lunes, 2 de julio de 2018

Y los hay, que llaman “santuarios gastronómico” a nuestra comida basura.

Y los hay, que llaman “santuarios gastronómico” a nuestra comida basura, al margen que vaciándose los otros, los religiosos, sustituyen estas otras mesas por la eucarística, pero que de lo que comíamos antes, nada de nada, pues todo viene de fuera, y por tanto ya desnutrido, pasado, mustio y si lozano y fresco por lo que le añaden ¡y a saber con qué consecuencias para la salud, que sí lo sabemos! Que recuerda uno su infancia con la escudilla de gofio, azúcar y aceite con queso tierno, todo amasado para la merienda, la  juventud con aquellos potajes de jaramagos con carne de cochino y gofio amasado, y ya adulto, de cuanto daba la tierra, y venía de la huerta, y por descontado la leche de la cabra y alternada con la de la vaca, que era todo un primor, de sopa fuera con pan bizcochado o con las variantes con gofio, que no es de citar, no sea se me haga la boca agua, que lo que es al presente, ya sin tierra de cultivo y prohibido cosechar algo, y con las chozas vacías de cabras, y matándolas  el cabildo a las mejores, y que son las libres, y nos hablan de falsas comidas frente a lo que sí era comida-comida, que no dudo, la hay para los de altos poderes adquisitivos, que comerán exquisiteces, pero todo ello lejos de la huerta, de frutas sanas y de papas de la tierra, y por descontado en platos tan finos, de los que imagino ausente al pobre-rico gofio. Y es que el arte culinario pasa ahora por la vista antes que por el paladar y son casi obras de arte y de filigranas, para engañar al estómago, donde no faltan los pasteles y la cocina rara y extraña por extravagante e imposible repetir plato al querer copiarlo o imitarlo, y ello cuando el arte de cocinar de la abuela o madre, ya ha desaparecido, ¡y cómo olía aquello, Dios mío!, que se chupaba uno hasta los dedos; que lo que es ahora; la mesa con queso, y a saber de dónde porque sin cabras, sin vacas y sin ovejas, ¿qué queso podemos tener? ¡Quesos que asombrarían al mundo si saliera y llegara más allá del que –cada menos- los hacen, pues ni son tantas las variedades, la poco leche es de animales que comen lo mismo, con lo que el sabor o gusto, paladar o cata, es lo mismo sea de donde sea, y cuando los viejos parrales se secan y no se renuevan, los vinos generosos, cada vez vienen más de fuera, cuando de aquí lo bebía Europa y otras partes del mundo, que los parrales desaparecen y como pasa con las cabras imposible podamos beber vino fascinante como el nuestro, al ser como el queso –cuando lo había- el mejor del mundo. El campo está lleno de maleza, no se ven ya los parrales, y le pasan lo que a las cabras, desaparecen y el cabildo las matan. Es el caso que en la carta, ya vinos..., y en cuanto al café de Agaete, ¿alcanza un buchito el 1 % de la población?, ¡mucho lo dudo!, y sin embargo, cual si tuviéramos toneladas de granos, cuando vas por el Valle, ¿y los adivinas? Ya, ni siquiera el ron para una medicina. Pues, ¡nada! que la cocina está en innovación, en creatividad, en superación..., ¡y una m.....!, con perdón.
El Padre Báez, Pbro.

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