jueves, 11 de octubre de 2012

Enemigos...

Enemigos

de las cabras:

Las cabras son un peligro:

Un grupo de vecinos de Santa Lucía, pretenden encerrarle las cabras a un pobre pastor, porque dicen las cornúpetas –a no ser haya alguna mocha- son un peligro para la ecología. La misma que nos ha llegado al presente, pero mejor estando la isla llena de cabras por todas partes. Ahora, sin ellas, es cuando la ecología va de puto culo, desapareciendo, porque la salva precisamente las cabras. Pero veamos razones o argumentos en contra.

Demasiada cabras:

Exactamente del barrio –que no el municipio- de Ingenio de Santa Lucía, se han alarmado por lo que los animalitos de Dios comen, y que ellos quieren preservar. Exactamente, por donde llaman la Molinilla (en el barranco de Tirajana), es la zona en peligro de amenaza por unas humildes, saltarinas y lecheras cabras. Y el problema se agudiza si tenemos en cuenta el número de cabras, que según denuncia, son demasiadas. Y que practicando la  trashumancia llevan por el lugar la friolera de 90 días, y ya están que no soportan balidos, cencerras y cagarrutas, y menos que se coma la flora autóctona y protegida.

Las cabras se lo comen todo:

La denuncia fue hecha la víspera de los arcángeles Rafael, Gabriel y Miguel, para que los mismos los protegieran de tales enemigos infernales, las putas cabras. Y ello, a pesar del permiso que obtuvo el pobrecito pastor que va a belén con su tambor, para que sus cabras se comieran las cañas, y toda vez que los animalitos no tienen conocimiento, se comen todo lo que trinquen por delante. Y es entonces cuando los defensores de la esterilización y desaparición de toda flora se oponen a las cabras, ignorando son ellas las que reforestan todo con su polen en el pelo y semillas en las cagarrutas que no trituran, y las depositan más allá con abono y todo en la tierra.

Las cabras se comen las pitas protegidas
Que las pobrecitas cabras, pobrecitas mías, más allá de las cañas se han comido los veroles, la cola de caballo,  la sia, las tuneras, y las pitas. Pero ahí no queda el daño de las rucias, harduas, mochas y demás cabras, que han dañado a las palmeras cuales picudos rojos fueran mis pobres belillos, y siendo datileras, las cabritas o cabrillas, pueden acabar con tal fuente de riqueza en la economía tirajanera, que vive de exportar tamaños dátiles mejores que los de arabia saudí.

Las cabras estropean los senderos:

Y así la cosa, la cosa no acaba aquí, pues, viene lo peor, que además de beberse el agua que fluye (¡me salió bonito lo de fluir!, ¿no?), no conforme con ello en ese trasiego de ir y venir a los charcos y comiendo cuanto se le cruza –que poda y limpia, multiplica y expande- las piedrecitas que mueven con sus leves pezuñas, han estropeado los senderos de senderistas que cada año uno o dos cruzan por el lugar y ante tamaño peligro, no sea la fortaleza de Ansite se les caiga encima, han dejado de subir, o suben y se vuelven al encontrarse el camino con esos insignificantes y pequeños obstáculos.

Que las cabras no limpian las cañas:

Los denunciantes, cuyos nombres no merecen sean publicitados, dicen que medio o miedo ambiente debe limpiar las cañas, y no las cabras, que no saben o no lo hacen todo lo bien que debieran. Hecho este de tamaña trascendencia, que se ha de tomar en serio y empezar por todas partes, porque la isla toda ya es un cañaveral, que antes comían cabras, vacas, burros, ovejas, etc.; y ahora, solo el fuego si toca esa desgracia (¡Dios nos libre!). Y todo esto de las jodías cabras, es un atropello a todas luces, y además un abuso, que unas cabras, estén donde siempre estuvo y todavía quedan cagarrutas de siglos en lo alto de Ansite donde con los últimos 600 guanches allí cercados, el 29 de abril de 1483, bajaron para entregarse a espakistania.

Prohibido vallar:

Pero todavía no he dicho la peor, y es que a alguien se le ocurrió poner una valla, que como todo el mundo sabe es ilegal, y por ello pagará caro el intruso que no respetó la ley medioambiental, porque toda finca debe quedar expedita, para que roedores y otra alimañas, se coman cuanto uno plante pensando en el caldero o despensa personal, que debe ser alimento –menos para las cabras- de cuando rumiante exista escondido o ladrón humano.

Con las cabras desaparecen los escobones:

Pero hay más, y es que contabilizado el tiempo barranquil en el que las cabras arrasan con todo, es de cuatro horas diarias (desde las 6,00 horas a las 10,00 de la mañana, con lo cual se extinguen o desaparecen porque se comen hasta las raíces y no dejan la posibilidad de retoñar en invierno al triste sao, al alegre escobón, al fructífero acebuche, a la desértica palmera, a la lila salvia, al azul tajinaste, exquisiteces todo ello, para las cabras que golosas, no dejan rastro de tanta basura protegida según catálogo y fotos, y es una delicia verlas rumiar y saborear dichos platos sabrosísimos.

Las cabras no pintan nada:

Y la perla de la denuncia la hace un agricultor, que dice: el ganado allí no pinta nada, que por allí jamás se vio una cabra, y que deben llevárselas todas al Senegal, a Venezuela, y repartirlas por el mundo entero, y nosotros compramos leche a Asturias y queso al Canadá. Pues está bien pensado me parece. Las cabras, hay que desaparecerlas.

Por culpa de las cabras se van las pollas (que dan más leche:)
Pero no acaba aquí el rosario de males que causan las cabritas y cabrones (pues debe haber algún macho, ¡digo!), que viviendo o habitando en su hábitat natural una serie de animales como las lechuzas –que se vinieron de San Mateo, al sur- las pollas –no me entiendan mal- las pollas (no gallinas jóvenes), sino las pollas de agua, los peces de la presa de agua dulce, el búo -primo hermano de las lechuzas-, los lagartos, los saltamontes, las hormigas, las garrapatas, los cortecapotes, los escarabajos negros, los sarantontones de color rojo, las aguilillas, los mirlos, etc. (¡vamos el arca de Noé completa allí junto a la Sorrueda!), que huyendo de las cabras (que se saltaron a los riscos del arca), se marchan y eso sí que es tremenda desgracia, sin esa fauna porque fauna sí; cabras, que son vegetales o se crían comiendo vegetales -que es lo mismo-, no, no y no. Cabras, no.

Pastor protegido (¡el único, por ahora!):
Pero debe ser alguien gordo el pastor o regalar ¡muchos quesos y baifos por navidad profana o laica, porque denunciado el muy desgraciado, este heredero último de la tradición guanche, al Miedo o medio ambiente, al Seprona, al Ajunta y miento, a los del Agua (Consejo Insular), a la Prensa, a todo quisque, no hay quien retire las cabras del lugar, por lo que están cabreados, injuriados e indignados. ¡Y toma cabras por un tubo! ¿No quieres leche?; pues, ¡toma tres escudillas, con gofio, coño!

Que se lleven las cabras:

Pues nada, que los del lugar al principio señalado, quiere que las cabras de este cabrero se vayan a pastar a otras partes, como si es al coño su madre, pero que allí no (¡menudos son los tirajaneros!) Si lo sabré yo, que mi padre era de allí, y por tanto un servidor oriundo del lugar; exactamente (¡ya van tres veces, Paco!), de Arteara, donde la necrópolis, de los Báez, de los Vera, de los Herreras (pastores, ellos también), etc.

Esto, huele mal (no a cagarrutas:)
Mal rollo, malo..., pinta mal.

Firmado por:
El Padre Báez.

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