Todo para las tabaibas…
“… el árbol del campo dará su
fruto, y la tierra dará su cosecha… no volverá a haber muertos de hambre… ovejas
de mi rebaño…” (del libro del profeta Ezequiel 34, 1-6. 11-16.
23-31).
“… andamos siempre entre las
manos de los ladrones y los dientes de los lobos feroces…” (del sermón de san
Agustín, obispo, sobre los pastores).
“… un novillo… una cría…”
(del salmo 28).
“… que trabajen con
tranquilidad para ganarse el pan…” (de la segunda carta que san Pablo escribió a
los Tesalonicenses 3, 10b-13).
“Oh Dios, Padre lleno de
bondad, tú has querido que los hombres trabajáramos de tal forma que, cooperando
unos con otros, alcanzáramos éxitos cada vez más logrados, ayúdanos, pues, a
vivir en medio de nuestros trabajos sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos
de todos los hombres…” (de la oración de Tercia, del lunes
I).
“… dueño de la viña y de los
sembrados…”( de la oración de Sexta del lunes I).
“... a lo que sembramos dale
crecimiento...” (del himno de Vísperas del lunes I).
… que es usted dueño de un terreno, comprado o heredado
y no es suyo, porque no puede tocar nada en él, salvo que te busques la ruina. Y
ello, porque sentados en sus oficinas medioambientalistas, con rotulador y mapa
delante de sus narices, pasan rayas por donde les sale de donde ustedes saben,
les ponen colores al mapa y declarando las distintas coordenadas y arco iris de
nombres rebuscados, de si zona tal, zona cual, etc., como usted toque algo
dentro de los suyo -se lo repito-, se busca la ruina. Que con lo del helicóptero
sembrador de semillas aprovechando nadie hay por la zona, y por el mapa de
colorines declarando distintos espacios de máxima-máxima protección, usted a lo
suyo no puede ni entrar, mucho menos plantar algo o arrancar algo, y ello,
porque lo suyo, que ya no es suyo, es de y para las tabaibas y cuanta maleza
Dios haya creado, que se te llena todo de basura, y usted -repito de nuevo- ¡ni
se atreva a tocarla! Con lo cual lo suyo es suyo de derecho, pero no de hecho,
que de hecho es del cabildo que ha declarado lo suyo intocable y ellos lo
destina todo-todo a la basura y a la lechosa tabaiba, que dueña y señora de la
isla la va copando de su mala leche, que si le pringa le deja ciego, y si le
mancha la ropa, ¡tírela!, porque no hay detergente que la vuelva a su estado
primigenio. Y estas son las que tenemos, que si tienes tierra, no es tuya aunque
es tuya, pero como si no la tuvieras, porque te la siembra el cabildo y
declarándola “x”, “z” o “y”, ya no la puedes ni pisar, porque como pises una de
sus basuras, te espera cara multa, cárcel o la soga si imitas a los que se han
ido de este mundo huyendo del seprona y del miedo ambiente, que aunque no te los
cuentan como los que se ahogan o por carretera, los míos (los que se suicidan),
les gana a unos y otros, y todo porque el ladrón cabildo se hace con esta
estrategia con y de toda la isla. Más que ladrones, y sobre esto el silencio
cómplice de los medios de no comunicación social a no ser que te cuenten el
último peo del peor de los jugadores sean de fútbol, o ahora ya más de, balón
cesto, también del hijo del del cabildo. Es, que esto no hay por dónde cogerlo.
Acabaremos todos en un campo de deporte porque lo que son los otros, habrá que
verlos de lejos, y entre otra porque las tabaibas no te dejarán caminar por
él.
El Padre Báez.
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Este
correo me encanta. Léalo y verá tiene miga:
“Fernando, un buen día y
después de un rato de oración he leído con gusto tu narración. Hoy te has
portado como un santo y has sido un buen clarinete... méteme en tu oración y a
seguir hasta que el Maestro nos cambie de sitio que estaremos mejor... marcho
para... sabes que… ¡Buen día! (P)”.
Nota: hay cosas que son personales, por eso lo dejo en
puntos suspensivos; les pido disculpas
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