Compañeras de las tabaibas…
“… lo que tu siembras… al
sembrar… se siembra… trigo, por ejemplo… se siembra…” (de la primera carta del
apóstol san Pablo a los Corintios 15, 35-37, 42-49).
“… salió el sembrador a
sembrar su semilla. Al sembrarla… la semilla…” (Jesucristo: Lc 8,
4-15).
“... germinen como hierba… y
florezcan… crecerá… se alzará… plantado… crecerá… seguirá dando fruto… lozano y
frondoso…” (del salmo 91).
“… un becerro de tu casa… un
cabrito de tus rebaños… carne de toros…” (del salmo
49).
“… los padres comieron… los
hijos… no come en los montes…” (del profeta Ezequiel 18, 1-13,
20-32).
“… una nueva tierra…” (del
himno de la Hora intermedia del sábado IV)”.
“... cuando sembramos...
cuando regamos... con las gavillas en las manos levantemos el corazón...” (del
himno de las I Vísperas
del Domingo).
… son las cañas, que devoran, se comen y tragan
cercados, orillas de las cadenas, sembrados, laderas, barrancos y colonizan a la
par que las tabaibas las cada vez más escasas tierras donde en otros tiempos se
plantaba millo, papas, calabaceras etc.
Le siguen las zarzas, que con humedad y sin ellas, por
barranquillos y orillas de bocaos y llenándolo todo con su silencioso galopar,
esta enmarañando, enmagullando y breñando cuanto está a su alcance, que es la
isla entera y ya compite con tabaibas y cañas en el dominio terrícola de esta
más que maldecida isla por parte de los políticos, que bendecidas por Dios fue
dada al pueblo más laborioso del mundo, pero que por mor del balón cesto y el
fútbol, drogados y descerebrados no ven sino goles y canastas en lugar de coles
y castañas.
Le va a la par a las anteriores, las amargas retamas,
que mezcladas de escobones y otras marañas –basuras las llaman a todas (¡y a
más!) los cada vez menos y ancianos pastores-.
Se suma a lo anterior (tabaibas, cañas, zarzas, retamas,
etc.), las altavacas, las cañalejas, los lechugones, los mayos, las varas de San
José, y una caterva de arbustos y hierbajos, que cada vez, hacen más difícil
transitar por la isla. Y conste me olvido adrede de tajinastes, de veroles, de
vinagreras, de… ¡del coño su madre!, porque es que está la isla falta de árboles
frutales, de hortalizas, de granos, de verduras, y sin embargo, nos la tienen
con toda esa corte verde acompañando a la vil tabaiba, que lo llena todo, lo
inutiliza todo, lo envenena todo, lo coloniza todo, y ello sin freno, porque en
el cabildo importa más el balón cesto (¿y por qué será?), que en hacer que la
tierra dé de comer a sus habitantes, pero no: ellos lo importan todo, y ello
aunque no sepamos ni qué comemos, que les deja buenos réditos, y como
complemento las multas que cobran a desgraciados y desaprensivos campesinos, que
en su ignorancia al no tener en casa la lista (con fotos) de las plantas
protegidas (todas, menos la hierba seca, y no toda), ¡multas que te pego (en
plural)!, que hace nadie de un mochazo y menos salga con la jose a coger el puño
de yerba pa la cabra que ya no tienen, porque le obligaban: libro, matrícula,
zarcillos, bola en la panza, higiene en la choza, cuadra o cueva, en fin que es
lo que hemos votado y no botado: un cabildo que arruina y desgracia la isla
superprotegida, menos de turistas y otras hierbas.
El Padre Báez.
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Es bueno no olvidar; lean,
lean…
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