Dedicado al nuevo presidente del Cabildo Don Antonio
Morales:
Del
Agüimes tabaibero al cabildo grantabaibero...
“... pensando qué vais a
comer...” (Jesucristo, en el evangelio de san Mateo 6,
24-34).
“... pasaban hambre...
transforman ... la tierra fértil en (tabaibales estériles)... por...
depravación... escatiman el ganado... infortunios y desgracias.... ” (del salmo
106).
... me pregunto si quien no libró su municipio de las
tabaibas, ¿librará la isla de ellas? Porque si sube uno a la pared donde el
hombre de Guayadeque (grabado guanche), o simplemente va a Temisas, verá cómo,
aquellas tierras por las que lucharon en el año 1718, que vieron la sublevación
de los agüimenses contra la compra de las mismas, que realengas los campesinos y
los pastores explotaban para poder sobrevivir, y que los lleva al famoso motín;
tierras que fueron de cultivo y para el pastoreo de los que salir de la pobreza,
éstos (los del Agüimes de entonces)
se enfrentan sublevados a la autoridad para
impedir la compra de dichas tierras, y amotinados crecen en revueltas y cual en
guerra toman las armas sin que nadie los pueda parar o controlar, ya que todos
los agüimenses se movilizan y se han sumado al estrépito, que valientes y
sublevados llegan a Las Palmas donde acampan, y a los que se les suma toda la
isla donde las revueltas aumentan, con la ayuda de las mujeres que se suman, y
donde se huele a sangre y que gracias a la Iglesia que lo impide se logra al fin
que Agüimes obtenga las tierras para los que las trabajan (pastores y
agricultores), saliendo fortalecido el campesinado que pasa a ser los
propietarios comunales de las tierras por las que luchaban (ahorro cometarios de
dicha lucha y mil otros detalles). Dicha lucha y tierras al presente han servido
para llenarlas de tabaibas -por lo que no hubieran luchado, y si resucitaran, se
volverían a morir al ver a dónde han parado toda aquella gesta y tierras-, sin
lugar para una cabra o un cantero de papas, tierras al presente desde la costa y
su ancho (del municipio) hasta las cumbres, están invadidas por la omnipresente
e inútil tabaiba, y salvo la zona industrial, donde la leche de tabaiba no es
tratada, me pregunto y pregunto -con todos mis respetos- al recién elegido
presidente del cabildo tabaibero del Gran Tabaibal (antes Gran Canaria): ¿va
usted a permitir toda la isla siga llena de tabaibas, retamas y basuras?; ¿va
usted -como su predecesor en el cargo- a mantener en la institución a tan alto
número de empleados pagándoles del dinero obtenido de las multas a los pobres
campesinos por simplemente cultivar o tener una cabra?; ¿no va usted a emplear a
ese enorme y parásito ejército de empleados a ocuparlos en arrancar tabaibas,
pinos y otras malezas?; ¿no va usted a recuperar las tierras y entregarlas a los
campesinos para que trabajándolas salgan del paro y del hambre?; ¿va usted a
seguir sin que el campo no se pueda tocar y a descalificar (descatalogar) tanta
diversidad de tierras, que si paisajístico, si de máxima protección, que si
natural y otras denominaciones absurdas que tienen parado todo el territorio?;
¿va usted a permitir sigan los policías del miedo ambiente (antes llamados
simplemente agentes)y la guardia
civil -seprona- multando a troche y moche (que tienen montañas o tongas de
expedientes en sus oficinas con la multa más baja rondando los 6.000,00 euros
por nada y por todo? Seguiría con más preguntas, pero no quiero cansarle Sr.
Presidente, en el que confío y espero el periodo de su presidencia sea benéfico
para esta población y no que se sirva de ella, frenándola, controlándola,
castigándola (con multas y sanciones), y devolviendo la isla a lo que siempre y en otro tiempo fue: lugar
de donde sacar la comida y lugar de empleo o trabajo (única salida del paro y
del hambre o pobreza que aumenta). En sus manos la posibilidad de un vuelco o
giro, en el que lo suyo, nada se parezca a lo que ha recibido o heredado: una
gestión pésima y dañina para la población. Por favor cambie toda esta equivocada
trayectoria de sus predecesores. Así lo espero. Esperando realmente un cambio,
en el que la tierra vuelva a sus legítimos dueños, a que se limpie la tierra y
se la pueda cultivar, que desaparezcan retamas, la masa de pinos y tabaibas
protegidas sin razón y que asfixian y aumentan el paro, la pobreza, el
hambre...
Con todos mis respetos: El Padre Báez, que espera
realmente un cambio notable y visible (y no sigamos en las mismas y como siempre
de mal a peor). De nuevo, mi felicitación y mejores deseos para su periodo al
frente del cabildo (el cual espero algún día desaparezca al entender se trata de
un doble gobierno, que con el europeo, el español, el autonómico, el municipal,
etc., estamos más que bien servidos y sobrados, por no decir aplastados).
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5. San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un
interés cada vez mayor. En su primera encíclica, advirtió que el ser humano
parece «no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente
aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y
consumo»[4]. Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global[5]. Pero al mismo tiempo hizo notar que se pone poco empeño para «salvaguardar las
condiciones morales de una auténtica ecología humana»[6]. La destrucción
del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el
mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de
diversas formas de degradación. Toda
pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos
de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de
poder que rigen hoy la sociedad»[7].El auténtico desarrollo humano posee un
carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe
prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y
su mutua conexión en un sistema ordenado»[8].
Por lo tanto, la capacidad de transformar la realidad que tiene el ser humano
debe desarrollarse sobre la base de la donación originaria de las cosas por
parte de Dios[9].
6. Mi predecesor Benedicto XVI renovó la invitación a
«eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que
parecen incapaces de garantizar el respeto del medio
ambiente»[10]. Recordó que el mundo no puede ser analizado sólo
aislando uno de sus aspectos, porque «el libro de la naturaleza es uno e
indivisible», e incluye el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia, las
relaciones sociales, etc. Por consiguiente, «la degradación de la naturaleza está
estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana »[11]. El Papa Benedicto nos propuso reconocer que el
ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento
irresponsable. También el ambiente social
tiene sus heridas. Pero todas ellas se deben en el fondo al mismo mal, es decir,
a la idea de que no existen verdades indiscutibles que guíen nuestras vidas, por
lo cual la libertad humana no tiene límites. Se olvida que «el hombre no es
solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí
mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza»[12]. Con paternal preocupación, nos invitó a tomar
conciencia de que la creación se ve perjudicada «donde nosotros mismos somos las
últimas instancias, donde el conjunto es simplemente una propiedad nuestra y el
consumo es sólo para nosotros mismos. El
derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por
encima de nosotros, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos»[13]. (de la encíclica de Francisco: Laudato
si)
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