viernes, 1 de agosto de 2014

sueños

Un año soñando con las tabaibas…
 
“… examina un terreno y lo compra, con lo que ganan sus manos planta un huerto…” (Prov. 31, 12).
 
“… no es lo que está roto Dios ni el campo que él ha creado; lo que está roto es el hombre que no ve a Dios en su campo…” (del Himno de Hora intermedia, martes I).
 
“… lo que uno siembre, eso cosechará…” (Ga. 6, 7b).
 
“… la tierra; produce fruto… produce unos frutos… que están destinados a tu provecho… que el fin de tus trabajos sea el comienzo de la siembra…” (de las Homilías de san Basilio Magno, obispo).
 
… imaginando la repercusión para el archipiélago, la defensa a toda ultranza por parte del cabildo, de una planta de amarga leche, va a tener para dos millones de tabaiberos envueltos en ellas. Islas e isla ésta, que se ve involucrada en el mayor estropicio jamás pensado, por medio del cual hasta está muriendo personas, sin ser contadas, una contienda existente entre un pueblo mago, humilde y sencillo, embobecido con el fútbol y otros vicios, y unos “soldados”, servidores de las causas cabildicias, que machacan a los primeros. Y, a este ritmo y paso, jamás saldremos de la crisis que nos atenaza y hunde cada vez más, sin horizontes, ni luz, ni brotes, ya que son una doble plaga (las tabaibas y sus “soldados”), la de la flora maldita, y la de los uniformados que patrullan por tierra y aire, en coches y helicópteros, con la excusa europea y su lista de plantas a salvar o proteger, y ello sin necesidad al no estar en peligro de extinción, dada su invasión total y absoluta de toda tierra cultivable o no. Cuerpos cuasi militares, que ponen a prueba la capacidad de los campesinos, que miedosos, como conejos se esconden, callan, pagan y se suicidan. Un conflicto éste, del cual nadie habla y nos los cuentan de lejos y no tan graves. Un hecho éste, el tabaibero, que ha conseguido partir la Historia en un antes y un después. Ya del país canario nada queda, menos de su nación. Seguimos siendo colonizados más y peor que cuantos siglos nos han precedido. Y este pueblo borrego y sumiso, no declara guerra alguna, ni resistencia y nada pide, sino que calla. Mientras, el genocidio avanza lento e imparable. Nos hablan de todas las guerras, menos de la nuestra (no existe), que acaba con los agricultores y ganaderos. Los eliminan silenciosamente, sin armas, sin gas, sino con multas y sogas. El campo se vacía, se llena de tabaibas. Trabajo no hay, sino para cuerpos parapoliciales. A nadie se ve trabajando en el campo, sino a rancheras paseando y vigilando, controlando y asustando. El refugio es, esconderse, huir, marcharse. La universidad no sabe ni enseña nada de los abuelos (sabios). Las nuevas generaciones solo saben de móviles y sus aplicaciones. Economía no hay alguna, tabaibas por cuatrimillones, y siguen en aumento. Y la clase política de todo esto: ¡cero!, ¡ni mus!, ¡ni pío!, ¡ni media palabra!, ¡ni mentarlo!, y los Medios igual. Todos cómplices. Hoy ya, nada se puede plantar…
 
El Padre Báez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario