jueves, 31 de mayo de 2012

Volverán

Volverán:

Y no me refiero, “a las antiguas golondrinas”, ¡ni mucho menos!

Sucedió, que le decía (un servidor, por no poner y decir “yo”]) a una de las últimas pastoras, que lo de la profesión de ella, tanto como la de su marido -y ello de generaciones y generaciones anteriores-, que eso tenía que volver...

Que, con el hambre que hay, los hay que teniendo una cabra con el ubre a reventar, se moriría de hambre, antes de sacarle una gota o n chorro de leche a la cabra, por no saber ordeñarla, y que bla, bla, bla...

Uno de los dos amigos que me acompañaba, dijo: “¡antes le arrancan a pedazos el ubre al animal, que una gota de leche!” Y, es el caso, que el campo –muerto de risa- espera, espera, se le atienda, para darnos generosamente: la comida, trabajo, sabiduría, alegría, paz, amor, oración...

 Nada digo, de otras tantas faenas, cuyos enunciados en verbos, a más de uno, le haría ir al diccionario, y hasta es probable no encuentren allí sus significados.

Que no he dicho –y poco importa- de dónde y cómo se llama “mi pastora” (no, no es por cierto Lolita, la que tiene una calle a su nombre, en el Lomo de los Frailes, en Las Huesas); que esta otra, es del norte, y no es “Dolores” su nombre, aunque por ellos pase, dada la edad, años de trabajo, apretando queso, y aguantando fríos y trabajos sin fin (aún ahora, convaleciente y cargada de años, sigue), que se llama Francisca, la pueden llamar Paquita, Francisquita, Panchita..., ¡es lo de menos! Es, una poetisa nata, y recuerda cuartetas..., que, lamentablemente, se llevará a la tierra...

... que hablando sobre la vuelta al campo, dada la crisis y hambre, paro y suicidios, va y me dice:

“¡Oiga, Padre, sí que volverán, pero no lo verá usted, ni yo; volverán, cuando hayamos desaparecidos todos nosotros, y entonces, tendrán que empezar de nuevo, porque no sabrán hacer nada, ni habrá quién les enseñen algo!”

Pues, dicho queda; y a mí, me pareció: “voz profética”. Volverán, sí; pero no lo veremos nosotros. Por mi parte añadí: mientras duren los padres y las pensiones de los abuelos, podrán seguir escapando; entonces, cuando se queden sin nada, volverán, y no habrá a quién preguntarle cómo se hace esto o lo otro, a qué fecha y tiempo..., y tendrán que aprender, a base de equivocarse, y empezar de nuevo.

El Padre Báez.

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