Lucha contra las
tabaibas...
(Nota: Las citas bíblicas hoy, las pone
el papa Francisco en: Laudato
si).
...es también, la lucha contra la pobreza; o lo que es
lo mismo: lucha por la justicia social y solidaria. A la realidad, hay que
evaluarla, para que pueda tener un cambio social. La dignidad de las personas,
es sagrada (no las tabaibas, que están aquí, por encima y por delante del
hombre). El hombre o ser humano, es la medida de todas las cosas. Nunca se ha de
tener al hombre como un instrumento, sino como un medio en todo caso.
En el
centro, se ha de poner o colocar a la persona. No solo se puede caminar tras el
dinero como es lo que hacen con las multas el miedo, el sepro y el cabildo (los
tres son uno). Las tabaibas y esta política recaudatoria generan exclusión
social. Se excluye y se olvida a los pobres campesinos, ricos en otros tiempos
por el cultivo y la ganadería. Los políticos son los responsables de las faltas
de derechos de los hombres del campo. Hay y tenemos que reclamar al Estado, que
deje y estimule la participación de la sociedad, y esta participación tenga sus
garantías. Pues ya vemos, cómo no se crea empleo, y ello mientras no se abra el
campo a la agricultura y a la ganadería -cosa que impiden las tabaibas- no será
posible. Mi propuesta es esa, y no creo exista otra. El compromiso lo han de
tomar los de arriba; la masa, que haga presión; si no, “el hambre nos come por las paras
arriba”. La sociedad (lo social), y lo político han de ir de la mano. Hace
falta y hay que programar (no hay, ni tenemos programación alguna al respecto).
Hay que abrir las puertas del campo; abrir hacia los horizontes de siempre. Hay
que renovar el cultivo, y cambiar el de tabaibas por lo que nos de comida (y de
paso trabajo). Hay que transformar o cambiar la pobreza y la situación social
que esta genera. Falta evangelio y espiritualidad -dicho sea de paso-. El
primero nos invita a estar en medio del mundo; tenemos que hablar y denunciar la
pobreza que generan las tabaibas...
El Padre Báez.
Aunque no es la primera vez que lo cito, en esta
ocasión, me parece más que oportuno. Se trata, del mayor de los vascos (Pedro
Urbistondo, con siete apellidos más):
Hola cura!
Quizá el bien común pueda existir en nuestra sociedad cuando sus individuos basen su filosofía en como siempre decía usted, “el amor y el servicio”. Mi opinión es que esto facilitaría el abrir huecos entre políticas, abusos y tabaibas. Ayudarse, apoyarse con simpatía en lo posible para salir todos hacia adelante, con el único interés de favorecernos mutuamente. Esto crearía unos vínculos y experiencias que no solo provean bienestar y gozo, sino dotarían de más fuerza y claridad para analizar y sortear la situación tabaibera.
Siento parecer pretencioso.
Abrazo, cura.
Le paso este enlace donde están los cuadros de mi última colección: "Palmera Canaria".
http://www.artelista.com/tags/urbistondo
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Nota Previa: Cansado esta uno de poner citas de salmos y profetas,
como hace el papa en esta ocasión, sin más (El Padre
Báez).
72. Los Salmos con frecuencia
invitan al ser humano a alabar a Dios creador: «Al que asentó la tierra sobre
las aguas, porque es eterno su amor» (Sal 136,6). Pero también invitan a
las demás criaturas a alabarlo: «¡Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas
lucientes, alabadlo, cielos de los cielos, aguas que estáis sobre los cielos!
Alaben ellos el nombre del Señor, porque él lo ordenó y fueron creados» (Sal 148,3-5). Existimos no sólo por
el poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo
adoramos.
73. Los escritos
de los profetas invitan a recobrar la fortaleza en los momentos difíciles
contemplando al Dios poderoso que creó el universo. El poder infinito de Dios no
nos lleva a escapar de su ternura paterna, porque en él se conjugan el cariño y
el vigor. De hecho, toda sana espiritualidad implica al mismo tiempo acoger el
amor divino y adorar con confianza al Señor por su infinito poder. En la Biblia,
el Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo, y esos dos modos
divinos de actuar están íntima e inseparablemente conectados: «¡Ay, mi Señor! Tú
eres quien hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y tenso brazo. Nada
es extraordinario para ti […] Y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales
y prodigios» ( Jr
32,17.21). «El Señor es
un Dios eterno, creador de la tierra hasta sus bordes, no se cansa ni fatiga. Es
imposible escrutar su inteligencia. Al cansado da vigor, y al que no tiene
fuerzas le acrecienta la energía» (Is
40,28b-29).(de Laudato si: encíclica de
Francisco).
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