Gritan los tabaiberos...
“... la
maldad de vuestras acciones...”
(del profeta Jeremías 23,
1-6).
“... le
dio lástima de ellos...”
(Jesucristo, en el evangelio
de san Marcos, 6,
30-34).
“... me
rodeaban como avispas...”
(del salmo
117).
“... los
sufrimientos... rebosan...”
(de la segunda carta de san
Pablo a los Corintios 1, 1-14).
“...
resistimos y logramos escapar...”
(de la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo,
a los Magnesios).
“... el
poder... somete...”
(del salmo
109).
“...
espanto... peste... epidemia... plaga...” (del salmo
90).
... los tabaiberos gritan, y gritan desde sus pobrezas.
Estamos, muy limitados. El hombre debe ser el centro. Nos hacemos pequeños,
sobrantes... las tabaibas nos han deshumanizado; estamos oprimidos, nos matan (a
hambre). Nos han separado de la tierra. Hemos roto con la tierra.
Las tabaibas,
nos han hecho nómadas. Se nos mueren las cabras; el tabaibero, tiene que
emigrar, dejando la tierra, buscando otras tierras... En nuestra tierra, el
hambre se hace terrible, y los tabaiberos
tienen que irse, tenemos que emigrar. Somos peregrinos, y somos
emigrantes; nos vuelven las tabaibas en esclavos, nos esclavizan... las
tabaibas, nos hacen la vida imposible, y el pueblo huye... nos alejamos, nos
enfrentamos, nos peleamos, vamos a peor. Las tabaibas, nos marginan y
explotan... las tabaibas, nos hunden, nos llenan de basura... quedamos
desvalidos... las tabaibas, nos separan... las tabaibas, nos pierden... las
tabaibas, son enemigas de las personas, enemigas de los humanos... las tabaibas
hacen crecer el dolor del pueblo... las tabaibas, nos aplastan... las tabaibas,
nos deportan... nos humillan, nos oprimen... Nuestro futuro (¿?)... abandonados,
humillados... las tabaibas nos vuelven impotentes... este pueblo, sufre... sufre
humillación, desprecios... las tabaibas, excluyen al pueblo; las tabaibas, son
violentas, contra la gente; las tabaibas son intransigentes con las personas;
las tabaibas, desprecian al pueblo; las tabaibas condenan al pueblo; las
tabaibas expulsan a las personas del campo, de la tierra... las tabaibas, nos
han deshumanizado... la gente, pasa necesidad, gracias a las tabaibas... las
tabaibas, nos estropean... las tabaibas, nos criminalizan, nos llevan a la
pobreza... las tabaibas nos hacen vulnerables... nos marginan, nos excluyen...
hay un excedente humano y sobramos, solo quedan las tabaibas. Las tabaibas, nos
llevan a la periferia...
El Padre Báez.
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50. En lugar de resolver los problemas de los pobres y
de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de
la natalidad. No faltan presiones internacionales a los países en desarrollo,
condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de «salud reproductiva».
Pero, «si bien es cierto que la desigual distribución de la población y de los
recursos disponibles crean obstáculos al desarrollo y al uso sostenible del
ambiente, debe reconocerse que el crecimiento demográfico es plenamente
compatible con un desarrollo integral y solidario»[28]. Culpar al
aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un
modo de no enfrentar los problemas. Se
pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se
cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible
generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de
semejante consumo. Además, sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio
de los alimentos que se producen, y «el alimento que se desecha es como si se
robara de la mesa del pobre»[29]. De cualquier manera, es cierto que hay que prestar
atención al desequilibrio en la distribución de la población sobre el
territorio, tanto en el nivel nacional como en el global, porque el aumento del
consumo llevaría a situaciones regionales complejas, por las combinaciones de problemas ligados a la contaminación
ambiental, al transporte, al tratamiento de residuos, a la pérdida de recursos,
a la calidad de vida.
51. La inequidad
no afecta sólo a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una
ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera « deuda
ecológica », particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con
desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como
con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo
históricamente por algunos países. Las exportaciones de algunas materias primas
para satisfacer los mercados en el Norte industrializado han producido daños
locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido
de azufre en la del cobre. Especialmente hay que computar el uso del espacio ambiental de todo el
planeta para depositar residuos gaseosos que se han ido acumulando durante dos
siglos y han generado una situación que ahora afecta a todos los países del
mundo. El calentamiento originado por el enorme consumo de algunos países ricos
tiene repercusiones en los lugares más pobres de la tierra, especialmente en
África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los
cultivos. A esto se agregan los
daños causados por la exportación hacia los países en desarrollo de residuos
sólidos y líquidos tóxicos, y por la actividad contaminante de empresas que
hacen en los países menos desarrollados lo que no pueden hacer en los países que
les aportan capital: «Constatamos
que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen
aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer
mundo. Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes
pasivos humanos y ambientales, como la desocupación, pueblos sin vida,
agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación, empobrecimiento de la
agricultura y ganadería local, cráteres, cerros triturados, ríos
contaminados y algunas pocas obras sociales que ya no se pueden
sostener»[30]. (de la encíclica de Francisco: Laudato
si).
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