La policía tabaibera (o la del miedo
ambiente)...
“... sal de tu
tierra, de tu patria y de la casa de tu padre... (del libro del
Génesis
12,1-9).
“... hipócrita:
sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro...” (de
Jesucristo, en el evangelio de san
Mateo 7, 1-5).
“... insultan y
hablan mal, y desde lo alto amenazan con la opresión...” (del
salmo
72).
“... sale como
un héroe, excita su ardor como un guerrero, lanza el alarido, mostrándose
valiente frente al enemigo...” (del cántico del profeta
Isaías 42,
10-16).
“Oh Dios, que
encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de la tierra, y creaste la luz del
sol en su servicio...” (de la oración de Laudes del lunes
IV).
“... ellos,
ignorantes e insensatos, caminan a oscuras...” (del
salmo
82).
“... ánimo...
para que os libre del poder enemigo...” (del profeta
Baruc 4,
20-22).
... que vivimos en un estado policial en El Tabaibal, es
obvio (estuve seis días en Holanda y no vi ni un solo policía de nada), que aquí
tenemos y vemos policías por todas partes, a todas horas, y repetidos y
distintos en su gran y enorme variedad o diversidad, y así,
tenemos:
-
La policía militar (en los aledaños de los
cuarteles)
-
La policía local (que no loca, sino del
lugar)
-
La policía nacional (la de fuera, que nos mira y trata
como a terroristas)
-
La policía verde o del Duque de Ahumada, llamada guardia
civil, en sus diversas ramas, como
-
La policía seprona al servicio del cabildo y multadora o
recaudatoria
-
La policía motorizada en carreteras o de
tráfico
-
La policía tipo “seguritas” en sus diversas modalidades
o patrones
-
La policía secreta, la que vestida de paisano no se
identifica sino con la placa que te muestran
-
La policía portuaria (la que se pasea junto a los
mares)
-
La policía aduanera (ésta por los
aeropuertos).
-
La policía personal (o guardaespaldas impuesta o pagada
por el interesado)
-
La policía..., policía..., policías..., policías..., y
más policías
-
Los casi policías de la Cruz
Roja
-
Los también casi policías de la protección
civil...
¿Y para qué seguir, si con dos o tres que sirvan de
ejemplo sería suficiente?, y no voy a seguir nombrando distintos “cuerpos”
policiales. ¡Bueno no quiero dejar de citar a la Policía del miedo ambiente (por
si eran pocas las policías [parió la abuela, ¡o el cabildo!])!, que es la que
persigue multa a los campesinos, sean
agricultores o/y pastores, la que no te deja hacer nada en la tierra y te multa
por nada y por todo. Es decir, vivimos en un estado policial. Que vuelto de
Holanda, lo primero que veas al salir del aeropuerto -sin contar los que estaban
dentro- lo primero que veas sean a cuatro policías de tráfico, y poco más
adelante a otros dos, y otros dos, sin contar los que se entrecruzan -locales y
otros-, es que vivimos -repito- en un estado policial. Pero, insisto: aquí, en
El Tabaibal. Pues jamás olvidaré que con la Televalsequillo, con su director Adolfo Santana, y con el cámara
Juan Alonso viajamos por más de media españa, llegando hasta Valladolid,
siguiendo la huella de los Guanches, y solo en la entrada de Guadalupe
(Cáceres), vimos el único coche de la guardia civil, sin que más guardias
encontráramos, sino al que a duras penas pudimos --de la municipal-encontrar en
Valladolid, para que nos indicara el archivo que buscábamos de una Orden
Religiosa (Mercedarios), donde el archivero experto en el tema de los guanches
rescatados por ellos en Sevilla y en otros lugares, nos indicara la dirección.
Que tanto en españa como en Holanda, no se vea un policía y aquí los tengamos
hasta en la sopa, ¿qué pasa? ¿Somos un país (una comunidad autónoma) donde se
vive de las multas a pobres y desgraciadas personas por el único delito de ser o
existir?, ¿o tal vez seguimos como salvajes a los que hay que domar o
domesticar?, ¿acaso llenamos las arcas de los distintos estamentos (cabildo,
gobiernos, ajuntas y mientos, etc.) a base de escurrir (u ordeñar) a todo aquel
que se mueva, y haga lo que haga o deje de hacer? Pues dicho queda. Lo que sí
estoy seguro, es que ninguno de los citados (y más, por no alargar la lista),
van a desaparecer. Pues (con perdón), ¡vaya mierda de
lugar!
El Padre Báez.
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9. Al mismo tiempo, Bartolomé llamó la atención sobre
las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones
no sólo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo
afrontaríamos sólo los síntomas. Nos propuso pasar del consumo al sacrificio, de
la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una
ascesis que «significa aprender a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo de
amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de
Dios. Es liberación del miedo, de la
avidez, de la dependencia»[17]. Los cristianos, además, estamos llamados a « aceptar el mundo como sacramento de
comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala
global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano se encuentran en
el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de
Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta »[18].
San Francisco de
Asís
10. No quiero
desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos.
Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como
Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una
ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de
todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por
muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación
de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su
alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con
simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la
naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son
inseparables la preocupación por la
naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la
paz interior. (de la encíclica de Francisco Laudato
si).
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