Del campo de las tabaibas…
“… vuelva a sembrar…” (del
salmo 9 B).
“… y habitaréis en la tierra
que dí a vuestros padres… llamaré al grano y lo haré abundar y no os dejaré
pasar hambre; haré que abunden los frutos de los árboles y las cosechas de los
campos… esta tierra desolada está hecha un paraíso…” (del libro del profeta
Ezequiel 36, 16-36).
“… la hoz del labrador…” (del
sermón de san Agustín, obispo, sobre los pastores).
“… no es lo que está roto
Dios
ni el campo que él ha
creado;
lo que está roto es el
hombre
que no ve a Dios en su
campo…” (del himno de la Hora intermedia del martes I).
“… un árbol plantado junto al
agua, que junto a la corriente echa raíces, cuando llegue el estío no lo
sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar
fruto…” (del libro del profeta Jeremías 17, 7-8).
… ¡nada! Que va usted y coge uno de los periódicos
cualquiera, ve la tele (cosa que hace más de un año que no la veo), o escucha
algo de radio (mientras desayunas, almuerzas o cena), y del campo-campo, ¡ni
jota!, nada de nada. Sin embargo, nos llenan de otros campos de césped o de
parquet o como se diga. Y es el caso, que de esta forma no hablando, ni
enseñando, ni diciendo algo del campo, como si no existiera, y ello por omisión
o desaparición del ámbito noticiero, que sí lo es el ya cercano carnaval, y las
crónicas de las más de mil fiestas por estos campos benditos de Dios, por donde
se pasean la autoridades (¡qué vergüenza!), detrás de las procesiones y delante
de los cristianos. Que da pena y mucha pena, que el campo que nos daría de comer
y hasta de sobra, y hasta trabajo por demás, nada te digan y sí cuanto ocurre en
campos con o sin césped donde saltan y
corren unos cuantos señores cuyas declaraciones son mayores que la de filósofos,
políticos o el mismísimo Papa Francisco, y todo porque ganaron en puntos o
metieron un gol. Pena de medios de comunicación sociales que nos comen el tarro,
nos lavan el cerebro, nos idiotizan y hacen ver deporte sin mirar a la crisis,
la solución del paro y la comida en el campo silenciado. Y es que si de los
únicos campos de los que podemos comer son los de deporte, ¡estamos apañados!
Porque si al menos dieran al campo de los campesinos (entregado del todo a las
tabaibas), una centésima parte de lo que dedican a los campos de deporte, ¡otro
gallo nos cantaría!, pero es que ni eso, Nada de nada del campo-campo, y todo de
los otros campos que no dan nada, sino idiotizarnos y embobecernos. Simplemente,
es señal del interés que les causa el campo-campo, mientras otros campos
cultivan para nosotros, entretenidos en los de deporte. Unos tanto, tantísimo y
otros, tan escasos y mínimos que nada de nada. Y total ¿para qué, si los containers y los barcos nos llenan de
veneno y nos arruinan y matan? Campos de fuera, campos de Castilla que dijera
Don Antonio Machado… y es que en el fondo dependemos de fuera, de ellos, de...
¿Ni siquiera en la comida somos libres?, y es que nos tienen agarrados por el
estómago. ¿Independencia, de qué? ¡Si estamos amarrados a las tabaibas!
El Padre Báez.
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De la invitación para mi participación en un programa,
esto es lo que me dice:
Muchas gracias,
Padre.
Lo llamamos a su teléfono
fijo a las 20:30 hora canaria, ¿puede ser a esa hora?, este viernes
26.
Ya que vamos a hablar del
envenenamiento del campo canario con la indiscriminada "protección de la
tabaiba", me parece que dado lo preocupante del tema, podríamos tratar de su
contrapunto mental, el envenenamiento de la juventud canaria con las drogas.
Ambos envenenamientos (el del campo y el de los cuerpos y espíritus)
consentidos, si no incentivados por nuestras principales autoridades.
Introduzco este tema, Padre,
porque me llegan preocupantes noticias de la proliferación de los llamados
"clubes cannabinoideos" donde se trafica con marihuana y se introduce a menores
de edad en su consumo a plena luz pública y ante el consentimiento total del
ayuntamiento de Las Palmas de G. C. Qué le parece tratar también este
tema?
Nota del Padre Báez: Por
supuesto, no creo esto último, pero trataré también ese
tema.
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