación excepcional en el planeta. Programas y proyectos ausentes de las
mentes cabildicias en las que solo pasan por ellas rifles que acaben con las
cabras, las mismas que Europa -así me lo han confirmado personalmente, y ya en
su día se vio en los Medios de comunicación- les urge y ayuda para que las
defiendan y preserven, y sin embargo, las matan. Y si hacen algo, es en centros
propios como la Granja, donde un paripé de estudios y simulacros, cuando el
pastoreo es eminentemente práctico y mínimamente académico, alejando a todo
aspirante del verdadero aprendizaje que es el de tener por maestro o profesor al
cada vez más escaso pastor en activo, y que cada año desaparecen por la edad y
enfermedad, y por la normativa y multas que los hunden y hacen abandonar (como
aquel que con sus vacas era visitado constantemente con tales exigencias para producir el queso, hasta
que aburrido y amargado, quitó sus vacas
y se pasó a comer de la Cáritas parroquial, cuando era él el que daba de comer a
tantos y a sí mismo de sobra y a los suyos. Desconoce el cabildo los verbos
“fomentar” y “promocionar” el sector, como el único y mejor sector de creación
de empleo, cosa que con ser prioritaria, no hacen sino que persiguen a muerte a
todo aquel que ose tener una cabra, hasta amargarle la vida y con el ¡multa que te pego, por todo y por
nada!, aburriendo y alejando así a cualquier aspirante como al viejo profesional
del campo, ya sea agricultura como la ganadería que nos ocupa. Y es que no
iremos a una economía flotante o boyante, hasta que no se abran las puertas, sin
zancadillear al que ingenuamente entre en el mundo de las cabras al que obligan
a abandonar, en lugar de ayudarle y premiarle, facilitarle y olvidar una
normativa aplastante que los asfixia. Y así, en lugar de incorporar al mundo del
pastoreo a gente nueva (y nueva por la edad también), les impiden y dificultan
lo hagan. Y ya vemos que el mejor ejemplo de lo que hay que hacer con las cabras
es el modelo que les da el cabildo que acaba con ellas a tiros, y las
desaparece. Ahí quedan tres pastores con más de ochenta (80) años, sin relevo
generacional, porque ni sus hijos, ni nietos, les siguen a pesar de las huellas
familiares y en ello generación tras generación, y ello desde el siglo XV, desde
cuando los guanches fueron castellanizados. Veterinarios, que brazos del cabildo
son los que ayudan a la desaparición de lo que debiera ser la razón de sus o
existencias. Más que lamentable, esta más que triste realidad, a la que engañan
con velos por delante, con tres cabras en ferias y fiestas, con premios
simuladores de protección, cuando justo
es todo lo contrario. Y ante el paro creciente: ni turismo, ni nada, solo
ganadería y agricultura, cuyas puertas tienen cerradas el cabildo y con
vigilancia (seprona, miedo ambiente, falsos ecologistas, denunciantes,
etc.).
El Padre Báez, que no deja de señalar y de poner el dedo
en esta llaga que padecemos, y que no es otra sino -por tres años que le quedan
a- este aplastante y destructor cabildo matacabras, que en lugar de defenderlas
a capa y espada, usa rifles contra ellas, y nos las matan. Así lo oyeron y
vieron los primeros los del Valle de Agaete, que subidas la fotos han dado la
vuelta al mundo, para vergüenza de un cabildo que se ufana de la fechoría que
han hecho -y dicen- es en la que van a seguir.
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“... los riscos
son para las cabras...”
(salmo
103).
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Esto, me lo pone un anónimo, respecto a mi comentario de
ayer sobre Tindaya:
Digan lo que digan usted
habla con el corazón y dice con él lo que otros pobres quisieran decir.
¡Adelante Padre! Le admiramos. Salud.
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