viernes, 26 de junio de 2015

arranque

“¡Como arranquen una tabaiba...!”
“...
... así, con puntos suspensivos, lo dejó en el aire. Así vea los ojos de Dios -cual juramento lo digo-, que no les miento, ni exagero, eso fue lo que dijo el buen hombre. Sucedió, que Domingo por la tarde, aprovechando el tiempo, cojo mi carrucha, y me dispongo a traerme un viaje de viejas losetas -con el consiguiente y previo permiso- de donde antigua urbanización que se quedó en el proyecto, y cuando con este señor desconocido, al cruzarme con él, que había sacado a pasear su perro, perro que me ladró y se me acercó -a un servidor-, pero me olisneó
y siguió en su deambular perruno, a la par que saludo a su dueño y nos paramos a comentar lo del desmonte, que si lo llevaban a la Cuesta de Ramón, donde estaban apelmazando o compactando la zona, y bla, bla, bla..., que si en el trabajo de romper el lugar y en el trasiego de camiones y tractores, más cernidora gigante para igualar la tierra/piedra, este señor desconocido, pero amigo de circunstancia, y que en su parquedad verbal, como en sus expresiones simples, más su propio porte en cuanto atuendo y descuido de barba sin afeitar, y en mil otros detalles, y conocedor de gentes como profesión sacerdotal, deduje no se trataba de ningún universitario y ni mucho menos un hombre de estudios, y seguro que jamás me habría leído o escuchado, pues no lo imaginé ante un ordenador, porque incluso dio impresión de desconocerme, y ello en el trato y demás, que sin que uno hubiera influido en él directa o indirectamente, va y me suelta esa frase, con el añadido, “¡...si los ecologistas esos ven que arrancan una tabaiba...!”, y ahí se quedó su frase, como dando a entender o así lo dije yo (un servidor), “¡se les cae el pelo, porque en el Sur -le añadí-, porque en el solar donde iban a construir un hotel, había una tabaiba, el hotel no se pudo hacer!” Y es el caso, que creyendo uno, que en esta lucha contra las tabaibas andaba solo, mira por donde un hombre simple y sencillo, sabedor e inteligente y sabio en experiencias e información al respecto, solo se equivocó al citar mal a los ecologistas -que esto ni pinchan ni cortan, ni nada-, que por supuesto no le corregí, y supe quiso decir, porque así incluso él bien que lo sabrá, se refería a los del miedo ambiente e incluidos los del seprona, a los que genéricamente los metió dentro de los ecologistas (por asociación de ideas), que por supuesto pasan un kilo del tema, ¡que ya debieran! Pues, para un servidor, después de las Eucaristías celebradas este Domingo, como las de las vísperas (el sábado), eso fue lo mejor del día, y por ello, por el placer que me produjo, y para que ustedes mis amigos, vean no estoy solo en esta lucha contra las tabaibas, les dejo este ejemplo maravilloso, de alguien, que anónimo y sin conocerme coincidimos en ese valor en multa si la empresa, también anónima arrancara una tabaiba, cual si en ello la vida de alguien se fuera. Pues eso: “¡como arranquen una tabaiba...!” Entonces, van a saber lo que es bueno. Sin más:
El Padre Báez.
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CAPÍTULO PRIMERO
LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA
17. Las reflexiones teológicas o filosóficas sobre la situación de la humanidad y del mundo pueden sonar a mensaje repetido y abstracto si no se presentan nuevamente a partir de una confrontación con el contexto actual, en lo que tiene de inédito para la historia de la humanidad. Por eso, antes de reconocer cómo la fe aporta nuevas motivaciones y exigencias frente al mundo del cual formamos parte, propongo detenernos brevemente a considerar lo que le está pasando a nuestra casa común.
18. A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación». Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad.
19. Después de un tiempo de confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana, una parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor conciencia. Se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta. Hagamos un recorrido, que será ciertamente incompleto, por aquellas cuestiones que hoy nos provocan inquietud y que ya no podemos esconder debajo de la alfombra. El objetivo no es recoger información o saciar nuestra curiosidad, sino tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar. (de la encíclica de Francisco: Laudato si).

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