Exclusión
y desarrollo social en El Tabaibal...
... no cuento con la ayuda de ningún estudio
sociológico, ni universitario, sino desde el conocimiento que me da el ser cura
acompañante de mi arciprestazgo en Cáritas de Telde-Sur, desde donde se observa
la realidad, cual foto que no engaña, desde donde se aprecia el modelo medio de
la sociedad, distribución de la renta la exclusión social, ofertas de trabajo,
el bienestar, la post-crisis previsible, el capital cultural y social (a menos),
nuestra situación en el entorno nacional, etc..
La desigualdad es notoria; no
hay crecimiento posible y real; aumenta la pobreza; mínima integración social; miles
de excluidos en situación severa, aunque más del doble están en la simple
exclusión; sin empleo, sin vivienda, sin salud; vulnerabilidad de los jóvenes
(desocupados y sin estudios); en cuanto a los mayores los hay expulsados del
trabajo de por vida; la política de austeridad no reduce la pobreza; se
restringen los derechos; hay regreso en las reformas; la cooperación, se
desploma; se descalabran distintos proyectos; la política se dedica a lo
irrelevante (criar pájaros azules y lagartos): se dilapida el dinero (limpiando
orillas de carreteras de hierbas que vuelven a salir al día siguiente); la
inmigración no cesa; prolifera la economía sumergida; nos envuelve la
globalización (sin producción local); se pierden los valores éticos más
elementales; hambre y pobreza sin atención médica; etc. ¿Posible la
regeneración?, ¿acaso no es un capital la solidaridad familiar?, ¿qué redes de
ayudas hay? La crisis, se alarga, irremediablemente y los mayores en lugar de
ser cuidados, son los cuidadores (o salvadores). Sin el apoyo de los mayores,
las familias caerían en la miseria y en el abandono, pues mantienen la pensión,
la vivienda y hasta las relaciones familiares que unen y remedian, auténticos
salvavidas de la realidad social que nos hunden. Menos mal que no faltan
voluntarios en Cáritas, que empeñan en ello lo mejor de sí mismos: colaboración
impagable. Pues a pesar de la destrucción de la riqueza social y cultural que
se tenía, aparecen nuevos valores que aunque eternos, afloran ante la realidad,
como: redes, instituciones, principios, etc., y van desapareciendo poco a poco
-esperamos- la mercantilización, la individualización,
la privatización, etc. Y, frente a la ruptura previsible y lógica, cabe la
esperanza cierta de la solidaridad que anida en nuestra esencia humana y
cristiana. De los poderes públicos, y de otros agentes sociales y económicos,
mejor no me pronuncio, pues son los que pueden atajar los motivos de la
exclusión (y los provocan) y proponer
desarrollo para combatir la pobreza (que no hacen multando al que se vuelva al
campo), y quedan al margen viéndolas venir o pasar (sin mover un dedo), sin
más, pues sin tener en cuenta el bien común, sin abordar las causas de la
pobreza y sin desarrollo social y solo el económico, nada bueno podemos esperar
por largo tiempo...
El Padre Báez, que teniendo en cuenta todo lo
anterior, no se olvida de la matanza de caras, que va a seguir, y ello, por si
todo lo anterior fuera poco.
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