miércoles, 7 de noviembre de 2012

Sin sector...

Sin sector primario:


De cada diez productos de los que comemos, no llega ni a uno lo que producimos aquí. Y los políticos de pena que tenemos, ni se inmutan, no hacen nada por cambiar este estado de cosas. Y estamos en el filo de un cuchillo, la muerte nos rodea, de hambre si pasara algo fuera de nuestras fronteras.

Nuestra dependencia es humillante, respecto del mundo. O nos traen de comer, o no comemos, porque nada producimos, sino de forma ridícula e insuficiente, bien a las claras. Desgraciadamente, nos gobiernan desde fuera, y no políticos –que también- sino la clase empresarial y comercial. La clase política perruna que tenemos, extirpa toda posibilidad de poder sobrevivir de nuestra tierra y productos, persiguiendo a muerte a todo aquel que se arriesgue a plantar o cuidar de animales (tiene un ejercito represor en miedo ambiente, que no deja tocar ni hacer nada). Todo lo importamos.

No dejan cultivar al campesino y permiten huertos entre coches en la capital, y en el patio de recreo en los colegios de los niños. Creen, que con esto cumplen, o con una ridícula y mínima granja llamada del kabildo en la carretera del Norte, antes de llegar a Bañaderos por donde la subida a Arucas, pero la tierra toda (la isla toda), vacía.

Parecen ciegos, que no ven la crisis. La miseria alimentaria en al que malvivimos, que nos lleva a la muerte segura. Esto hace que algunos, ante el peligro y la pobreza, opten por una agricultura de pared en sus propias casas o pisos, en botellas de plástico, colgadas unas de otras, partidas de por medio y agujereadas, para dejar pasar el agua y tener el “huerto” en casa (algunos en al azotea), pero... ¡no es normal, ni suficiente, cuando fincas, terrenos, explanadas, cercados, cadenas, etc., están vacías, y llenas de maleza o basura (retamas, veroles, tabaibas, etc.). No hay agricultura, ni ganadería (salvo cuatro vacas para las ronerías [romerías]).

Nuestra paupérrima gente del campo, viven en los suburbios, afueras, chavolas, pisos, en barrios periféricos o marginales, tercemundismo, después de abandonar el campo, cuyos surcos esperan las manos que conduzcan el agua por ellos, previo haber plantado lo de siempre. Les han cambiado el campo, por los campos de fútbol (los idiotizan, con carnavales y fiestas todo el año de noche).

Plantadores de pinos, y también de cemento, y entre coches –repito- quieren resolver el problema del hambre con huertos llenos de contaminación y enfermedad. Regados con detritus, y el humo de los coches y las guaguas.

Medio siglo o cincuenta años, los que padecemos de desaparición del sector primario, sin que haya una revolución que devuelva el campo al campesino, al que se le ha expropiado y castiga con multas de suicidio, donde no pasa del 0,6 % de cultivo, que a duras pena alcanza para los que los plantan y su familia, sin que llegue a la gran masa, que mira al puerto a ver qué barco les trae contenedores de mierda que los matan.

Canaria siempre fue Canarias por su ganadería y agricultura; ahora, sin ambas se ha convertido en un tabaibal, que solo da leche esa planta superprotegida a pesar de los muchos trillones de ejemplares de las mismas, y de cuya leche no se hace queso, ni esa leche se puede tomar con café, ni sola, ni con ella se hacer arroz, o cualquier otra receta.

Estos macacos que nos mal gobiernan, ayudan y subvencionan a los que nos traen productos envenenados, que algunos a duras penas consiguen producir, pero que les impiden venderlos, si no cumplen con una serie de requisitos, y siempre compitiendo con lo mismo, pero con precios irrisorios que arruinan al de aquí.

Ha llegado incluso a exclusivizar la agricultura, asociándola al tomate y a los plátanos como si otra cosa (millo, trigo, coles, etc.), no se pudiera cultivar. Imposible oír o escuchar la menor referencia al campo (agricultura y ganadería) a los que gobiernan desde un número excesivo y abusivo del gremio, metidos en el poder.

El Padre Báez.

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