Las tabaibas provocan el abandono
rural...
“... los trabajadores son
pocos...” (Jesucristo, del evangelio de san Marcos 9,
32-39).
·... obran el mal... abaten a
pobres... mendigando el pan...” (del salmo 36).
... ¡bueno, más que las tabaibas, el cabildo! Las
tabaibas son el medio del cual se vale el cabildo para limpiar el campo de
campesinos, dado que no es compatible la coexistencia de las tabaibas y el
cultivo de la tierra y el pastoreo. La disyuntiva es: tabaibas o sector
primario, y para nuestra desgracia, el cabildo ha preferido la vida de las
tabaibas y la muerte de la agricultura y de la ganadería.
Y, para conseguir su
propósito, un doble ejército: el seprona por un lado y por el otro el miedo
ambiente con su propia policía (antes llamados simplemente agentes, seguidos de
un número). Y así, el campo se ha ido despoblando en la misma proporción que se
extienden las tabaibas, prefiriendo lo no humano en el campo, sino la botánica
endiosada, y así protegida las tabaibas, quedan desprotegidos los campesinos,
que son a los que de forma directa y mortal les afectan las tabaibas, dado que
en la urbe, las tienen hasta en jardines y rotondas pero no les afecta salvo que
se rocen por ellas y se pasen las manos por los ojos. Ya no hay trabajo y es
como si no necesitáramos de la tierra, que queda entregada en su totalidad a las
tabaibas. El abandono de la tierra y su entrega a las tabaibas solo genera paro
y hambre, sin utilizar la naturaleza, sino para conservar a las tabaibas y no a
ser humano en su ambiente más ecológico: la tierra. Le ha privado al campesino
del uso de la tierra; no hay posible desarrollo; se machaca el cultivo de la
tierra y la guarda del ganado, para que se desarrollen solo las tabaibas, sin
importar el hombre, sino una planta maléfica y dañina. Lejos estamos del mandato
divino de cultivar la tierra para trabajar y comer. Salvan a las tabaibas, y no
a las personas. Al fin solo existirán tabaibas y no personas. Nos han arrancado
del ambiente los del miedo ambiente (el cabildo), dañando a la tierra al
envenenarla con leche de tabaiba por todas partes. No permiten hacer nada en el
campo; la inacción total que embosca y enmaraña la isla favoreciendo en su día
tal vez incendios inapagables y mortales. El campesino no es el centro, sino las
tabaibas; cada vez la relación hombre-tierra es menor, quedando reducido el
campo o tierra para al senderismo, sin más. Solo interesa las multas y una
economía basada en perseguir y sancionar a todo aquel que haga lo que haga en la
tierra es multado, que engrosa las arcas del cabildo para la paga o cobro de tantos “trabajadores” en la
entidad. La política no mira ni ve el campo, sino la urbe o poblaciones.
Políticos ineficaces y ciegos, que no ven la realidad, tal y como si la leche de
tabaibas les hubiera caído a todos en los ojos. El campo es un negocio político
por las multas que ponen a los campesinos. Alejan de la naturaleza a los
hombres. Se nos aleja de la relación con la tierra. No se practica la
agricultura, ni la ganadería. Deshumaniza el campo el cabildo y lo llena de
tabaibas, sin más. Y así, la crisis, no va a terminar nunca, ya que solo de la
vuelta al campo (trabajo y comida) se saldrá de la que nos está cayendo, y va a
seguir mientras sigan las tabaibas. Se ha de volver a la tierra, encontrarnos
con la tierra, cultivar la tierra... no se trabaja; comemos lo que otros -fuera-
producen para nosotros. Vivimos en un tabaibocentrismo, que nos aleja del
hombre. Y me pregunto: ¿se habrán enterado que el papa Francisco ha escrito una
encíclica (Laudato si) pidiendo no se
dañe a la casa común, que es la tierra? Está claro, que la universidad, ni los
medios de comunicación, nada dicen al respecto, para no dañar a la voz de sus
amos (los del cabildo), y callan cobardemente, siendo cómplices del daño que se
le hace a la “hermana madre tierra”,
en decir de san Francisco de Asís. No nos sostenemos; no nos relacionamos con la
tierra (nos lo impiden, prohíben y multan si lo hacemos o lo hiciéramos). La
tierra está baldía, solo tabaibas en ella...
El Padre Báez.
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26. Muchos de aquellos que
tienen más recursos y poder económico o
político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en
ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos
del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser
cada vez peores si continuamos con los
actuales modelos de producción y de consumo. Por eso se ha vuelto urgente e
imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de
anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida
drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles
y desarrollando fuentes de energía renovable. En el mundo hay un nivel exiguo de
acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar
tecnologías adecuadas de acumulación. Sin embargo, en algunos países se han dado
avances que comienzan a ser significativos, aunque estén lejos de lograr una
proporción importante. También ha habido algunas inversiones en formas de
producción y de transporte que consumen menos energía y requieren menos cantidad
de materia prima, así como en formas de construcción o de saneamiento de
edificios para mejorar su eficiencia energética. Pero estas buenas prácticas
están lejos de generalizarse.
II. La cuestión del agua
27. Otros
indicadores de la situación actual tienen que ver con el agotamiento de los recursos
naturales. Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de
consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las
sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos. Ya se
han rebasado ciertos límites máximos de explotación del planeta, sin que hayamos resuelto el problema de la
pobreza. (de la encíclica de Francisco: Laudato
si).
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