La cabra que se soltaba, siempre pasaba por el
patio...
... haciendo los destrozos de matos pertinentes (dejando
como prueba de su estadía, aparte los destrozos en los matos, sus cagarrutas).
Todo era por desgaste de la soga, o por estar muy holgada en el lazo de amarre
en la pata, que de tanto tirar, a veces conseguía su objetivo: ir más allá del
pesebre. Tragedia para un menor cogerla, pues una vez suelta huía y no se dejaba
coger tan fácilmente, como para la madre, que presumía entre sus vecinas de
tener el patio más bonito de flores, y ahora se lamentaba de tal desgracia, pues
éste quedaba en un auténtico destrozo, por comido, pisado, roto, etc.,
Sucedía
que no siempre tan lejos de la casa, en choza o a la sombra de un árbol la cabra
tenía siempre los ojos fijos de donde le podía salir quien la atendiera (echarle
de comer), con lo que suelta, lo primero que hacía es -en lugar de ir en
cualquier otra dirección-, ir a la que instintivamente le llevaba el comer: la
puerta al fondo del patio donde se regodeaba con exquisiteces y colores, aunque
no se plantara nada de ello pensando en ella sino en competir en estética de
patios de casas con las vecinas, donde todas tenían el preceptivo, rico y
variado jardín (¡como se pedían gajos de lo que no se tenía -y hasta se robaban
gajos a escondidas- para llevarlos a otros patios, y la generosidad o no de la
donante era; “¡sabes, que ahora no pegan; ya te daré,
y te plantaré un gajito!”...!).. Eran conversaciones en torno a
las flores, y la envida de quien tenía las más originales y extrañas, cuales
joyas botánica, hoy endémicas y no por acción de las cabras, sino por el
abandono de práctica tan sensible como espiritual [con una rosa roja en las
manos, mi madre me dijo un día: “¡hijo, aquí está
Dios!”]).
El Padre Báez, que hoy comparte los patios, con las
flores y las cabras; o con las cabras en los patios, menos flores. Al presente,
ni unas, ni otras (hemos perdido valores naturales, nos hemos encementado). Y si
cabras libres: “¡a por ellas!”; es orden del
cabildo, que las matan, si sueltas, o escapadas, se hicieron en los riscos donde
es su mundo o hábitat (y se lo roba para plantar unas plantas, engañando a
europa, donde no pegan o prenden). ¡A ladrones y mentirosos! Este es el cabildo
que tenemos, encima matacabras, pero mañana, le leemos la cartilla en el Valle
de Agaete, a donde están invitados: presidente, consejeros, y cuantos quieran
asistir de la institución y por descontados todos sin excepción, que es libre y
gratis. Yo no dejaría de ir, solo por ver y oír a Víctor y a Saúl de 13 años,
que tienen sus cabras, a ver qué opinan o nos dicen al respecto, ya acabado el
carnaval, cogemos a las cabras por los cuernos (el cabildo a
tiros).
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“... se resisten
y no obedecen...” (Dt. 30, 15-20). / “... acabarán mal...”
(salmo 1). / “... malvados, ni abandonan sus caminos, ni
sus planes criminales...” (Is 55, 6-7). / “... se entregan a la matanza de las
cabras... cabras de matanza...” (salmo 43). / “... de ubres
abundantes...” (Is. 66, 10-14a).
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Ayer, LA PROVINCIA se hizo eco de lo de las cabras. Lean
el correo que me puso el hermano sacerdote Paco Martel al
respecto:
“Fernando, un
saludo y la bendición de buenas noches para ti y para todos tus proyectos
salvadores de cabras y otras cosas. Me alegró mucho ver en LA PROVINCIA de hoy
-por ayer- tu carta de salvación de las
cabras... ¡bueno, es un camino para ir sembrando vivas a la vida de las cabras!
Mi salud, todavía esperando a ver si salgo de estos vértigos y tu no dejes de
rezar por esa intención... ¡cuídate y cuida siempre lo principal que lo demás
nos viene por añadidura!... buenas noches:
Paco.”
Pues, lo dicho: mañana
(viernes) a las 20,30 nos vemos en la Asociación del Valle de Agaete, en defensa
de las cabras que mata el cabildo. Si no asisten, es que están de acuerdo con el
cabildo que las matan, así lo entiendo; a no ser que razones mayores les impidan
estar allí presentes, en cuyo caso, manden a otros en sus nombres o por
ustedes.
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