viernes, 27 de junio de 2014

basura


Cuando digo tabaibas, digo…

 

… tabaibas, pero hay que ser muy -con perdón- tonto, para no darse cuenta, que me refiero a más, y que la pongo como sustitutivo y generalidad de todas la hierbas (u arbustos) malas protegidas; y así, entiéndase sinónimo de tabaiba, todas las basuras protegidas. Les voy a enumerar algunas (pero discúlpeme el lector no se lo de en latín, pero lo hago, para no caer en la cursilería y en la idiotez, de los técnicos sabios botánicos):

Tabaibas, como ya sabemos, y no vamos a repetir sus “bondades”

Retamas, que lo llenan todo de amarillo en primavera y de tronquera impenetrable todo el año, y junto con las tabaibas, copan terrenos de cultivo hasta hace poco. ¡Ni las toques!

Escobones, comida para cabras, ovejas, vacas, conejos, etc., hoy lo llena casi todo a la par de las dos anteriores, y en primavera parecen almendros invasores en flor o retamas blancas, y son sus blancas flores, que ahora a nadie alimentan y, ¡no cojas ni un gajo!

Cañas, que alimento como los anteriores de animales, cañas y carrizos, hoy invaden cercados de papas en otros tiempos, avanzando hacia el interior del cercado, dado que siempre fueron controladas desde todas las orillas de los terrenos todos, los mismos que se los come y devora.

Zarzas, que moras aparte, golosina de otros tiempos, con su tinta negra y mejor zumo, hoy rellenando barrancos, cuando era también comida de animales, cerrando ahora el paso y como las anteriores, -aparte te puedas arañar- ¡míralas y déjalas, que protegidas, ocultan pajaritos y lagartos, que se los meriendan las serpientes!

Pitas, que separaban fincas y señalaban caminos, comida de los mismos animales más arriba citados, y que si te pica una vas a saber lo que es bueno, por eso y por protegidas, mejor si te alejas de ellas.

Tuneras…, y no sigo, porque me cansa y aburre el listado, pero mejor si lo resumo: usted -o tú-, no toques nada verde, y así se libra de multa y sanción.

 

El Padre Báez.

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Y lo llaman empleo verde, como si el empleo tuviera colores a no ser el negro, pero, metidos a poetas estos de los dadores de trabajos basura, llegan prácticamente a todos los rincones de la isla, si bien por el número, no llegan a uno por municipio, y así nos -o les- luce el pelo, que unos pobres enchufados a una cosa que se llama foresta, y que quiere decir reforestadores, o plantadores de basura -repito- andan dando brincos entre Firgas a Arucas, de Teror a Valleseco (donde no hay nada que reforestar, porque ya se encarga la propia naturaleza, pero ciegos estos, ni lo ven, ni se enteran), que muy beatos ellos van de santo a santo como de oca a oca y así de San Mateo a San Bartolomé, y todo ello con personal -nadie del campo- que en campaña -y no de guerra-, sino de pasar el tiempo, en lugar de dejar que lo hagan los pocos ganados que nos quedan, se empeñan en hacerlo ellos de forma infantil y minúscula o de ridícula limpieza, pues se dedican a limpiar monte y le llaman a eso reforestar, pues ¡toma!, y ello, no en una ladera sino en toda la provincia, con lo que alcanza a las otras tres islas, si contamos La Graciosa. Es decir toda una empresa más que faraónica, acción que corresponde a la cosa citada de la fundación foresta, que gracias a Dios terminaron ya la última semana de una campaña -repito, no de guerra- sino de reforestación, que es algo así como volver a plantar donde nada pega o prende, por el tiempo, el terreno y la poca o nula experiencia y por dificultades físicas del personal, como veremos más adelante, personal afortunado donde los haya, al tocarles en suerte a solo un pequeño grupito, no más de 17 miembros y miembras (más miembras que miembros), llamados trabajadores, cuando son gente en vacaciones todo el medio año, que les dura el chollo, es decir la friolera de 150.000 euros echados a perder, sin que europa ni nadie revise y controle la veracidad de dichas reforestaciones, que vueltas a ver con el paso de unos meses, nada pegó o prendió como ya queda dicho y repetido. Trabajos que han consistido entre llamadas telefónicas, cigarros, comidas, idas y vueltas, y la cháchara entre ellos, y descansos que en no sudados trabajos han hecho: limpiar, repoblar, regar, y todo ello tanto en fincas públicas como en las privadas, pues se lo comen todo, y cuando lo que pudieron plantar fueron árboles frutales, ¡quiá pallá, so burro!, plantas que den de comer ni una, sino: palos blancos, viñátigos, acebiños, fayas, brezos, laureles, barbuzanos, madroños, tarajales, y no sigo, porque me puede dar un infarto, pues ni un castañero, y menos un nogal, sino basuras (y es la 3ª vez que lo digo), y diligentes, raudos y veloces ellos, en acción empuercadora de la isla se han movido desde las costas a las más altas cumbres de nuestra más que desgraciada geografía, sin saltarse las medianías, para que acción tan maléfica como inútil tenga ejemplo por doquier. Eso sí, como son tan nacionalistas, salvo los madroños madrileños, todo lo demás es de la flora del lugar, germinadas -¡me salió fino!, ¿no?- en los viveros de basuras que tiene el cabildo, repartidos dando trabajo a otro puñado de pobres trabajadores en producir maleza, con lo cual gobierno de canarias y cabildo de aquí se dan la mano, pues al fin son lo mismo y de la misma planta, hablando de plantar hierbajos y la dicha maleza, total para nada. Que, el reducido -gracias  a Dios- pobre personal salido del paro, para parar la isla, no solo son trabajadores sino aprendices, ¡pues así habrán sido las obras!, obras de aprendices, que así pueden llegar al rango de profesionales o técnicos (¡y callen los ancianos y sabios del campo y pueblos!), en jornadas reducidas a media hora de trabajo, si es que llegan a los 30 minutos, si descontamos traslado, descansos, comidas, llamadas por el móvil, conversaciones entre ellos, el ir al baño o servicio, a defecar u orinar, si descansan y recogen, me parece generoso concederles media hora de jornada, que multiplicadas por seis meses, no se si llegan a un par de días en total, que no irán más allá de tres en el mejor de los casos, digo, que los formaban para cumplir con tan alto cometido a la par que ejecutaban, aprendiendo a usar maquinarias, técnicas, cooperativismo, y más cursos de parecidas características como las recién señaladas. Pero, seamos precisos y concisos, y digamos toda la verdad, y ello en cuanto al reducidísimo y minúsculo grupo de afortunados, los 17 plantadores y demás hierbas (o yerbas) que provenientes de un largo paro, hasta que fueron contratados para andar entre riscos y barrancos, alturas y peligros, no a jóvenes y atletas, sino a personas que pasaban los 55 años muchos de ellos, siendo más de la mitad señoras, que dejando sus faenas caseras o domésticas y en ellas a sus hijos en edad de trabajar, iban ellas, sin saber previamente lo que es una jose, y menos una azada, y si lo sabían, ignoraban cómo usarlas, por ser damas de la capital, donde ni azadas, ni joces, son útiles salvo que vinieran de los huertos urbanos. Pues, amigos esto es lo que hay, esto es lo que tenemos. En cuanto a los varones, en menor número de entre los 17, la procedencia de muchos de ellos más que ser del campo o hijos de campesinos, fueron llevados al campo viniendo ellos del mundo de la construcción. Pues así la cosa, ¿cómo van a prender o pegar lo que plantaron y además ahora abandonados al inclemente sol y calor del verano, y ya sin riegos?, y Europa sin enterarse, en dónde y cómo tiran el dinero por estos lares…


El Padre Báez.

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