lunes, 14 de mayo de 2012

Isla desierto:

En esto, se está convirtiendo –desgraciadamente- nuestra isla tabaibera: ya no se siembra ni planta en ella (salvo más pinos). Ahora, los corredores del mundo, se dan cita, para atravesarla corriendo, sin más. La isla, como un campo donde correr: un desierto, donde no se ve un animal, ni nada cultivado. Solo gente corriendo, como locos, sin poder fijarse, ver ni disfrutar del paisaje, ni de belleza alguna.

Ahora ya somos la isla terapia, para los que vienen a correr, a hacer deporte de montaña. Gente venidas ¡Dios sabe de dónde!, de todas las edades y profesiones, se dan cita, en una isla que se ha convertido en una pista para correr. ¡Si resucitaran los muertos, que la trabajaron y nos la dejaron echa un vergel!

Fenómeno este mundial, que ha encontrado un paraíso, pues el terreno todo abandonado es propicio, para estos que acabarán con un calendario, en que correrán una semana unos, y otros en la otra y así todo el año, todos los años. Triste final, para una isla que daba de comer al mundo y ahora es una pista para correr.

Mentira disfruten del paisaje, pues para correr se mira al suelo, y si te paras te adelantan y quedas atrás perdiendo puntos y tiempo; así que veloces y sin parar, asfixiándose, como caballos que en sus cuerpos dejan esas carreras de infarto (y lo digo con todas las letras): fuerzan tanto la máquina, que el final no puede ser bueno, ¡ni mucho menos! Somos pues, la antesala de la muerte. ¡lo que nos faltaba!

No faltan los simplones o totorotas, que se paran para verlos correr, mientras les aumentan la obesidad y los aplauden ¡es, que “semos” así! Total, nuestra isla, para aventuras. Somos la isla de la ilusión, de los placeres, de la felicidad, de los sueños (correr, correr, correr...).

Cierto y verdad, es: que se agotan, no pueden respirar, se deshidratan, vomitan, se golpean, se caen, resbalan, se quedan sin fuerzas, se machacan, sufren, se lesionan, se cansan, abandonan, agonizan, alucinan, parecen robots...

Me pregunto: ¿de qué escapan?, ¿qué buscan?, ¿qué sienten?, ¿qué descubren? Descubren una isla que es un desierto: el campo vacío de personas y de agricultura; con un pastor, no se cruzan..., ¿qué se llevan? ¡Son como bestias! ¡No, no; esto no es salud!

El Padre Báez hace yoga cada sábado de 13,00 a 16,00 horas –con un grupo que nos reunimos para ello), y pasea todos los día media hora, después de almorzar (y salgo de arqueología, por las montañas, pero de otra forma).

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