miércoles, 27 de agosto de 2014

letras y palabras

Escritos tabaiberos…
 
“… aclamen los árboles…” (del salmo 95).
 
“… vuelva a sembrar…” (del salmo 9b).
 
“…    No es lo que está roto Dios
          ni el campo que él ha creado;
          lo que está roto es el hombre
          que no ve a Dios en su campo…” (del himno de la Hora intermedia del martes I).
 
“…    dice el necio para sí:
“No hay Dios.”
          Se han corrompido cometiendo execraciones…” (del salmo 13).
 
“… hoy te establezco… para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar… veo una rama de almendro…” (del profeta Jeremías 1, 1-19).
 
“… no te quedes, por tanto, ocioso… no te puedes excusar aduciendo tu pobreza, pues, aunque vivieres en gran penuria… no es obstáculo para dedicarte a…” (de las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo).
 
“... el silencio de los montes duerme sin fin... soledad inmensa...” (del himno de Completas del martes).
 
… cuando lo que de verdad quiero es escribir sobre otros asuntos, pero ninguno me parece ni más urgente, ni más grave que el que me ocupa y me ocupará. Y ello, por el bien –según constato- estoy haciendo -humildad aparte- con estos mis escritos durante un año (365 [voy por el 208, me restan 157]), y tal vez, siga, pero demos tiempo al tiempo. Al fin y al cabo, es una disciplina que me he impuesto, y dado que es un filón inagotable, no se si lo dejaré o seguiré en ello. Por lo pronto aquí andamos en ello, y no he completado lo que se pueda decir al respecto, ni se agotará el tema. Otros, con este material publican libros. Es tema de estudios, en los que nadie se moja, salvo los que me apoyan y un servidor en esta lucha en solitario. Y, lo que está claro, es que no voy a abandonar este camino, aunque sea posteriormente de forma paralela. No deja de ser un trabajo literario. Me interesa la vida, la Historia de mi pueblo, y en ello estoy. Mis raíces me urgen, como necesidad de identidad. Frente al creciente número de tabaibas, tengo la esperanza de verlas algún día frenadas, reducidas, controladas. Ellas -las tabaibas- nos roban el espacio, y con ellas, no podremos prosperar y salir hacia adelante. Y tenemos esperanzas y posibilidades de renacer o reinventarnos. Con las tabaibas, lo hemos perdido todo. Ninguna resistencia se opone a las tabaibas. Y si la hay de forma individual, ¡las pagan muy caras! No somos libres, sino cautivos del cabildo. Algunos han perdido la vida en ello. Los hay que huyen y se refugian donde pueden. El colonialismo, no ha terminado. En el campo reina el sufrimiento y la tristeza. El cabildo ha desestructurado nuestra sociedad, hemos perdido los derechos y solo tenemos ahora prohibiciones. La isla ya, no tiene significado alguno. Nada se mueve en ella. Nada cambia. Hay miedo, y anda el Miedo ambiente y el seprona campeando, vigilando, controlando, multando, prohibiendo, exigiendo permisos que son denegados…
 
El Padre Báez.
 
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Uno más -entre tantos- agradecido:
 
Gracias por sus correos y ánimos que me dan. En 15 días hago un comentario en base a este correo suyo (los tengo escritos, siguiendo un orden).
    Un cordial saludo y sigo esperando sus opiniones al respecto, pues me aportan nuevas ideas. Gracias de nuevo. (J. S. M).

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