jueves, 5 de junio de 2014

colapso


Las tabaibas nos colapsan…
 
… y llenan de miedo al pobre campesino, que por su culpa, no pueden tocar el campo. Es, como si al campesino, le rondara la muerte; ya no encuentra caminos por donde andar, las tabaibas los obstruyen todos; además se comen cercados, fincas, cadenas, etc. Pero el verdadero camino, que es el trabajo, la agricultura, la ganadería, éste está vetado, cerrado, prohibido, porque a la todopoderosa tabaiba, no se la puede apartar de ningún sitio, y ella ya lo copa todo. Ha desaparecido la sonrisa y la alegría en el campo, en la isla. Es imposible entender el planteamiento del cabildo y su defensa de una planta dañina y maléfica, sin más provecho, sino el de las sanciones y multas. Y, si este es nuestro presente, ¿qué futuro nos aguarda o espera? Solo tenemos la incertidumbre. Pero es evidente la paralización del campo. No se puede entender esta situación calamitosa a la que nos ha traído la tabaiba, y que no se la desproteja, para poder hacer lo que siempre se hizo: trabajar en la tierra, sin más con cultivo y ganados. Y lo grave y peor de todo, es que no se vislumbra una solución y salida de este caos. El campesino es el más pobre, de entre los pobres; ni siquiera asiste a Cáritas, le da vergüenza y algo saca de la tierra hasta sin cultivo, pero pasa hambre. El hombre del campo, es reprimido; obligado a no hacer nada, salvo a riesgo cierto y seguro de una multa. Varios para-ejércitos lo vigilan; algo así como una guerra soterrada, pero real. Si te mueves te tiro (te multo). Movimiento social alguno, con una población amedrentada, es imposible, irrealizable; ¡tanto es el miedo! El campo se empobrece cada vez más, a la par que las tabaibas se extienden más y más, sin freno y sin corte alguno. El campo se despuebla de campesinos, y se puebla de tabaibas. Esto, no se entiende, ni hay lógica alguna en este planteamiento absurdo y demente. Los campesinos, se quedan sin tierra, invadidas por las tabaibas…
 
El Padre Báez.
 
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Uno del cabildo me confesó (no sacramentalmente), lo que sigue. Por supuesto, no lo voy a descubrir, ¡faltaría más!:
 
“… yo saqué de campo una vez a un francés, que nos vendía los goros de plástico y también tocó una tabaiba amarga. Al rato de restregó el ojo y el pobre las pasó canutas, a pesar de ponerle agua abundante…”
 
¿X?
 
Otro me comenta lo que sigue:
 
Buenos días Padre.
Pues tendríamos que buscar un remedio farmacéutico para hacernos ricos y sanar vidas gracias  a las Tabaibas. Así al menos logramos tener excusas argumentadas de su extensión.

Un saludo.

C. N
.

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