domingo, 25 de mayo de 2014

mi credo


YO, EN EL CATOLICISMO DE SIEMPRE, EN UN MUNDO VIEJO, AUNQUE…

 

… muchos lo dejen. Para mí, Dios está por encima de cambios. Para mí, Jesús es Dios. Él, me atrajo a sí, me llamó, me eligió. Y yo, le seguí, sin más (y le sigo). El estudio de la Teología, fue el mayor de mis placeres y pasión. Otra cosa no he hecho sino intentar, que todos le sigan. Nadie, le supera. Seguirlo es, estar en el mejor camino. Camino hacia la Otra Vida. No creo haya otra Verdad, como la suya. Creo. Dios en un más allá y en un aquí. En un aquí, más allá de reduccionismos y simplismo. Un Dios no manipulable. Los milagros de Jesús, no me preocupan; hay mucha literatura en ello, y no se ha de tomar al pie de la letra, Pues “pasó, como uno de tantos”. Ese fue el mayor milagro (sin negar la Eucaristía y la Resurrección). Claro que hizo “milagros”; pero hay que saber interpretarlos (simbólicamente). No me preocupa cómo fue su nacimiento, y me sigue valiendo si fue José su padre (cosa que no afirmo). Que su madre no fuera virgen me trae sin cuidado (cosa que creo). La estrella de los magos, es figurativa (me parece). Creo secundario si hubieron pastores y ángeles cantores (puede que sean adornos). Lo de Belén a Egipto, es más creíble que fuera a Inglaterra (en los años de vida oculta, a donde bajó con sus padres). Lo de Herodes y demás, lo veo accidental, por más que estuviera anunciado veladamente. Nada extraña, se aumentara e interpretara añadiendo y aumentando su importancia con hechos reales o ficticios, que en nada quita divinidad, ni la aumentan. Su poder, está por encima de esos detalles. Absurdo pensar en una resurrección, que no fuera de un cuerpo glorioso, y ello según muere, sin tiempo contable en días, sino al instante. Ese cuerpo glorificado, espiritual, es difícil verlo, sino con ojos de fe. Hechos intransferibles; muy personales. La fuerza del Espíritu (como el viento: ruag-pneuma-spiritus-espíritu): misterio. Su ascensión, debió ser un sumirse en el Padre, con quien es inseparable (junto con el Espíritu Santo), los Tres que son Uno, más allá si subió, bajó, fue a la derecha o izquierda, fuera del espacio. Me da igual si fue Él o no quien fundó la Iglesia; creo que se reunieron en su nombre, y ese grupo es universal (católico): la Iglesia (que cree en Él, y vive su doctrina [la de Cristo]). Por supuesto que desde un principio hubo distintos carismas o ministerios (jerarquía, por tanto). Actuando Él, en los suyos, ¿Cómo no creer en los signos, señales, sacramentos, misterios? Los medios son indispensables. Han de ser controlados (normas). Imposible no haya quien lo represente (sería un caos). Es, el poder del servicio (diaconía). Somos herederos de nuestros antepasados, y nacemos en esa condición. Bautizarse es entrar en el grupo de los que quieren vivir limpios, en la luz y verdad. Creo en la bondad de Dios (y en la debilidad de los hombres y en la libertad de los mismos). Creo en el pecado. Creo en el perdón. Creo en -repito- en la bondad de Dios que se manifiesta a través de algunos hombres (sacerdotes), sin que eso aumente su poder, sino su amor. Cada vez que digo hombre, no niego a la mujer, sino que la incluyo; y respeto las costumbres de entonces, y en la fidelidad en Aquel, que no distinguió los sexos, sino que los igualó y aún primó a las mujeres (el primer apóstol fue María Magdalena). No veo discriminación alguna por parte de la Iglesia, contra nadie. Creo, que sin las mujeres, la Iglesia sería mucho menos de la mitad. Ellas son tan Iglesia, como cualquier bautizado. No hace falta la mujer ocupe puestos de jerarquía, cuando son las primeras en todo (primacía, más que jerarquía). No creo haya un solo texto eclesiástico en veinte siglos de catolicismo, que discrimine al homosexual o lesbiana, a quienes se respeta con igualdad de los que son heterosexuales. Lo que no se acepta es la conducta de unos y otros según la naturaleza y principios. No se juzga a nadie, de uno u otro lado (eso lo hace Dios con todos, sin distinción). Al presente, hay ya algo caduco y desaparecido: la distinción de razas u otros conceptos de distinción. Creo en la tradición oral, antes de llegar a los escritos, y en el respeto a los mismos, en cuanto muestran raíces, que bien se pierden en el tiempo, y tienen visos de veracidad y acierto, la experiencia y las vivencias de siglos, que dan calidad, como al vino los años, que cribadas han sido calificadas de “Palabra de Dios”, en cuanto se las pueden atribuir, y han sido siempre fuentes de libertad. Creo, en Dios, que sigue hablando a través de diversos medios. No quiero cansar a nadie con mi credo, el credo de la Iglesia. Católico, abierto a los nuevos aires que se fundan en el ayer. No, no creo en una nueva iglesia inventada al presente, o con algunos pocos siglos de base; creo en la de siempre, sí en la misma y renovada. Renuevo siempre que puedo mi bautismo, y no cambio nada. Antes de abandonar la Iglesia querría morir en el instante. De no seguir a Jesús, no seguiría a nadie. Sin Él, estaría perdido. Entiendo cobardía cualquier abandono. Por eso sigo. Lo otro, sería muy difícil, además de complicado. Mi mayor tesoro, es la fe. No creo, en una nueva y distinta fe.

 El Padre Báez.

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