viernes, 16 de noviembre de 2012

Les cuento...

Les cuento, mis amigos:


Si tiene usted la desgracia de estar en el paro, y piensa salir de él y volver al campo y tratar de salir de la crisis, del paro –perdóneme que lo repita, pero es la verdad-, salir del hambre, echando mano de unas cabritas (u ovejas), y perderse en un barranco, lejos de donde las moscas, balidos, olores, etc., pueda afectar e infectar a nadie, piénselo bien antes, entérese antes de lo que va a hacer, no sea que un equipo de protección de la naturaleza (en canario “naturalesa”), o lo que es lo mismo el seprona,
se le presente cuando mas tranquilo esté usted, y el negocio pinte algún resultado positivo, y junto a una patrulla de lo fiscal de frontera de la misma guardia civil vaya y le intervenga, por tan loable y meritoria labor, que creyendo usted, lo van a felicitar, a premiar o a ayudar, espere, espere y verá lo que le pasa. De entrada a su pobrísimo y maltrecho corral, técnicamente, ellos le van a llamar “explotación ganadera”, pero toda vez que usted no puede explotar nada sin permiso, se le va a caer los pantalones, si se le ocurrió meterse escondido allá a donde fue, sin el pertinente permiso, porque sin él, ahora se le va a caer el pelo, pero todo el pelo. Y todo eso, es porque lo que usted hace es una actividad y debió haber seguido inactivo o haber pedido permiso para activar algo, pongamos por caso que la susodicha explotación de ganado o ganadera, hablando ya con propiedad, porque eso de corral y choza, es obsoleto, y lo suyo es más serio al presente. Y así, lo suyo ya es un “hecho” (que viene de actividad o de hacer algo), y ya sabemos qué, que usted, creyéndose seguro, a buen recaudo, escondido, alejado, apartado, solitario, fue descubierto, o mejor dicho, usted fue “localizado” por los agentes, no diga guardias civiles a secas, sino agentes de la guardia civil o civiles, porque suelen ir en pareja y por tanto en plural la cosa esa de bien escribir y mejor hablar, que localizada su explotación o granja –no la del kabildo, que ésta está en la orilla de la carretera, para que la vea todo el mundo, y no como la suya escondida en ese barranquillo, donde usted, -y volviendo a hablar con propiedad, en lugar de ovejas, tenía o tiene o querría tener ganado “ovino” –que si fueran cabras, sería “caprino”, y en todo caso “herbívoros” o ungulados, unos y otros, o unas y otras, que aunque usted esté apartado y alejado –como queda dicho-, ese lugar se va a llamar, hablando bien “finca”, por más trastones y covachos, riscos y laderas, lo propio para el rebaño o ganado, que rumores llegaron hasta los verdes, seguro que antes por los del miedo ambiente, que son los que les informan y ello, porque todo se sabe y nada oculto -según Jesucristo- hay que no se llegue a saber, que se enteraron y fueron o van o irán a por usted, y ¡amigo mío!, ¡échese a temblar!, ¡y cáguese pantalones abajo!, porque esas distintas actividades de echar de comer, sacar a comer, guiar, conducir, buscar a la perdida, traer a hombros la cría, encerrarlas, limpiarles la cama, ordeñarlas, eliminar algunos ejemplares ovinos, porque para carnero con uno o dos es suficiente y ha de eliminar a todos los carneros o corderos machos, porque si no, no hay quien aguante el olor y los juegos amorosos, afectivos y sexuales de tales animalitos de Dios, que cumplen con el mandato divino de crecer y multiplicarse, que enterados los dichos –los de verde (antes estuvieron los de las gafas negras del miedo o medio), se llegan hasta usted que “sacrificó” –es como dicen ellos- usted, yo, y todo el mundo dice matar un baifo o en su caso un cordero, aprovechando la fiesta o sin más, el fin de semana para el bar más cercano, que los prepara que es un primor, sin que jamás nadie haya tenido que ir al hospital o médico alguno como resultado de la ingesta de tal delicia al paladar, y es la forma de usted salir de su pobreza poquito a poco, gracias a eso que ellos llaman sacrificio –¡ni que fuera la Santa Misa!- que, si usted vende eso sacrificado, ¡ya se la ganó, por no decir ¡ya la cagó!, porque eso, no se puede hacer, ¡vamos se puede!, pero no se debe, y puesto que no se debe, eso es punible o sancionable, o castigable que es lo mismo, pero no con una vara o una caña, ni mucho menos un bofetón o empujón, sino con mucho, muchísimo dinero y hasta cárcel, pero sigamos, que si usted, y es lo que siempre se ha hecho desde que el mundo es mundo, hasta que apareció europa y sus comunidades y no sé que más de leyes, normas, preceptos, mandatos y boletines, que si usted “comercializa” –para que me entienda-, si usted vende algo de esa forma y manera siguiendo ese procedimiento tan rudo y antiguo, tan falto de higiene y finura, de delicadeza y pulcritud, y sin pasar por el matadero –donde se visten de blanco y se ponen guantes, con botas de goma sudadas, que es lo correcto y oficial y sumando a todo esto, que usted no tiene permiso -¡ni vergüenza, usted es un depredador, un...!-, para estar explotando nada, y acabamos de decir que ni mucho menos matando nada, a no ser que sean moscas, la cosa no acaba ahí, ¡ni mucho menos, esto no ha comenzado!, porque le añado (y créame que resumo, para avanzar) que después de la inspección, porque usted va a ser inspeccionado por el inspecionador pertinente y presente, que –perdóneme la repetición de tantos “ques”- que si usted, ya lo dije al principio, pobre y desgraciado, parado y en crisis, muerto de hambre y sin un euro en el bolsillo, una vez inspeccionado sin olvidar lo anterior, se descubre encima, que no puede aportar ningún certificado de nada -¡porque no los tiene!-, aparte de no tener autorización o permiso, y al no tener licencia, porque si no es licenciado –no de la mili, ni de la universidad, sino licenciado- o permitido por licenciador nombrado y cobrando sentado en una mesa y con un ejército a su servicio,  usted que abrió el encierro de unas ovejas en una explotación sin cumplir los requisitos requerible alguno, como son los que han ido saliendo -¡y los que quedan1-, usted, pobre y desgraciado, pero en el valor estricto de los términos, porque es usted un “pobre” de campeonato, y más que lo va a ser (ahora paupérrimo, si es que no decide la peor) y además, no tiene usted ninguna gracia, y de ahí lo de “desgraciado”, que, al no tener documentación –salvo el carné de identidad, pero que ese no sirve, sino para tomarle declaración e identificarlo y para que firme y mejor cogerlo y no se les escape, y así trincarlo, al no tener las otras identificaciones: de granja y de todo lo demás, incluidas las ovejas y por tanto cada animal, porque viene ahora la mayor, y es que ahora vueltos a los animalitos –a las ovejitas de Dios-  en su explotación -¡el que va a explotar es usted!-, cuando le receten y le llegue la receta, certificada, porque sumando a lo anterior, los llamados agentes  observaron -porque a eso fueron, a tomar nota de todo lo que veían y oían de sus palabras auto-culpándose al decir a todo que no, no, no... -, que  por no tener no tenía usted –miserable hombre de no sé quien-, que para mayor INRI, sus animalitos, no pueden estar colgados si mató uno, de ningún techo, palo viga, jorcón (horcón) o lo que sea, porque usted, no puede hacer lo que vio hacer y siempre se hizo, que fue y es desollar o despellejar al cordero macho -porque una oveja, eso: ¡ni de broma!-, que sin cabeza, porque eso se tira o se entierra, o se la comen los perros, sino que esa cabeza debe ir a Zaragoza, y esa carne de ese animalito sin cabeza y sin cuero, abierto y desangrándose y medio curándose –como lo hacían los guanches hasta nuestros días o abuelos-, ¡no me sea usted salvaje y anticuado!, y lleve al matadero la pieza, pero ¡ojo, es que hay algo más –y no entramos en asuntos de leches y quesos, porque si no, no acabo!, que volviendo al cordero matado, esos animales, muertos o vivos, están sin documentación y es que los animales, deben y tienen que estar documentados, que..., que no sigo, porque lo que viene ahora, no me atrevo a contarlo... ¡discúlpenme!”

El Padre Báez.

PD. ¡Qué tiempos aquellos en los que los hombres del campo, se reían de los guardas civiles!; han cambiado las tornas. Dicen, iban dos guardias civiles de servicio, y vieron venir a un pastor y se dijeron: “¡Vamos a reírnos de este paleto!” Y dicho y hecho. Se acercan al pastor y les preguntan: “Pastor, ¿esas ovejas de quiénes son?” A lo que contestó el pastor: “¡De otras mayores!” ¡Vaya -se dijeron los del tricornio-, con este pastor! Le hacen otra pregunta, con el mismo ánimo: “Y este camino, ¿a dónde va, pastor?” Y les contesta el pastor: “¡No va, ni viene; está quieto ahí!” Con lo que burlados así los hijos del Duque de Ahumada, le hacen éstos, la tercera y última pregunta: “En tu pueblo, pastor, ¿no hay cabrones?” A lo que respondió el bueno, simple y sencillo pastor: ¡Sí, habían dos, y se metieron a guardias civiles!

Y digo yo: ¿Se estarán vengando ahora de los pastores por lo del chiste? El otro día se envenenó un pastor en Tenerife, porque le obligaron a quitar las cabras y a desaparecer los corrales..., ¡suma y sigue! ¡Claro, que detrás de la guardia civil está el kabildo con su miedo ambiente! Pues, ¡éstas tenemos! Es, lo que hay, mientras este pueblo, lo permita.

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