¡No, por favor!, ¡que esta Navidad no tenga sabor a baifo!...
... ¡ya está bien con la matanza de cabras que ha
hecho el cabildo! No se sume usted a ese cabricidio. Incluso le voy a dar una
recomendación: si piensa matar un baifo (primero que no se entere el
miedoambiente y seprona, porque tiene que llevarlo al matadero insular, y no se
lo hacen gratis), le pido por favor, que lo indulte y lo deje vivo, y si como
pienso será un baifo macho, tanto como si es hembra, déjelo suelto en las
cumbres, que ellos polvean tierra y musgo, y se hacen guaniles, con lo que poco
a poco podemos sustituir a las cabras, cabrones y cabritos (baifitos), que ha
matado el cabildo.
Por eso, les repito, por favor este año, en Navidad, que
nadie coma carne de baifo, para salvar una especie endémica del Gran Tabaibal,
como son las cabras, y es la única guerra limpia, sin tiro, que le podemos
hacer al cabildo (con lo que usted se convierte en dueño -en parte- de esos
animales sueltos, libres, sanos), y ganar esta batalla de rifles españoles
contra nuestra cabaña, la mejor del mundo. De ahí, que si lo quieren, hasta me
arrodillo antes ustedes, y ante el portal de Belém, donde el Niño Dios recién
nacido vio los baifos y cabras que llevaban los pastores, le pido: no mate un
baifo y dele libertad, para que se convierta en un guanil y sustituir o suplir
los que el insensato y cruel cabildo ha matado impunemente. Por tanto, si le regalan
un baifo, o si lo compra, reflexione ante el mismo y piense: “Esta Navidad, me voy a privar de comer carne de baifo, cambiaré el
menú con lo que sea (carne de conejo, de vaca, de camello, o de lo que más me
guste, pero no de cabra, ni cabrón o baifito)”;
déjelo para otras Navidades. Por otra parte, con el precio de 10 euros por kilo
de carne de baifo, compre pescado o un pavo, gallina o pollo: y, ¡hasta la
cerne de perros se come en China!, ¿por qué no aquí? Le suplico y ruego, que -disculpe
le sea pesado-: ¡no, no, por favor, no mate un baifo!, ¡échelo al campo, que es
mentira no se comen los pinos; si lo hicieran, morirían, porque si se les
calienta la resina en la panza, no pueden rumiar (o romear), y se mueren! Hago,
pues, un llamado a cuanto carnicero haya en esta isla, lo mismo que a los
distintos supermercados y afines: no maten este año un baifo. Que con las cabras,
cabrones y baifitos que ha matad el cabildo, ya estamos más que bien servidos.
El Padre Báez, apostando por las cabras y aportando
soluciones para salvarlas; el baifito liberado, en unos meses, ya es un animal
guanil, y en poco tiempo seguimos con la misma campiña y cabaña. Así lo espero.
¡Gracias, por el ecologismo, por el turismo, por la biodiversidad, por
preservar una raza única, por dignidad, por identidad, por humanidad (no me sea
bruto, como el cabildo), por amor a los animales, por...!
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