Nadie compra nada; todo está a tope; nadie vende nada; solo lo mínimo, y poco. Es una ruina. Te dan la lista de precio: el margen de ganancia es mínimo, y para sacar de ahí, para pagar a cinco empleados en el Supermercado, pagar las vacaciones, a Hacienda, la Seguridad Social, el venir desde tan lejos, el tiempo...
Así vea los ojos de Dios: tres lechugas 1,00 €. Una lechuga 0,33 €. ¿Dónde la rebaja u oportunidad? Y por otra: ¿quién compra tres lechugas, para tirar luego dos? Pero esto es lo de menos. Es, que la cosa ésta, va a más. Es decir: a peor. Y sin embargo: la tierra vacía, sin cultivo alguno; todo de fuera. Y aquí, todo el mundo de fiesta.
Y encima (o ensimba), lo que compra, no sabe a nada; se te pudre, te produce acidez de estómago, es carísimo, y ¡Dios sabe de dónde viene! Como si aquí no pudiéramos cultivar lo mesmo ud (o mismo). Preocupado el cabildo de unos pájaros azules, la universidad de unas tortugas bobas, y el gobierno de un turismo viejo y enfermo.
Los cuatro que quieren dedicarse a la agricultura, les enseñan a ser jardineros; y la limpieza nunca es de cercados para plantar papas o coles, sino de barrancos y laderas, de lomas y montañas, pero de retal, que este o se pudre y se lo come el fuego, en lugar de ovejas y cabras. ¡Bueno, algo limpian: ahora cogen cigarrones para llevárselos a los pájaros azules! ¿los ordeñarán?
La única ganadería superbollante, es la cínica o perruna, canina o chucha, que ésta hasta en la sopa (¡no sopa de ellos, sino que hasta duermen con los dueños [más dueñas que dueños, según mi santa madre, q. e. p. d.]! Y mientras por La Luz (el puerto), entrando comida de fuera por tubos y mangueras, riqueza para Gobierno y cabildo, negocio de cuatro, que hunden a Gran Tabaibal, con comida de fuera, que pudiéramos producir aquí y hasta exportar, como en otros tiempos peores.
Puede que uno repita siempre la misma canción, ¡y lo que te rondaré morena! Uno las vio venir, y así lo dijo una y mil veces, y ¡ahí está! Uno sigue avisando por dónde viene la solución y la salvación -no me refiero a la religiosa y espiritual, sino a la física y corporal- que si no nos espabilamos, esto se convierte en otro cuerno de África, pues al fin en este continente estamos.
Claro, que todo esto debemos agradecerlo a espakistania y a los enemigos del Tabaibal, tabaiberos traidores, que prefieren la dependencia hasta en todo-todo, antes que la libertad de la dignidad propia, que hundidos, pisoteados, exprimidos, escachados, enmudecidos, estrujados, escurridos, masacrados, silenciados, desprestigiados, malalimentados, encorsetados, maniatadossupervigiladosmultadosatodashorasporunaguardiacivilypolicíaquenonosdejanicaminarporloqueesnuestronitocarunyerbajonipisarelaceleradorunkilómetromasnitenercolgadodelaparraunpájarocanrioquetealegrelavida.
Que ud no puede pasar de un barranquillo a otro, si este divide San Mateo de Santa Brígida -por poner un ejemplo- y llévelo ud a la frontera del suyo con el del al lado-, porque se trata como si de un país extranjero fuera, pero ¿qué política asquerosa es esta, que ud no puede enterrar ni un gallina si se le muere, ni tener un caballo, porque si no lo tiene en regla, lo multan con millones y perros todos los que ud quiera y más, y cabras ¡ni una!?
¿Es o no es, acabar con nosotros, con lo nuestro, con lo que los guanches nos dejaron, con lo que nuestros abuelos siempre hicieron, que ahora, no se suelta una cabra, porque se come los pinos, pero ¿a quién van a engañar? ¿Comen pinos las cabras, o retal que se lo come el fuego antes que ellas? A ellas les traen piensos desde EE.UU., ¡total: regalado! Y luego media botella de agua, más cara que un litro de leche “¡leches , que te pego!”, que dijera José María, el de la abeja, robado por Felipe, el del palacio en Marruecos y que ya no se identifica con el pesoesocialismoespakistaní.
Y mientras, el mercado está muerto: no sale nada de allí, lo que entra se pudre, y hay que tirarlo, y se devuelve ¿a San Juan de Dios?, ¡no se! El caso es que no hay dinero para comprar, lo que cada día es más caro, porque pagamos transportes varios y desde muy-muy-muy lejos, y eso encarece y retrasa muchíiiiisimo el producto, que nos mata, sin sol y de mala y lejaníiiiisimas tierras.
Y al desgraciado que quiera seguir con el negocio de siempre, del cual vivía, tiene que cerrarlo, porque entre pagos, seguros, vacaciones, hacienda, reparaciones, viajes al merca, etc., etc. ¡la ruina! Y la muerte del mercado. Y mientras, hacemos campos de golf; campos de papas y coles ¡¡¡no!!!: de g-o-l-f , ¿de golf?, sí de golf. ¿Para qué?, pues para quitar las fincas y regar césped, desaparecer las vaquerías y los tomates....
Y todo esto y más: gracias al Gobierno autonómico espakistaní-tabaibero, gracias al cabildo (¡siempre con minúscula la primera letra “c”!), y gracias a los ajuntas y mientos (menos el de San Mateo).
El Padre Báez. Hoy a seca, y pegado al párrafo de arriba para ahorrar.
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