Sin agricultura,
no hay agua en El
Tabaibal...
“... me temo que... se
pervierta vuestro modo de pensar...” (de la segunda carta de san pablo a los
Corintios 11,1-11).
“... siembras año por año...
hierba que se renueva; que florece y se renueva... y nuestra vida será alegría y
júbilo...” (del salmo 89).
“... pastor que apacienta el
rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazo los corderos y hace recostar a las
madres...” (del cántico de Jeremías 40, 10-17).
“... ¿qué os conviene más,
que os gobierne setenta... o que os gobierne uno solo?...” (del libro de los
Jueces 8, 22-23, 30-32; 9, 1-15. 19-20).
CARTA
ENCÍCLICA
LAUDATO SI’
DEL SANTO PADREFRANCISCOSOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
LAUDATO SI’
DEL SANTO PADREFRANCISCOSOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
1. «Laudato si’, mi’
Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese
hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una
hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos
acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana
nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos
con coloridas flores y hierba»[1].
2. Esta hermana clama por el daño que le
provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha
puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus
propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el
corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de
enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres
vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y
maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores
de parto» (Rm
8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf.
Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo
está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el
aliento y su agua nos vivifica y restaura
... que salía de Ingenio,
camino a Cazadores y pasando por La Pasadilla, pregunté a dos hombres del lugar,
por la casa de Pepa Aurora, para pedirle el libro de cuentos donde escribe sobre
el Cuervo de Zamora (Gu-Guy o Güi-Güí),
dado que su historia tuve que contarla
durante 36 meses (siempre en agosto) a donde con jóvenes desheredados y
problemáticos, me pasé (tres años) los
veranos de mi vida, y heme aquí ante la sorpresa de quien un campesino de los
dos, nunca antes me había visto en persona, pero me reconoció de verme en
televisión mientras que el otro señor sí me conocía ya en persona, ambos sabían
de mi lucha a favor y defensa de la agricultura y ganadería, y les comento: cómo
subo asombrado viendo desde Ingenio (donde fui a bautizar a sendos niños), todos
esos terrenos que se ven despedregados a muy duras penas, para plantar en su
día: trigo, centeno, cebada, archita, etc. (y me dijeron aquella zona fue
llamada la despensa de lo que antes era Gran Canaria (ahora Gran Tabaibal),
ahora llenándose todo de solo tabaibas. A lo que me comentan; pero “es
que sin agricultura, no hay agua”, y me lo explican: “si
llueve y hay surcos, el agua se queda en los surcos y se filtra, si la tierra
está “zorribada”, cavada o arada, la tierra está floja y cuando llueve, esa agua
se la traga la tierra, que después la devuelve en: fuentes, remanientes,
arroyos, barrancos, charcos, etc., pero al estar la tierra apelmazada, dura, cae
el agua sobre ella, y el agua corre sin calar buscando los barranquillos y
barrancos y, ¡al mar! Es decir, dicen no tenemos agua, pues si volvieran a la
agricultura, la tendríamos de sobra, abundante y todo el año”. Conste, que nunca había oído esta
explicación (aunque lo sabía es así), que por su interés, hoy se la muestro en
mayor tamaño de letra y color, por si algún político algo cegato -ya que
todos-todos, reciben mis correos- lo leen y se enteran: si volvemos a la
agricultura, tendríamos agua de sobra. Esta es la sabiduría del hombre del
campo, precisamente a los que no se les escuchan, sino al miedo ambiente, y sus
técnicos.
El Padre Báez.
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