martes, 10 de junio de 2014

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Meditación ante una tabaiba (*)…

 

… como ante una diosa: postrados ante ellas, la adoramos, porque nos libra del hambre, le damos culto, ángeles la custodian, ¡benditas sean las tabaibas!, confiamos en ellas, exponemos la vida por ellas, glorias y alabanzas a ellas, dios de nuestros padres, su nombre santo y glorioso, sentada en el trono de las montañas de su reino, creemos en ellas, nos mantenemos fieles a ellas, no hay otra verdad,  somos sus esclavos, es nuestra madre/padre, somos sus hijos, las amamos, les hacemos ofrendas de leche, nos remedia, nos perdona las heridas cometidas contra ellas, es/son todopoderosa, es nuestra medicina, su espíritu nos acompaña siempre y a todas partes, nos salva, nos libra del mal, nos iluminan caminos, somos sus servidores fieles, nos bendice, son nuestro refugio, tienen un sumo sacerdote y muchos sacerdotes, la contemplamos, le hablamos, le pedimos, oramos, nuestro corazón y mente en ellas, nos auxilia, son nuestra fortaleza, nos escuchan, omnipresente, nos socorre, nos acoge bajo su sombra, nos nutre, es sabroso su manjar, son delicias sus gotas, exquisitez divina su blanco líquido, sabrosa su leche materna, fuente viva de vida, su bondad a cuantos la reconocen, ¡que ningún pie soberbio la pise, pues bajaría al infierno!, es nuestra luz, invencible, le cantamos, la ensalzamos, la invocamos, ¡es grande su grandeza!, la aclamamos, la amamos, ¡es sublime!, nos escogió entre todos los de la tierra, ¡es nuestra reina!, es excelsa, son nuestra alegría, nuestra riqueza y tesoro, ¿quién intenta derribarlas de su trono?, son nuestro lote, nos sacian…

 

El Padre Báez.

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(*) Se trata de la meditación de un ateo, de un panteísta.

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