martes, 2 de junio de 2015

mundo

Un mundo sin tabaibas...
         “... el enemigo me persigue a muerte,
         empuja mi vida al sepulcro,
         me confina a las tinieblas
         como a los muertos ya olvidados.
         Mi aliento desfallece
         mi corazón dentro de mí está yerto.
         Recuerdo los tiempos antiguos...” (del salmo 142).
“... estad alerta, que vuestro enemigo... como león rugiente ronda  buscando a quien devorar...” (de la primera carta de san Pedro 5, 8-9).
... es el mundo más allá de nuestras aguas. ¡Qué suerte la de ellos, al no tenerlas!; ¡qué desgracia la nuestras al tenerlas! ¡Y nos llama(ron) “afortunadas”!; pues, ¡vaya fortuna! Fortuna la de los otros, por ahí afuera donde no las hay, que a nosotros nos tocó bailar con la más fea.
Suerte la de ellos, por españa, europa y otras partes del mundo que ni las sueñan al no tenerlas, pero para nosotros la mayor desgracia, que por culpa de ellas nos hemos quedado sin tierras, ni vacas; ni cabras ni ovejas, y sin cercados de papas (para que rime y lleve implícita algo de poesía, que a pesar de todo, alegre nuestra pobre vida). Que son nuestra ruina, son una gran desgracia, ¡y son tantas! ¿Para qué las queremos?, ¿qué nos dan -aparte de su leche amarga-?  Son un castigo, y no del Dios Supremo, sino de unos políticos ineptos que defienden flora envenenada. Inutilizada nuestra tierra, a ningún animal alimenta, tampoco a los que aquí habitamos, que la isla es toda de las tabaibas, y: o morimos o nos vamos (que también es muerte dejar atrás tu tierra por estar toda ocupada de tabaibas). Tabaibas que no producen sino leche con la que nadie se alimenta ni se hace queso con ellas. ¿Cuál es la razón de su defensa? ¿No bastarían con unas pocas en una reserva?,  ¿por qué toda la isla -e islas- de ellas todas llenas? Si son lo peor del reino animal, ¿por qué debemos soportarlas? ¿Acaso maldición de los dioses? ¿Por qué ningún partido político en sus programas habla de defendernos de ellas y recuperar labranza?,  ¿es que puede haber ganadería si ellas están por todas partes? ¡Si al menos fueran materia prima para algo, bien valdría la pena!, pero si no sirven para nada, ¿para qué queremos tantas?, ¿no bastarían con una cuantas?, ¿no son una plaga?, ¿no es eso un castigo?, ¿no están devorando toda otra flora que no sean ellas mismas?, ¿con qué nos quedaremos al fin?, ¿solo tabaibas?, ¿para qué? Si no tuviéramos tabaibas, tendríamos trabajo, cultivo, ganados, riqueza, alegría, paz, amor, familia, comida, frutas, hortalizas, tradición... ¡vida!, pero con solo tabaibas, y más tabaibas, solo nos aguardan la pobreza, la miseria, la muerte.
El Padre Báez.
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Como éste, un montón (es decir: muchísimos). A todos mil gracias. Y como muestra basta un botón, ahí uno cualquiera al azar:

“Buenos días Padre Báez. Feliz regreso amigo.


Saludos. Tomás”.

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