Jamás las cabras
se comieron unas hojas de palmera...
... y eso que nos visitaban de noche y les aclaraba el
día con nosotros a comerse los restos de los potajes, cáscaras de papas,
lechugas, etc., verduras y demás, que adrede les poníamos detrás, adonde
acudían. Y henos aquí, que en el campamento -estamos en Peñón Bermejo, donde el
Macizo del Noroeste- habíamos plantado 50 palmeras, que aún siguen y allí están,
y que al cuidado cada una por dos acampados, se ocupaban de echarles estiércol
-de palomas, de cabras, del propio- en la poceta, el riego pertinente y la poda
de ramas externas, y siendo así que las cabras nos visitaban -de noche repito,
hasta el alba- jamás mordisquearon una de aquellas tiernas hojas de palmera,
como para que ahora tengamos que tragar y creer, que si no se dan y prosperan en
el lugar las sabinas y cedros de otros tiempos, es porque las cabras se los
comen. ¿Se los comen?; pero, ¿quién se cree ese cuento chino?
Y en razón en base de una mentira -poco digno en persona
e institución alguna-, ya que es grave pecado social -aparte de religioso- el
mentir, y un mandato divino lo prohíbe, digo, que en base a una mentira, matan
unas cabras, que teniendo las tiernas y hermosa hojas de las palmeras en una
playa desierta, se alzaban a los riscos haciendo caso omiso a lo que no se comen
ellas, y menos si lo que dicen quieren volver, haya de nuevo en el lugar como en
épocas pasadas, tiene y contiene resina, que en ese caso, antes mueren de hambre
que mordisquean, lo que les es repelente y hasta puro veneno que las mata, pues
a pesar de esta verdad, muestran la mentira para justificar su
matanza.
El Padre Báez, que no habla -escribe- en base a
imaginación, sino partiendo de la realidad y experiencia, y que si sale a
relucir sus -mis- campamentos, es porque se vea claro conozco el lugar donde
acampamos durante 36 veranos seguidos (tres años de mi vida, si sumamos los 36
meses de distintos agostos de tantos años), y sobre las cabras de la zona, tengo
muncho y mucho que contar, y algo va saliendo poco a poco, para no cansar.
Fueron “compañeras” o “vecinas”, ¡durante 36 años!; ¡si las conoceré
bien!
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“... nuestra
desgracia y opresión... nos hunden en el
polvo...” (salmo 43). / “... las persiguen a muerte... las empujan y
confinan...” (salmo 142). / “... (a pesar de) las delicias de sus ubres
abundantes...” (Is. 66,10-14a). / “... las persiguen... ¡siento
asco!...” (salmo 118). “... les hacen la guerra... ¡cuánta guerra le
han hecho!..., pero no pueden con ellas...” (salmo
128).
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Ya nos queda menos para el encuentro en defensa de las
cabras que mata el cabildo: Asociación del Valle de Agaete, 12 de febrero a las
20,30 ¡Ven, y ven acompañado! Avisa a otros.
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