jueves, 4 de agosto de 2011

Asuntos Sociales.


Está claro, que no son Cáritas, ni nada que se les parezcan, pero que dejen a nuestros mayores, enfermos y ancianos, sin atender, y que..., atienden millonariamente a menores llegados por pateras u tros medios, siendo algunos padres y con bigote de más de cinco años, me parece bien, pero no me parece bien abandonen a nuestros enfermos y mayores que dependen de una ayuda, que ahora se les niega y condenan a la muerte, miseria, abandono...

Seguro, que para el carnaval de cuatro meses, sí que sobra dinero; para eso, para “arte y cultura”, para exposición, música, teatro, etc., etc. Es que el atender a los necesitados en el orden de prioridad está en la cola ¡Así va nuestra humanidad (¡la de ellos!)!, que los que deben vivir en la edad del júbilo y la alegría, la paz y el gozo, los maltratan y dejan sin atender, mientras que a los perros en las perreras, a éstos (los perros), ¡que no les falten arroz con carne, higiene y alguna  alma solidaria (no digo caritativa), que acoja a uno de los chuchos, aunque corran peligro sus propias vidas (las de los adoptantes).

Y no, no es mío el mérito de este comentario; que lo es, de mi amigo, casi “hijo” si lo vemos en el orden espiritual, artista él, y dado a escribir, la obra que lleva por nombre “el último hombre”...,  me llama (Pedro Urbistondo), para compartir con un servidor, su inquietud, por estos pobres ancianos solos, abandonados, enfermos, con hambre, con faltas de cariño, de comida, de curas, etc., etc, y me dice:

¿Por qué no es cosa de la escuela, colegios e institutos e incluso de la Universidad, que los estudiantes, bien organizados, hagan esas funciones, con lo cual -palabras textuales de Pedro- “¡hasta el más malo, se vuelve bueno!”? Y piensa uno, que esa sí que seria la educación verdadera para la ciudadanía, que los profesores se impliquen en ello, y si no desde la fe y religiosidad, sin amor al prójimo -sino filantrópicamente-, y desde la indiferencia religiosa, ateismo, aconfesionalidad, laicismo, etc., se ocupen de este bien social común, y añado yo: en lugar de tanto carnaval, tanto botellón, tanta noche, tanta droga, tanto sexo, etc. ¿no sería esta, la mejor suerte de acabar con todo esto último y de paso atender a estos mayores, de los que nos vienen la sabiduría, que de  paso les puede salpicar a ellos –a los estudiantes (más y mejor que desde las aulas)- al estar en primera fila, y escucharlos los primeros?

¿No es el elemento juvenil un gran potencial, una gran fuerza no utilizada, ni canalizada, sino al salvaje libre albedrío, donde solo se perdigue mal, sin bien alguno? Un enorme vuelco daría -y gratis- nuestra sociedad, si los estudiantes, escolares, universitarios o de profesionales, como los de bachillerato o lo que sea con distintas denominaciones, según centros y estudios, que todos ellos, cuales si a sus propios abuelos se trataran visitaran, cuidaran, atendieran, y les hicieran compañía, ¿no iba a ser mayor el bien recibido que el dado? Brillante la idea de Pedro Urbistondo, en la que ahondo.

Recuerda uno, cuando párroco en Tejeda, entre los años 70-80, los jóvenes de confirmación y grupos juveniles de la Parroquia, se encargaban por turno y grupo, de visitar a los ancian@s del lugar a los que les hacían pasar las mejores tardes de Domingos, a la par que estos mismos jóvenes rescataban de ellos poemas, romances, medicinas tradicionales, bellísimas historias, enseñanzas mil, y ello desde una militancia católica, que bien pudiera imitar la nueva edila de servicios sociales de Las Palmas (sobra lo que sigue, porque no hay otra y no es necesario sino desde la pedantería), y lo mismo es válido para cualquier otro de los 20 municipios restantes, que dependientes miles, tengan servicios de limpieza, de preparación de comida, higiene, entretenimiento, curas, limpieza de sus cuerpos, etc., etc.

No se puede recortar nada a los enfermos y mayores, ellos son lo prioritario; no se puede suspender ningún servicio social -salvo que sean caprichos y antojos-, etc., y más teniendo este ejército de jóvenes disponibles si se les ofertara esta posibilidad.

Que sobran empresas de ayuda, si implicamos a ese gran y enorme potencial juvenil, que de seguro lo agradecería y sin cobrar un €. Reduzcan carnaval a tres días –como lo celebra el mundo mundial-, reduzcan en fiestas y otros actos similares, de..., pero no abandonen a los necesitados y si sí déjenlos en manos de profesores que organicen en ello a sus alumnos.

Déjense de cultura basura (que si pinturas y canciones absurdas y degeneradas), déjense de tanto hospital para cuadros y ábranlos para los enfermos y ancianos, que para eso tiene el nombre de Hospital de San Martín, y ha de ser para lo que fue hecho, etc. Déjense de echar la culpa al anterior mandato (canción repetida hasta la saciedad), y asuman la prioridad, y gasten en lo que hay que gastar, y dejen lo secundario para el final.

Justo cuando la demanda crece, desaparece la ayuda; pues esto, no ha hecho sino empezar, y la cosa va a más. De ahí, la solución que presentamos Pedro y un servidor: implicar en ello a la juventud, adolescencia, y hasta a la infancia, y educar -con ello- , para ser mejores ciudadanos. Toda vez que aquí se aborta más que en ningún lugar del mundo, el número de ancianos se dispara, y va a más (sin hijos, ni nietos que los atiendan). Crece la demanda de ayuda...

¡Que hermoso sería ver a un joven pasear a un ancian@ y encontrarse con otros jóvenes y presentar a su ayudado, y seguir en juvenil conversación en la que medie la experiencia y ciencia del ancian@. Y así, muchos ancian@s, por las casas de esos que ya no pueden salir, haciéndoles compañía, ayuda y aprendiendo del “abuelo@” tanto y tanto a cambio de casi nada.
 
El padre Báez, que cree lo primero son los mayores, y ello aunque no se crea, ni se tenga el cuarto mandamiento de Moisés -si no quieren decir de Dios-, que nos manda honrar, amar y ayudad a los “padres”, que son los mayores y es el primer mandamiento con referencia al prójimo, que los tres primeros se refieren a Dios: amarlo, respetarlo, celebrarlo.

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