De entrada, el término “ministro”, viene del griego “diakonía”, que significa “servicio” o “servidor”, que fue traducido al latín como “minister” (“mésaret” en hebreo), que designaba a los sacerdotes o servidores de Dios, y que median entre Él y el pueblo. Esto se aplica Jesús, pero en a Iglesia fundada por Él, cambia con un aire nuevo: servir la palabra y la gracia.
(Nuevamente pido disculpas por la densidad de estos temas, a pesar de la simplicidad, para su mejor comprensión). Jesús, enseño a los suyos (apóstoles), que la función de ellos era servir o un servicio, siguiendo el ejemplo por Él dado: un ministerio, y así lo sienten y asumen.
Hay en todo esto, una diversidad de ministerios, según el Espíritu (no entro en la enumeración de los mismos), y cual mandato recibido de Dios. En la cabeza de las funciones, sobresale el dedicado a la palabra de Dios, y ello sin excluir los otros cargos pastorales.
Y nace la jerarquía de gobierno, en orden a prolongar la acción, ya en tiempos apostólicos, y así en cada comunidad habrá un presbítero (un “anciano” [independientemente de la edad]), y aparece el colegio de los presbíteros, según reglas muy estrictas, y constituidos por la imposición de manos.
Pero, al lado de los presbíteros y diáconos, están los “episkopoi”. Tenemos ya un embrión de la jerarquía. Ya tenemos diáconos que sirven la mesa, presbíteros que predican, están la viudas...
En cuanto a los episkopois (“vigilantes”), puestos a las cabezas de las comunidades, para velar por ellas. De tal modo, que en cada comunidad, había un solo episkopoi, entre los presbíteros y escogido entre ellos. Y son ellos (los episkopoi), los que desempeñan la función de pastores.
Tenemos pues, unas delegaciones de gobierno, que muestran bien a las claras, una organización de la Iglesia en vía de evolución.
Una vez desaparecidos los apóstoles, se estabiliza una jerarquía con tres rangos: un episkopoi, pastor y presidente de la comunidad, rodeado de sus presbíteros, al que asisten diáconos.
Los tres grados son: obispos, sacerdotes y diáconos, derivados del ministerio apostólico en lo que tenía de trasmisible.
Llegados a este punto (muy resumido y apretado todo, para no liar al profano), concluyamos estas -especies de catequesis- con esta idea que enlaza con el título: nos visita el obispo de Roma, el primero entre iguales. Y viene con esa carga de la que hemos especificado algo: palabra y gracia.
A tal fin, son muchos los millones y millones, que en persona o por los distintos Medios de Comunicación Social, están pendiente a su magisterio, y que a nadie -absolutamente nadie- deja indiferente, y ello, por más que lo odien y persigan. Si eso hicieron con el Maestro, con los que le representan, no harán menos (está profetizados o advertidos, por el mismo Jesús).
No hay comentarios:
Publicar un comentario