jueves, 27 de noviembre de 2014

gallinas


Gallinas tabaiberas…

 

“… aplácate, dame respiro…” (del salmo 38).

 

““… os echarán mano, os perseguirán…” (Jesucristo Lc 21, 12-19).

… lo verán… y se reirán…” (del salmo 51).

 

“… ruina… en su libertinaje… llevados de la codicia, os explotarán…” (del la segunda carta de san Pedro 2, 1-9).

 

“… se acercan con piel de ovejas. Pero… son lobos rapaces…” (Jesucristo Mt 7, 15; 24, 11. 24).

 

“… ¡ay de la tierra privada del colono que la cultive!... privada del cultivo diligente… hallándose abandonada, llena de espinos y de abrojos, en vez de producir frutos…” (de las homilías atribuidas a san Macario, obispo).

 

“… cobardes se ciñen de valor…” (del cántico primero de Samuel 2, 1-10).

 

 

… ¡con lo bonitas que son verlas correr cuando alguna huye con un gusano, o verlas escarbar y revolcarse en la tierra, y nada digamos de su canto o cacareo cuando ponen, etc.!, que a mi gran amigo, cuyo nombre y lugar obviaré, para mantener su anonimato, no sea se burlen y rían de él. Les cuento: mi amigo, al que el miedo ambiente con el Seprona y cabildo le prohíben plantar papas, millo, o lo que sea y además, no le permiten tener una cabrita, ¡nada digamos si se tratara de una vaca!, optó por poner un gallinero y así poder comer de sus gallinas, y de ellas –en número 18 (ponedoras [que las pollonas estaban aparte])-, los malditos perros -recuérdese cuando se decía “¡perro maldito p´a los infiernos!” o el guayota (perro lanudo negro) de los guanches, que le abrieron al gallinero de mi buen y gran amigo, un agujero mayor, por donde se colaron -no sabemos cuantos perro o si uno solo- que a sus anchas y en la nocturnidad, dieron con la vida de las gallináceas por los suelos, y sin comerse carne alguna sino chupándose la sangre de las mismas, no dejaron una viva, las 18 gallinas desparramadas (un par de carruchas de ellas al estercolero [¿o no va a mandar el cabildo el camión fúnebre recoge animales muertos para mandarlos a Zaragoza?, y encima cobrar a mi pobre y gran amigo el importe de traslado e incineración de las gallinas del país (que si jabás unas, las otras negras, blancas las terceras, etc., -no de las de granja, cuyos huevos saben a mierda y nada se parecen a las nuestras de toda la vida, que son las que tenía mi amigo-), pues, que: a diario recogía más de un cartón, por aquello de que no todas ponen todos los días -que dos al día ponen las otras, esas de granjas-, pues que del orden de 10-11-12 y hasta 14 huevos cada jornada, daban para hacer unos euros, y para no faltar en la comida, que si fritos, sancochados, y de batido con lo que sea, el caso es que mi gozo en un pozo, pues, uno o más de un perro asilvestrado –las gentes con la crisis no los pueden tener y los suelta en el campo, y se están apoderando del mismo y de tal manera, que hasta miedo da andar por esos andurriales, a deshora o de noche, porque hambrientos, no sabe uno ni de lo que son capaces. Y es el caso, que mi pobre amigo, con mil trabajos y sacrificios, todo un santo año cuidando de sus gallinero y gallinas, para que se las chupe -la sangre- y deje muertas un tenderete de ellas, ¡vamos todas! Y escaparon las pollonas, hasta nueva embestida, porque es que rompen telas de gallinero y lo que se ponga delante con tal de saciar sus hambres y sed de sangre, pues son caníbales por naturaleza y así lo dice bien a las claras sus poderosos caninos, que te los muestran cuando te rugen amenazantes en su defensa o ataque, que los del sepro y el miedo, los dos ejércitos del cabildo, no te los persiguen sino a los tres desgraciados -es un decir- que van quedando por esos campos imposibilitados por prohibición y multas si cogen una azada o una jose para arañar y limpiar la tierra, con ¡multa que te pego, y mientras los perros -esa perrera en la que se ha convertido la puta isla que nos toca vivir-, a sus anchas destrozando gallineros, comiéndose las gallinas (viviéndose su sangre), y estos uniformados detrás -no de los perros- sino de los pobres campesinos. Y el de mi relato o crónica, que no cuento, ya dije todo un año cuidando sus gallinitas de su alma, para este final. ¡Y mira que las mimaba, llevándoles hierbas, hojas de coles, cáscaras de lo  que fuera, con tal de que sus huevos -los de las gallinas- fueran ecológicos sin millos transgénicos y otros venenos de piensos y demás escorias enfermizas, para sacar un par de carretillas de gallinas muertas, matadas por los perros, (y a ver quién le repone sus gallinas matadas por unos perros asesinos que andan sueltos, sin que el seprona, el miedo ambiente y el cabildo se enteren) perros que deambulan por el territorio insular, volviendo a épocas contemporáneas de los guanches, cuando ya los mismos tenían que dormir encima de los árboles, para verse libres de sus caninos y poder escapar con vida, que así lo cuenta la Historia, pues estamos volviendo a esos tiempos si Dios no lo remedia y según me consta Dios en esto no se mete, que respeta tanto a los hombres, que algunos insensatos los tienen como dioses, pues ya hemos visto en Facebook, cómo una mujer con pecho al aire amamanta a su mascota, y sin vergüenza delante de sus amigas o vecinas, como lo más natural, ¡amamantando una mujer a un perro!, ¡así vea los ojos de Dios! Y nada es extraño ver a una mujer con tres perros los que no te dejan dormir, y ni alcalde, ni miedo ambiente, ni Seprona, ni nadie le manda quitar esos perros que hasta los oigo si me habla por teléfono mi amigo, los ladridos a cualquier hora del día y noche, que es para volver loco a cualquier cristiano o no, sencillamente, ¡esto no puede ser! Pero, es que hemos caído a lo más bajo, y esta sociedad cínica (cínico viene de can [en latín], y quiere decir en griego, perrun@). Nuestra sociedad se ha vuelto perruna en lugar de caprina o cabruna, y así a unos feligreses míos que después de Misa sacan a pasear a sus cuatro perros, le dije mejor llevaran un par de cabras, pero no: se nos ha educado en el amor y cuidado y tenencia de perros, que es una perraza inaguantable, y hasta me quedé asombrado cuando una que podía padecer Ébola con tal de evitar el contagio le mataron el perro, y la noticia ha dado la vuelta al mundo con creces ante cualquier otro tema (la misma enfermedad y su curación), que lo del perro muerto o sacrificado trae cola para rato. Es decir una sociedad deshumanizada que comienza a emperretarse, con lo que darán atención antes a un perro con hambre que a una persona, es decir: hemos perdido el norte. Y como no quiero cansarles no sigo,  pero, por favor, hágalo usted mismo después de lo leído.

 

El Padre Báez.

 

 

Así vea los ojos de Dios: esta mañana, alguien me ha dicho: las seis gallinas que tenía se las mató y comió un perro, el mismo que se había comido otra que se quedó fuera del gallinero días atrás, pero esta vez, es que destrozó el gallinero para acceder al mismo y allí estaban los restos de las gallinas. Ahora, sin huevos. Ha reforzar el gallinero y a buscar quien me dé algunos pollitos y volver a empezar, por lo pronto a esperar.

 

El Padre Báez.

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