Se llamaba Simón, y Cristo le pone de nombre “Cefas”, que significa “roca”, referencia clara a la solidez duradera en fidelidad a la Iglesia. Escogido, no por méritos propios, ni simpatía de Cristo, a quien negó. He ahí su grandeza, por la misión a la Cristo le confía, siéndole ahora fiel en el amor.
Primado, que viene de primero, y cierto fue el primero en ser llamado, lo que lo hace estar en un puesto de preeminencia respecto a los otros, es decir, a la cabeza del grupo.
Cristo, se alojaba en su casa; Pedro habla siempre en nombre de los otros; a él se le aparece el resucitado antes que a los demás; etc. Preeminencia de Pedro, que aparece en todo el NT. No obstante, busca la voluntad de Dios; su responsabilidad colegial; Pablo busca ponerse de acuerdo con él, reconociendo su autoridad, la misma que arrastra tras él, a toda la Iglesia.
La misión de Pedro, queda nítidamente clara en los distintos textos evangélicos (aquí -ya se sabe- solo hacemos apretadísima síntesis): Nuevo Abraham, fundamento sobre quien Cristo funda su Iglesia; a pesar de las fuerzas del mal, Cristo le anuncia su victoria; a él se le confió la responsabilidad suprema de reunir a los creyentes del mundo (católico) en la Iglesia del suelo y del cielo; él (Pedro), comunica la vida de Cristo, a los fieles. Jesús le anuncia que debe confirmar en la fe a sus hermanos; él preside la elección de Matías; juzga a Zafira y a Ananías; habla sobre la resurrección en nombre de los otros apóstoles; anuncia el don del Espíritu Santo; invita a todos al bautismo; visita a todas las Iglesias; su poder en nombre de Cristo cura a enfermos e incluso resucita a un muerto (pido disculpas no ponga citas, para no marear con números y en razón de la brevedad). Recibió la misión de transmitir una regla de fe sin quiebra y es el depositario de las promesas de vida.
Cristo le confirió el cuidado de la grey entera; en un solo rebaño, que es ahí donde se tiene vida abundante (no desde el sectarismo).
Como Cristo, Pedro es: roca, piedra viva, pastor con el poder de admitir en la Iglesia, de salvar y dar vida divina. Ciertamente, es el vicario de Cristo.
Esta es su misión y su grandeza. Todo lo dicho de Pedro es aplicable a Benedicto XVI, el mismo, que como hemos dicho, viene a Madrid al encuentro con millones de jóvenes, que vienen de todo el orbe católico, a encontrarse con el elegido de Dios, como representante suyo: el Papa.
Lo último que me ha sucedido hoy, es la petición de un joven con carrera universitaria y en el doctorado, recién llegado del extranjero de estudios, pero de aquí, que me dice quiere volver por Madrid, para estar con el Papa (el “dulce Cristo en al tierra”, en palabras de Santa Catalina de Siena).
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