domingo, 23 de marzo de 2014

leche, sin gofio


Leche tabaiba no le puedo dar…

 

… así vea los ojos de Dios: una madre pobre, me pide leche para sus cuatro hijos pequeños. Le dije no tenemos leche en Cáritas, pero que se la vamos a comprar, para que además de otros productos, su familia pueda comer. Lo triste es, que las que dan leche bebible o comestible, son las cabras, y con la abundantísima  hierba que tenemos, no se ve una sola cabra a la redonda, y en cambio, en lugar de la leche que saldría de las ubres de los animales lecheros, el cabildo nos tiene protegida, una planta que se multiplica cada vez más, cargando sus raíces, tallos, ramas y flores de leche, pero leche que de tomarla alguien por ser leche envenenada, se moriría , y no de hambre, sino por tomar leche que no se puede tomar. Curioso, que para esta leche envenenada y envenenadora, toda tierra es poca, y usted, ¡ni la toque!, y a las otras pobres (las cabras, ovejas y vacas), encerradas, siendo así que la leche de éstas es la que ha criado -con gofio- a generaciones y generaciones, desde los guanches y hasta hace poco. Ahora, cabras que dan leche, ningunas sueltas (y a las sueltas, ¡a tiros!, para acabar con ellas); tabaibas que dan leche envenenada, por todas partes y más. Esto, simplemente, es un mundo a revés, a no ser si nos damos cuenta, que la leche de cabras y otras, si la tuviéramos daría poco dinero al cabildo, mientras que la leche de tabaiba y las tabaibas protegidas sí que dan chorros, no de leche sino de dineros a las arcas del cabildo, por las multas que ponen por agresión o daño a las tabaibas, ya sea una que le impide el paso a sus tierras, u otra que usted arrancó de su terreno, para plantar millo, o lo que fuera. Pues, es lo que tenemos (con el silencio de un pueblo que vive no de la leche sino de fútbol y carnaval).

 

El Padre Báez.

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