martes, 16 de octubre de 2012

Lo problemas...

Los problemas del campos:


Se van los campesinos, desaparece el campo. Y la prensa no reflexiona sobre esto, los políticos se han olvidado existió una vez el sector primario, la fuente de una economía superior. Y dejan unos y otros el campo se vacíe, se marchen los campesinos. Nadie piensa en lo que está pasando en el campo, en qué se está convirtiendo el campo tabaibero, en un retamal. El gobierno, no gobierna para el campo, se ha olvidado del campo, como si el campo no existiera.

Irse del campo, y no atender el campo, prohibiendo toda faena campestre o rústica, es un retroceso, y una gran desgracia a distintos niveles. El campo, es un reto por retomar, ahora mismo imposibilitado, frenado y perseguido por el miedo ambiente, que tiene asombrado a los cuatro que se resisten y quedan, porque no tienen a dónde ir, sino mirar y ver a lo que se ha llegado, a proteger lo que cogían para cama de las vacas y hacer el mejor estiércol, -pongo como ejemplo-. Hoy, todo el campo, está vacío. No se ve una cabra, ni con lupa; no se ve un cantero de papas, ni un surco de coles, ni a la de tres. Medio ambiente, expulsa del campo a todo campesino que quede o lo intente (a un pobre hombre que escalonó una ladera para plantar parras, le obligó el miedo ambiente, con seprona y justicia de por medio a pagar por el daño hecho a hierbas malas, trescientos mil euros, tres meses de cárcel, arrancar las parras y a devolver al terreno la forma de ladera deshaciendo los bancales o terrazas donde había plantado las parras, todo ello en la subida a Bandama, y es uno de los entre miles y miles de ejemplos; con decir que no hay un solo hombre que haya intentado rehacer o hacer algo en el campo, que no haya sido sancionado, e incluso impedido a cortar la rama de papas o el simple coger las lechugas, por creer el de las gafas negras que era o se trataba de flores y plantas protegidas (pero con caso repetidísimos por toda la isla).

El campo está tan complicado, que el simple caminar, ya es motivo de castigo, si tronchas una rama de algo, para poder avanzar cada vez más difícil ante el entroncamiento y el intricadísimo proceso de ramas asilvestradas, sin podar, sin limpiar, y sin respetar lo que siempre fue camino de cualquier categoría, casi desaparecidos en su totalidad al presente por el asilvestramiento y la prohibición de tocar absolutamente nada.

No se puede limpiar un camino, ni dentro de lo tuyo, para llegar a la tierra de cultivo o coger algo de fruta, ya todo imposible de llegar a ambos lugares. Y, ni se le ocurra a nadie poner valla o verja alguna, porque multa aparte, tienes que quitarla. Hay trabajo en la tierra, y te impiden trabajar en ella.

No, no se va a volver al campo. Al menos hasta que esto no cambie, y sea consejero o asesor un campesino, al que se le haga caso. ¡Claro, que lo primero que habría que hacer, es desaparecer al medio o  miedo ambiente, porque mientras este siga con leyes en las manos, tomando notas y haciendo fotos como pruebas del delito, el campo va a ser la fruta prohibida, porque el que lo toque, lo paga caro; ya son varios, los que lo han pagado con sus propias vidas, ante la imposibilidad de hacer frente a multas enormes, y exageradísimas, hasta con cárcel por cometer el único delito de cortar las ramas –sin arrancarla- de una retama o un berol, obligando además a plantar pinos en el terreno de donde las papas u otras hortalizas desgraciando la tierra ya de por vida e imposibilitando así la posibilidad de plantar algo que comer allí, en lo tuyo, que lo es en cuanto dueño, pero no en cuanto al uso. No, no va a ser fácil volver al campo, no.

Se vacía el campo, y no hay fecha de retorno o vuelta. Solo quedan ya nostalgia, pena, tristeza, miedo, mucho miedo, pánico, terror...

El Padre Báez.

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