Un
cabrón famoso o afortunado tabaiberoteldense...
... el del Roío. Sabido es, que no hay familia sin
apodos, y ello gracias a la ruralidad de la vida, porque en la ciudad, al ser
todo el mundo anónimo, ni siquiera se sabe el nombre de pila (si es que está bautizado).
Y es el caso, que un pariente muy cercano del actual cantante José Vélez, tenía
por profesión, llevar el su macho por las casas de la ciudad de los Faycanes,
para cubrirlas y del cobro por tal servicio, vivía el buen hombre, que pasando
el tiempo tendría a tan importante descendiente en la música, que ya su antepasado
cantaba, lo que más adelante les contaré (más abajo). Y esto, en lugar de
denostar o denigrar al personaje, lo eleva y encumbra más, al conocer y saber
el origen humilde de sus ancestros, que justamente ésta, la humildad es la que
eleva, razón por la que nunca oculté mis orígenes de La Lechuza, hijo de un
padre peón caminero y mi abuelo paterno en Arteara (lo recuerdo de visita en un
burro, y nos tría tunos pasados y naranjas del lugar), junto a la necrópolis;
que el materno, marchó a Cuba y no regresó, dejándome cambiado el apellido “Santiago”
por el de “Santana”, que volviendo a las calles de Telde, por donde en las
traseras o en las azoteas, todo cual tenía su cabra, y habida cuenta que para
cubrir una vez al año, no hacía falta y era caro de mantener para tan poco
menester un macho propio, casi nadie -salvo que tuviera un buen puñado de
cabras, cosa no siempre fácil-, tenían que recurrir al macho de pago, y llevar
la cabra al macho -cuando el animalito lo necesitaba y había señales de ello, levantando
el rabo a la cabra, no siempre había que proceder con este ritual, sino que al
revés: te lo ofertaban por la puerta de tu casa, y al grito del que llevaba el
macho, en este caso el ya citado, se sabía de su paso o presencia, más que por
el grito del dicho, que por el olor que desprendía y los abubidos del cabrón o
macho de cabra, que al grito de, en la puerta o zaguán en cuestión, y así por
todas, en el recorrido iba diciendo: “¿quiere macho, señora?” Con el
consiguiente: “¡pase!” o “¡suba (según estuviera la cabra al
fondo y atrás en el patio, o en la azotea)!”, cobrándose el pertinente precio
por el menester o servicio prestado de preñar a las cabras; pues al fin y al
cabo, el afortunado macho, tenía que ser bien alimentado, con algún extra de
millo argentino o afrecho venido de españa peninsular, que anécdotas apartes, hubieron
a mil, y por supuesto no caben aquí, pero no me resisto a contar al menos una: la
de aquella señora, que más que por ignorancia, por el enfado que debía tener, y
vaya usted a saber por qué, a la repetida pregunta del Roío: “¿quiere
macho, señora?”, ésta le respondió: “¡A tu madre, hijo de p..a,
desgraciao!”
El Padre Báez, que de esta forma y manera añade
páginas caprinas a este hacer de matar cabras del cabildo, para que vea hasta
qué punto están en nuestra Historia, que de ellas (las cabras), ahí quedan unos
párrafos, en este caso de la ciudad de Telde, la ciudad de los sacerdotes
guanches (los faycanes), y bien relacionadas con el que es bandera nuestra por
latino o Hispanoamérica.
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“... saltarán como cabras...”
(Is. 35, 1-10). / “...como busca la cabra corrientes
de agua...” (salmo
41).
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