Tabaibas desesperanzadoras…
“… recibe Padre, la alabanza
del corazón que en ti confía y alimenta nuestra esperanza de amanecer a tu gran
Día…” (del Himno de Completas de después de las primeras Vísperas del Domingo y
de las solemnidades).
… las tabaibas, no nos van a sacar de esta ya larga y a
más, crisis que padecemos. Hay un enfrentamiento tal, entre campesinos y
cabildo, que es irreconciliable. En ningún programa político, y menos en boca de
ningún político la solución del problema, para poder volver al campo y declarar
la guerra a las tabaibas y poder arrancarlas sin ser multados y sustituirlas por
frutales y hortalizas, forraje o simplemente flores silvestres. Lo único que
crece, como las tabaibas, es el número de soldados cuales policías del miedo o
medio y otros y más, que tienen como único objetivo no dejar hacer nada al
campesino. Nadie sale en defensa del campesino (ya sea agricultor o ganadero,
ambos en franca retirada), nadie aboga en su defensa, sino en ataques por no
pedir permiso hasta para arrancar una pita que te pueda sacar un ojo, al tenerla
en la vereda o camino a tu casa. Parecen una secta contra la tradición y
costumbres de siempre. Atacan instalaciones, terrenos, corrales, etc. lo
controlan todo. Si te haces fuerte y se lo impides, al día siguiente, te vienen
en helicóptero y te lo controlan y multan desde el aire, con fotos incluidas, y
ni que narcotraficante fueras, o peligrosísimo delincuente al solo intentar
tener una cabra, sin zarcillos, o bola de acero en la panza, o cualquier otra
pijada. Y son ellos, los uniformados, los únicos que trabajan en el campo, pero
no la tierra, sino el acoso y derribo de todo agricultor o ganadero que lo
intente. Esta es, la tragedia que vive el campo. Se trata de una violencia pura
y dura, que fustiga a simples y buena gente del campo, sin cometer delito alguno
por los que pagan costosas multas, y a veces desilusionados y sin esperanzas,
con sus propias vidas (aburridos y cansados de tantos atropellos); son nuevos
Bentejuis, que repiten la triste Historia de no encarar al enemigo y derrotarlo.
Genética, al fin. Falta un líder, imposible negociación. Encima, no hay mediador
alguno. No hay negociación. No hay acuerdo. Violaciones constantes. Ningún
observador…
El Padre Báez.
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