Tamadaba antes de las tabaibas y los
pinos...
... era un vergel, tanto para la agricultura como para
la ganadería. Todavía se pueden visitar las cuadras donde el mayor toro de la
isla, donde la vaquería para más de cincuenta vacas, allí los pesebres, allí los
canalillos para recoger los orines de los animales, con el apartado para las
crías (los becerros), el espacio para la comida, los ladrillos viejos que se
vienen al suelo, con el techo y demás aperos y espacios, donde quedan los útiles
propios en desorden tirados y oxidados, allí los bebederos, y tanto y
tanto...
Pero no todo es lo dicho, que es más, mucho más. Allí
(en Tamadaba), hasta una herrería de más de cien años atrás, con casa del
herrero con sobre-piso de madera elevado del suelo una cuarta, para evitar los
fríos...
Pero, lo más importante: en el lugar, antes de los pinos
-y allí siguen lánguidos, secos y desapareciendo devorados por los pinos, toda
clase de árboles frutales, entre ellos: limoneros, higueras, cirueleros,
nispireros, olivos, castañeros, nogales, perales, manzaneros, etc., etc.
(visibles para todo aquel que se acerque a la casa-chalet, con muebles todavía
como la casa del guardián y aparte la del pastor (de ovejas y cabras), más
almacenes de depósito y clasificación de
lo producido...
Todo lleno de acequias y de presas, que ya nada
riegan...
Pero, más allá de todo lo dicho (en resumen muy
apretado), hasta hace poco allí los viejos camiones, que semanalmente bajaban
dos de ellos (camiones), cargados de frutas y hortalizas a los mercados de otros
tiempos -al margen el producto de las vacas (queso, leche, carne de terneros (o
becerros), etc.,- donde el estiércol abundaba para la agricultura y cultivo, que
lo más importante -repito- es que 50 (cincuenta) familias, subían desde la presa
de Los Pérez y aledaños, digo, subían a trabajar de donde sacaban el sueldo para
mantener a sus respectivas familias, que
vivían muy ricamente porque además del sueldo bajaban con el complemento que
tanta riqueza en producción les hacían ser los merecedores de todo lo que
abundaba y sobraba...
Pero, el podrido cabildo, le dio por llenar tal vergel y
centro de producción y de trabajo en un pinar, donde el único bien conseguido
fue el que los niños del franquismo subieran hasta el lugar en campamentos
juveniles de adoctrinamiento propio de la dictadura, y por extensión los
excursionistas a merendar y algunos
otros fines no confesables escondidos en esas alturas; por descontado
también se beneficiaron de tan -ahora idílico y estéril lugar- los culetos a
agaetenses, en busca de ramas para su san Pedro del Valle y otras, sin que
ningún otro bien se siga del maldito pinar que tanto bien destruyó, y no se ve a
nadie se le ocurra recuperar la vida, tradición y trabajo que el lugar daría si
se arrancara ese pinar que nada da, sino pinocha envenenadora y
esterilidad...
Una mafia política asentada en el cabildo corrupto que
en lugar de plantar comida, planta veneno que nos arruina y mata, sin respetar
lo sagrado que es el derecho al trabajo, la agricultura y ganadería (que viene
desde Caín y Abel, hijos de Adán y Eva), que un cabildo que solo piensa en un chollo para ellos, como
negocio de la compra de pinos traídos del mundo (incluso teniendo nosotros el
mejor y único pino del mundo, resistente al fuego, pero ¡ni siquiera los planta
por ser nuestros y salirles gratis, y buscan la mamadera de importarlos desde
Canadá, Galicia, Francia, etc., que son pura y dura
basura).
Un maldito pinar (el de Tamadaba y los otros todos), que
lo mayor conseguido es la desaparición de los ganados (vacas, cabras, ovejas,
mulos, burras y yeguas, gallinas y palomas, etc., etc., todo ello dador de
comida, donde desapareciendo la ganadería y aves de corral, incluidos los
conejos y demás, se han cargado destrozando esta bendita tierra -donde
posiblemente estuvo el paraíso terrenal (según opinión de prestigiosos teólogos,
convertido por el cabildo cabrito que tenemos (por no decirlo en superlativo,
[lo de cabrito]) en un erial, en un bosque de muerte y desastre total,
desapareciendo vida, trabajo, alimentos, etc., etc., donde hasta había una
panadería, para abastecer de pan a tantísima gente como en el lugar
trabajaban.
Un cabildo que no ha dejado espacio para que el ganado
paste y pueda alimentarse para de ellos alimentar a la población. Un cabildo que
ha conseguido eliminar el forraje, ya no necesario al carecer ahora casi de
animales, quedando un resto, que terminará en cuanto los pastores -algunos con
más de 80 años- mueran, sin permitir la vuelta a profesión tan vieja como
bíblica a la juventud. Un cabildo abusador, y arrasador que plantando pinos y
más pinos (y quieren seguir, si se lo permitimos y no nos manifestamos en su
contra en la calle). Un cabildo que si fuera italiano sería la mafia (y lo son
aquí), al hacer lo que quieren sin freno y en contra de la voluntad de los
campesinos, matando trabajos y vidas por hambre y paro, que son los únicos
válidos para opinar sobre el tema, ya que el capitalino ya sabemos lo que
piensa, quiere y dice: “¡qué bonitos son
los pinos, para el pinzón celeste y gris -que no azul- todo verde!”, cual parque toda la isla
donde merendar...
Un cabildo ladrón que ha robado tierras al campo y
campesinado, y se han forrado con negocios de pinos que solo a ellos benefician
por aduanas y otras normativas navieras (en helicópteros los reparten por la
geografía, con lo caro del asunto y negocio redondo para ellos, entre otros). Un
cabildo que ha gastado millones -antes de pesetas y ahora de euros), sin que
esas fortunas en gastos inútiles, maléficos y dañinos, ningún bien nos
proporcione (ya saben lo del agua que dicen atrae los pinos, ¡ES MENTIRA! No es
cierto, no es verdad. Nos engañan como a tontos, que se chupan los dedos y
algunos se lo creen. ¡ES MENTIRA!
Un cabildo, que en contra de la fortuna gastada -y ellos
ganando- en pinos, nada ha derivado al pastoreo o pastores a los que les dan
palos de muerte, con premios engañabobos, para dar a entender están con ellos
(pero es todo lo contrario). Y están por exterminarlos, al multarlos por todo y
por nada por medio de miedoambiente, y su seprona recaudatorio para sus arcas de
ladrones. Un cabildo ciego -por la ambición de sus sucios negocios
de importar pinos- que no ven que los ganados nos dan comida y trabajo, trabajo
y comida, y los pinos: pinocha, fuego, miseria, tragedia, muerte, quemas de
tierras y casas, etc., etc. Todo mal sin bien alguno. Por todo ello, ¿damos las
gracias al cabildo? Pues, por si no teníamos bastantes pinos, quieren triplicar
y cuadriplicar el número de ellos. Pues para dejarles sitio, nos tendremos que
ir todos, menos ellos -los del cabildo, que vivirán a la sombra de sus pinos,
con botellas de licor y algo de droga- que comerán de los pinos (resinas a ver
si revientan y mueren). Sobra un gobierno paralelo (el cabildo) que nos arruina
y mata a hambre y paro, plantando pinos.
El Padre
Báez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario