Nos secuestran las
tabaibas…
“… y hubo una gran hambre en
todo el país…” (Jesucristo: Lc 4, 16-30).
“… Padre lleno de bondad, tú
has querido que los hombres trabajáramos de tal forma que, cooperando unos con
otros, alcanzáramos éxitos cada vez más logrados…” (de la oración de la Hora
intermedia [Tercia]).
“… ayúdanos a soportar el
peso del día y el calor de la jornada…”
(de la oración de la Hora intermedia [Sexta]).
“… dos lecciones les doy
todos los día: una consiste en reprender sus vicios, otra en exhortarles a progresar en la adquisición de virtudes…”
(Del libro de la Imitación de Cristo [Libro 3, cap
3]).
… ese gran número de tabaibas (incontables), nos tienen
retenidos, tenidos, frenados, acabados. Cada vez son más, el número creciente de
nuevas y jóvenes tabaibitas, que crecen y se multiplican copando masivamente el
terreno que colonizan y empobrecen envenenándolo todo (personas, aire, tierra,
aguas, etc.). Es, como si las tabaibas pertenecieran a Boko Haran (sinónimo de
cabildo [el seprona y el miedo
ambiente]), que como en Nigeria,
aquí, nos tienen condenados. Se trata (ambas), de violencias, se trata de una y
otra vez, reincidir en lo mismo, y desde hace ya demasiado tiempo, y siguen
(ambos [los citados y las tabaibas]). Y es, que les es común y propio el
caracterizarse (ambos) por la labor terrorista que llevan a cabo o tienen entre
manos. En el fondo, no es sino al negar todo permiso y multar por todo, faltando
al respeto a la dignidad (no hablo de niñas secuestradas –que también- sino) de
pobres víctimas campesinas (campesinos), que como personas que son, tienen sus
derechos y se los han usurpado, quitados y multados. En el campo, como en
Nigeria, se trata de víctimas inocentes: allí niñas y mujeres, aquí mayores y
gente que no saben hacer otra cosa sino cuidar de la tierra y de los animales, y
se les prohíbe e impiden ejercer lo único que saben hacer, y ni siquiera se les
permiten pasen sus conocimientos y sabidurías a generaciones jóvenes, de cara en
un futura mantener nuestra tradición y señas de identidad. Pobres ancianos -ya
no quedan sino viejos- que inocentes, cuales niños, son vulnerables por la edad
y circunstancias (miedo, terror, acoso, castigos, etc.), y sobretodo indefensos,
toda vez que salvo esta voz en el desierto (la de un servidor), nadie aboga por
ellos, y son el olvido de la sociedad, medios, política, etc., y nadie se atreve
a condenar de forma categórica y
enérgica tal atropello, igualado al citado más arriba, al comienzo. Duros y sin
corazón, se apenan por las primeras, y se olvidan de estos desgraciados
nuestros, que sufren más que aquellas, y desde hace más tiempo, sin ver
horizontes de liberación o libertad, sino la muerte agónica y desaparición de la
vida que supone toda actividad campestre al día prohibida y castigada, pues todo
el terreo es poco si de la propagación -sin sentido- de la maldita tabaiba se trata, protegida cual
si fueran los ojos de Dios. Horror es lo que padece el campo, que no es
comparable con el otro. Ya que se hace sufrir al campesino en su cuerpo, en su
mete, en su espíritu, en su familia, en su propiedad, etc. Y es el mayor
sufrimiento: la humillación. Al no permitirle una cabra (perros, ¡todos los que
quiera son pocos!), ni plantar un olivo, si para ello tienen que arrancar tres
cerrillos, y previamente pedir permiso, permiso que le niegan, porque los
cerrillos valen más que las aceitunas. ¡Coman cerrillos -como cabras-, los
hombres! Y nadie condena este tipo de acciones de un grupo tal a la orden
cabildicia de: ¡a por ellos!, ¡no quede ni uno!, ¡todo de
tabaibas!...
El Padre Báez.
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Uno más entre tantos, que
como ven da ánimos (aunque exagera):
Estimado Padre
Báez:
Sigo con sumo interés todas
las noticias acerca de sus publicaciones, comentarios y escritos. Preciso, todo
lo que internet me permite saber al respecto.
Soy un admirador profundo
suyo, no le llego a usted ni a la suela del zapato en erudición, sobre el tema
de la agricultura y ganadería, y cultura de los antiguos canarios. Ha sido a
partir de este interés gracias a usted, que difundo sus ideas entre mis amigos
y contactos, principalmente en la isla de Gran Canaria. La última vez trate de
ver como saber de usted, pero no logré localizarlo. Mala suerte, a ver si la
siguiente ocasión, ahora en septiembre tengo la suerte de expresarle las gracias
por lo mucho y bueno que ha estado haciendo usted para la difusión y defensa del
campo y los campesinos.
Padre Báez, me gustaría saber
si hay alguna manera de seguirle a usted por internet en algún grupo de
noticias, foro o similar, donde se pueda mantener comunicación con cierta
regularidad.
Aprovecho para mandarle un
muy cordial saludo y darle de nuevo las gracias por esa pasión y conocimiento
que pone transmitiendo la herencia y la memoria de uno de los pueblos más nobles
y heroicos como lo fue el de los antiguos canarios, al presente tan denostado
por los políticos que tenemos.
P.
C.
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