jueves, 6 de febrero de 2014

celo cabildicio


Proteger, ¿qué?...

 

… lo que esté a punto de desaparecer o aquello -si se trata de hierbas- la que esté en peligro de extinción o lo que técnicamente se llama “endemismo”, pero proteger aquello de lo que rebosa la isla y se las encuentran en todas-todas partes, como que no tiene sentido, usted. A no ser que sea la vaca a ordeñar, y que sí da mucha leche, y no me refiero a la de la tabaiba -planta sagrada o divina- sino la de la sangría por multas por daños a ella (la tabaiba), que engrosa sustanciosamente las arcas del cabildo. Y es que -salvo la razón antes dada- es de absurdo mayúsculo, que se proteja, precisamente aquello que se debiera dictaminar su reducción o el simple parar su extensión, porque es que a este paso, no se va a poder plantar nada de nada en esta tierra, al estar invadida por esa planta, que en serio ya, envenena y esteriliza la tierra, pues solo sirve para desparasitar la tierra, y cuando ésta ya está muerta, ¿de que nos sirve ese fitosanitario natural? Razones éstas, que repito, hacen que algún político o grupo político, se apunte el tanto y solicite de Bruselas, la desprotección de la tabaiba, por más que esto empobrezca al cabildo a la par que se enriquezca la agricultura y la ganadería canaria (ahora ya conocida y llamada “tabaibera”); aunque estoy seguro, ningún partido político emprenderá la guerra contra tal planta tan dañina, porque si le toca recabar en el cabildo, se les acabaría el chollo o el precio de la leche de tabaiba (porque -y ésta es otra-, si de ella se obtuviera algún producto, como que sí, pero que al estar protegida, ni siquiera producto alguno se puede obtener de ella, salvo la ceguera si te cae una gotita aún invisible- a los ojos, queda bien clara a la vista, es planta que no sirve para nada. Y en todo caso que en el Jardín Botánico tengan algunos ejemplares, ¡y listo!, pues, ¿para qué más? ¿Acaso comeremos queso de su leche o nos la bebemos? Que su puesto -como dice el Evangelio- lo ocupe un árbol que dé fruto.

 

El Padre Báez.

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