martes, 24 de julio de 2018

El futuro cercano del queso en Gran Canaria.
 
El futuro cercano del queso en Gran Canaria. Si las pocas vacas que nos quedan solo se las mantienen de cara a las fiestas, para que arrastren y vayan a las romerías, y, ¡nada de sus leches para los quesos!, los quesos de leches de vacas pasan a la Historia. De hecho, cuando no habían tractores, las vacas araban, pero ahora ya ni eso. De ahí, que el poco queso que se produce, ¡y a menos!, va a ser de cabras y de ovejas; pero, también sabemos la suerte de éstas (cabras y ovejas). Y el problema es, que a la par del queso, desaparecen las vacas, o la desaparición de las vacas, es la desaparición de los quesos de vacas. Y cierto, queda todavía un resto de quesos de  vacas, pero es tan poco, que no pasa o sale de la mesa del propio vaquero o boyero dueño de esa pobre vaca, ya sin yunta o pareja. Y, sobre la calidad de aquellos quesos de nuestras vacas, ya casi ni quedan, y se las están mezclando con otras razas, ya aquella leche amarilla y grasa, ya no se la ve, y ello en gran medida por la comida de estos animales, ya toda traída de fuera, pues no te dejan tocar nada, porque todo lo tienen protegido. Y así la cosa, estamos condenados u obligados a comer quesos venidos o traídos de, ¡sabe Dios de dónde! Con lo que perdemos el queso-queso, y junto con él, perdemos a los ganaderos y agricultores, razón del vivir en el campo, campo que se vacía al tenerlo todo protegido el cabildo para su eterna campaña de seguir y no parar de plantar pinos fijo, en lugar de favorecer y procurar la cabaña de vacas del país, o la nuestra no termine y vaya en aumento, ¡pues no señor! Incluso él, el cabildo, sabido es cómo mata las cabras, que son las vacas de los pobres, al fin sin queso ni de vacas, ni de cabras, y habida cuenta las ovejas dan menos leche y también van a menos, ¡al medir les contaré! Pasarán los aros a ser piezas de museos, difíciles de explicar a las nuevas generaciones y a las por venir, su uso. Y nada digamos de las queseras (no me refiero a la mujer que hace queso; que por otra parte, son muchos los hombres, que también lo hacen, dado que las pobres columnas y espaldas de las que lo hacen se resienten gravemente, deformando y afectando a la salud. Y si en lugar de las vacas hablara de los toros, ¿dónde queda un solo toro de nuestra raza o del país? Pues a ver cómo van a quedar preñadas las poquísimas vacas que van quedando, y cómo los quesos por venir, ya no serán lo mismo. Y nadie para, ni pone remedio a esto. Solo, obsesivamente: plantando pinos, sin más, y como locos. ¡Ah, y dado que uno habla de lo que conoce -gracias a mi programa en televisión, he tenido contacto con los dueños de vacas-, las pocas que nos quedan, son ya vacas viejas, de muchos años, y no, el relevo comienza a ser ya de vacas mezcladas, que ya no es o son lo mismo, ¡ni la mitad! Se pierde una raza, y, ¡no pasa nada para el cabildo, Dios! Y se preocupa de unos pinzones grises (aunque los llaman azules, y que no existen [pero sobre los pinzones, les hablo o escribo mañana si Dios quiere]).
 
El Padre Báez, Pbro. 24-07-18
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PD.- Esto recibo desde Sevilla:
 
“Hola Padre Báez              
Me pregunto cómo puede estar un pueblo o parte de él tan ciego y no ver el problema que tiene frente a sus ojos, y ello teniendo la suerte de tener un pastor -nunca mejor dicho- que los guía ante la catástrofe natural que con el tiempo van a tener con la siembra de los putos pinos, pues cuando se queme la isla -que se quemará- pues están sembrando gasolina, se echarán las manos a la cabeza.  Y yo, desde Camas (Sevilla) le diré  a todo el mundo de mi entorno, ¿no será que no lo advirtió el Padre Báez?  Quiero que sepa, leo los comentarios diarios de Usted,  y si no fuera por los kilómetros que nos separan, tendría un colaborador fijo todas las semanas... Un admirador de su persona y lucha: José  Antonio Brito Flores (Nino para los  amigos)”. 

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