Presiden las tabaibas…
“… en un administrador lo que
se busca es que sea fiel…” (de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 4, 1-5).
“… es como un desierto… como
una hiedra sobre un árbol cortado…” (del himno de Laudes del viernes
II).
“… los campos no dan
cosechas… se acaban las ovejas del redil y no quedan vacas en el establo…” (del
Cántico de Ha 3, 2-4. 13ª. 15-19).
“… plantarás viñas en los
montes… y los que plantan cosecharán…” (del profeta Jeremías 30,
15-31).
… y somos sus súbditos, a ellas estamos sujetos.
Presionados por las tabaibas, nos presiden las mismas. Ellas son las que lideran
la suerte de las tierras; todas, para ellas. Nosotros, ¡fuera! Ningún acuerdo de
paz es posible con ellas. El enfrentamiento con ellas, es más que violento. Ya
han conseguido bastantes muertos (suicidios por multas y prisión, por sus
culpas). Y más que habrán, porque siguen y a peor los ataques contra humildes y
sencillos campesinos, a los que les quitan o roban sus tierras, inutilizándolas
y sin poder cultivar algo para comer. No hay pactos, ni treguas. Tabaibas y
campesinos son rivales; no se pueden ver las caras; siempre ha habido entre
ambos hostilidades. Los soldados del cabildo por órdenes superiores, no ponen
fin al combate, los mismos que no permiten que los dueños o propietarios de sus
tierras las puedan cultivar, pues han de quedar libres para la expansión
desmedida de las tabaibas. Ningún avance se alcanza sino el da las tabaibas que
no paran de multiplicarse, con total permisividad y protección cabildicia. Nada
se cultiva, se pierden los caminos; y ningún papel juegan las tabaibas (salvo
las multas que se cobran por sus daños o cortes). Es esta, una guerra, a la que
no se le pone fin. Nadie impulsa un proceso para limitar las tabaibas e iniciar
su corte y desaparición, dejando eso sí una reserva, iniciativa esta que se hace
largo ya la espera, pues el campesinado todo se opone a lo que considera(mos),
un golpe de estado, sin juez que sentencie la libertad del campesino
enclaustrado en sus medios sin poder pisar su propia tierra o/y propiedad.
Conflicto este que va de largo, sin un fin en el horizonte. Y ello, a pesar de
la actual crisis, que nos mata de hambre. Nadie nos defiende. Los campesinos, no
se rebelan (¡tanto es el miedo!). El cabildo sigue atacando, por tierra y aire,
con tropas oficiales, que actúan acosando a los campesinos que se salgan del
escondite y hagan algo. Vivimos en un estado de violación permanente del derecho
humano a trabajar y comer de la tierra. Sabido es, que la leche de tabaiba no es
bebible y con ella no se puede hacer -tampoco- queso (tampoco se sabe tenga
alguna propiedad o utilidad). Nada se hace para que cese la represión que las
tabaibas ejercen sobre la población isleña o insular (antes “Gran Canaria”, y
ahora “Gran Tabaibal”).
El Padre Báez.
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Ánimos sí que me dan. Ahí va un
ejemplo:
Hola Padre Báez. ¡Qué bien,
qué bueno con tus comentarios! ¡Biennnnnnn…!
Ya veo les das mucho
curro...
¡Adelante, mucha
fuerza!
Muchas gracias. (J. A.
V.).
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NOTA TRÁGICA:
Me llama alguien del Norte (obvio su
nombre y lugar), y me dice anda un helicóptero, dando vueltas sobre un pobre
desgraciado que con 400,00 € y cuatro hijos, en paro, intenta hacer algo en la
tierra. El helicóptero ha dado ya la décima pasada sobre el mismo, para mandar
al sepro o al miedo a multarlo, si comete alguna irregularidad (por ejemplo
cortar una tabaiba, o mueve una piedra para reconstruir una pared caída). Para
eso sí tienen dinero: para perseguir a un pobre agricultor, a quien pretenden
sacarle hasta el dinero que no tiene. Pues, ¡se quedarán con su tierra! Más que
canallas, ladrones.
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