Los hay que todos los días recogen basuras contra la Iglesia, para mostrarlas a los demás, obviando todo lo bueno y mucho, y todo de la Iglesia, para apoyándose en enemigos de la misma, hacerles publicidad, sin otro objetivo en sus vidas, olvidándose de realidades sociales, y obsesionados esquizofrénicamente en el único tema de herir a la Iglesia e insultar haciendo daño, sin darse cuenta se lo hacen a sí mismos, al aumentarse el odio, que cual cáncer les corroe; pues en ese dañar a la obra de Dios, solo ven lo que dicen los que como él, viven para odiar y hacer el mal, dando crédito y aceptación de fe ciega, a las opiniones más disparatadas y absurdas de los que son sus émulos o semejantes, por aquello de “que Dios los cría, y ellos se arrejuntan”. ¡Pobres pequeños hombres! ¡Pobres enfermos, necesitados de un buen psiquiatra, que los “ordenen” un poco!
Mientras la Iglesia se ocupa de los pobres y de asuntos sociales mil, estos pobres diablos (lo digo con cariño), solo se ocupan de sacar trapos sucios de la misma. Ignorantes, no saben que con el odio que actúan y sus ataques inmisericordes y falsos, la ayudan sobremanera, pues, cuanto más la difaman, más la dan a conocer y suscita sentimientos contrarios, por elemental psicología (por aquello, de “que hablen de mí, aunque hablen mal [pues me hacen bien]), y la gente sensata, sabe diferenciar la verdad del odio y la venganza. La dan a conocer, y en su hablar negativo y mal, llegan a más, que la descubren y se cuestionan lo leído: el odio, el “trave”, el rencor, etc., del que se ocupa de reproducir tales textos; y aunque intentan desfigurar y mentir, destrozando verdades y mostrando mentiras y extremos de “don nadies”, extienden su existencia y realidad pecadora en cuanto humana, que si es santa lo es por su fundador (al que niegan también la autoría).
Gracias pues, a los enemigos -a los que amamos-, que tanto “bien” nos hacen. Si hablan mal de la Iglesia, es porque les escuece, les molesta, les fastidia, les corroe la envidia, y por eso, creen y quieren hacerles daño, cuando solo le hacen un bien -repito- impagable. Pues, “¡ay, cuando todos hablen bien de ustedes -que decía Jesús, con otras o parecidas palabras- porque se habrán asemejado a ellos!” Precisamente, nuestro Dios y Señor Jesucristo, fue tachado de blasfemo, endemoniado, loco, borracho, empujado a un precipicio..., y al fin crucificado; el mismo que dijo: los discípulos, no iban a ser mejores que el Maestro. De hecho, de los Doce, ni uno solo murió en la cama , sino como su Maestro: en cruz, degollado, desollado vivo, etc., y en esa operación, los hay que continúan perfectamente muy bien en su labor, la misma en la que estamos y llevamos XX siglos, pero esta nave sigue a flote, sin que por mucho y más que la critiquen haya quien la hunda (la guía y conduce el mismo Dios Espíritu Santo).
Que la persecución, es nuestra señal de identidad; y ella, estuvo siempre-siempre a nuestra acción y extensión, soportando mentiras, invenciones, venganzas, odios irracionales, etc., etc. Si los que nos critican y creen hacernos daño, supieran que con eso que dicen y hacen nos están dando pruebas de autenticidad, callarían, pero ¡que sigan!, que es buena señal. Lo malo sería nada dijeran de malo o mal en nosotros, los miembros de la Iglesia.
Solo que da pena, ver a esos pobres hombres de Dios, hurgando entre basureros, para cada día dar la ración de odio contra la Iglesia, de resentidos y vengativos, que no saben sino cobrárselas de forma patológica e irracional retratándose como tarados, al no ver que detrás de esos árboles hay todo un bosque inmenso. No niego lo que dicen, pero afirmo hay muchísimo más y mejor, que ciegos por el odio no lo ven, y siguen en vergonzoso alegato contra la mayor, con minucias, y echando balones fuera.
El Padre Báez, que reza por él (y ellos), y le da las gracias por reforzarme en la fe. Y no nos deje la ración diaria, que tanto bien nos hacen. Nos critican: ¡existimos!
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