lunes, 28 de mayo de 2012

mastruche

“Mastruche”


Un sábado cualquiera, como todos los sábados, los mayores, mezclados con los jóvenes, se dan cita en la Plaza de Cazadores (Telde), y antes y después de la Misa, los corros, la charla, los saludos, los recuerdos, la comunidad, en ese tomar el sol o buscar la sombra –en sendos bancos- se habla, se ríe, se fragua la amistad, la unión..., y en esto Pepe (José), que recordando años atrás, cuando en su infancia y juventud, iba a buscar –dice- mastruche...

Pregunto -interrumpiendo la conversación-: ¿qué ha dicho? Y me responde: mastruche; pero, –insito-: ¿eso qué es? A lo que tanto él, como las cuatro ancianas, que con otras personas de mediana edad, con  jóvenes, y hasta niños, sorprendidas por mi desconocimientos del término o palabra, en corro y a una, dicen –pisándose-, y sobresale la voz de José: me enumeran –cada uno por su lado en revoltijo (difícil de recordar), las distintas hierbas y matojos, que formaban el mastruche.

Pues, se trata –esta es la definición que me dieron: “una mezcla de muchas yerbas (hierbas), y comida para los animales”. Es decir, iban a segar o coger comida para sus vacas, cabras, ovejas, etc., y todo ese revoltijo de variadas y distintas plantas, forman el mastruche.

Y ávido uno, y curioso por rescatar de los que muriendo, se llevarán a la tierra tanto y tanto, les pido, me enumeren esas diversas plantas y hierbas, que forman o conforman el mastruche (y fue aquí, donde más se pisaban). Acerté a retener algunas, y lástima de una grabación, y aquí les enumero una pocas:

Cerrillo (lo conozco),
cerrilla (no la conozco); no sabía existiera,
teera (sí, sé lo que es),
alpíspera (no, no sé lo que es); nunca la había oído antes,
yerbarisco, (tampoco lo conozco); aunque me es familiar,
zumaque (primera vez que lo oigo); ésta es totalmente nueva,
tajinaste (éste, lo conozco),
vinagrera (también la conozco), l
lechugones (lechugones, también sé lo que son),
mayos (también los conozco),
etc.

Todo ello, debía ser un buen haz (“jase” [a no ser que se llevara una cesta]), de comida para delicia de los animales. Por supuesto, no están todas las hierbas; por lo menos las cuatro últimas sé que están protegidas. Me figuro que las que no conozco, también (y más cuando según me dicen solo se dan en la zona, por el barranco de Ingenio y por esa banda o lado.) Y es el caso, que ya es grave, uno no conozca toda la flora que tenemos, y curioso, que a pesar de los animales desde que el mundo es mundo, esas plantas hayan llegado a nosotros, sin temor a perderlas; y sin necesidad de protección alguna (porque ya se encargaban los campesinos, y los mismos animales de no extinguirlas los primeros, y de reforestarlas o transportarlas y trasplantarlas los segundos).

Es decir: antes, se cogía de todo; ahora, no te dejan tocar nada. Antes, nada estaba protegido, y nada se perdía o desaparecía; ahora, tienen todo protegido, y es ahora, cuando está desapareciendo .

Ahora, en la zona solo se ven retamas (Cazadores); repito: solo se ven retamas. Pena, que generaciones actuales y las por venir, no tengan acceso a esta tradición, usos y costumbres de nuestros antepasados más recientes, vivos aún, y que nos pudieran enseñar tanto y tanto.

Hoy, precisamente, vuelto del paseo diario de después de almorzar, venía pensando –al ver el plantío multimillonario de cuadrillas y meses, con años repetidos, plantando basura, en donde dictaban: biólogos, naturalistas, botánicos, ingenieros, etc., etc., y hubiera bastado un solo anciano, para que le dijera a todos esos “subnormales sabios”: “¡ay no pega ná deso, cristiano!”; pero desprecian la sabiduría de los ancianos, y se quedan con la de los libros y de gente nacida en el asfalto, sin tener idea, dónde, cómo, y cuándo se planta algo. No les pegó, absolutamente nada de los millones de plantas plantadas. ¡Qué distinto, si los guiara un hombre del campo!

El Padre Báez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario