“¡Como arranquen una
tabaiba...!”
“...
... así, con puntos suspensivos, lo dejó en el aire. Así
vea los ojos de Dios -cual juramento lo digo-, que no les miento, ni exagero,
eso fue lo que dijo el buen hombre. Sucedió, que Domingo por la tarde,
aprovechando el tiempo, cojo mi carrucha, y me dispongo a traerme un viaje de
viejas losetas -con el consiguiente y previo permiso- de donde antigua
urbanización que se quedó en el proyecto, y cuando con este señor desconocido,
al cruzarme con él, que había sacado a pasear su perro, perro que me ladró y se
me acercó -a un servidor-, pero me olisneó
y siguió en su deambular
perruno, a la par que saludo a su dueño y nos paramos a comentar lo del
desmonte, que si lo llevaban a la Cuesta de Ramón, donde estaban apelmazando o
compactando la zona, y bla, bla, bla..., que si en el trabajo de romper el lugar
y en el trasiego de camiones y tractores, más cernidora gigante para igualar la
tierra/piedra, este señor desconocido, pero amigo de circunstancia, y que en su
parquedad verbal, como en sus expresiones simples, más su propio porte en cuanto
atuendo y descuido de barba sin afeitar, y en mil otros detalles, y conocedor de
gentes como profesión sacerdotal, deduje no se trataba de ningún universitario y
ni mucho menos un hombre de estudios, y seguro que jamás me habría leído o
escuchado, pues no lo imaginé ante un ordenador, porque incluso dio impresión de
desconocerme, y ello en el trato y demás, que sin que uno hubiera influido en él
directa o indirectamente, va y me suelta esa frase, con el añadido, “¡...si los ecologistas esos ven que
arrancan una tabaiba...!”, y ahí se quedó su frase, como dando a entender o
así lo dije yo (un servidor), “¡se les
cae el pelo, porque en el Sur -le añadí-, porque en el solar donde iban a construir
un hotel, había una tabaiba, el hotel no se pudo hacer!” Y es el caso, que
creyendo uno, que en esta lucha contra las tabaibas andaba solo, mira por donde
un hombre simple y sencillo, sabedor e inteligente y sabio en experiencias e
información al respecto, solo se equivocó al citar mal a los ecologistas -que
esto ni pinchan ni cortan, ni nada-, que por supuesto no le corregí, y supe
quiso decir, porque así incluso él bien que lo sabrá, se refería a los del miedo
ambiente e incluidos los del seprona, a los que genéricamente los metió dentro
de los ecologistas (por asociación de ideas), que por supuesto pasan un kilo del
tema, ¡que ya debieran! Pues, para un servidor, después de las Eucaristías
celebradas este Domingo, como las de las vísperas (el sábado), eso fue lo mejor
del día, y por ello, por el placer que me produjo, y para que ustedes mis
amigos, vean no estoy solo en esta lucha contra las tabaibas, les dejo este
ejemplo maravilloso, de alguien, que anónimo y sin conocerme coincidimos en ese
valor en multa si la empresa, también anónima arrancara una tabaiba, cual si en
ello la vida de alguien se fuera. Pues eso: “¡como arranquen una tabaiba...!”
Entonces, van a saber lo que es bueno. Sin más:
El Padre Báez.
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CAPÍTULO
PRIMERO
LO QUE LE ESTÁ PASANDO A
NUESTRA CASA
17. Las reflexiones teológicas o filosóficas sobre la
situación de la humanidad y del mundo pueden sonar a mensaje repetido y
abstracto si no se presentan nuevamente a partir de una confrontación con el
contexto actual, en lo que tiene de inédito para la historia de la humanidad.
Por eso, antes de reconocer cómo la fe
aporta nuevas motivaciones y exigencias frente al mundo del cual formamos
parte, propongo detenernos brevemente a considerar lo que le
está pasando a nuestra casa común.
18. A la continua aceleración
de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de
ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación». Si bien el
cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las
acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución
biológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no
necesariamente se orientan al bien
común y a un desarrollo humano,
sostenible e integral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve
preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de
vida de gran parte de la humanidad.
19. Después de
un tiempo de confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana, una
parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor conciencia. Se advierte
una creciente sensibilidad con respecto
al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está
ocurriendo con nuestro planeta. Hagamos un recorrido, que será ciertamente
incompleto, por aquellas cuestiones que hoy nos provocan inquietud y que ya no
podemos esconder debajo de la alfombra. El objetivo no es recoger información o
saciar nuestra curiosidad, sino tomar dolorosa conciencia, atrevernos a
convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál
es la contribución que cada uno puede
aportar. (de la encíclica de Francisco: Laudato
si).
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