Antes de las tabaibas…
“… tienen ojos para ver, y no
ven; tienen oídos para oír, y no oyen… prepara el ajuar del destierro y emigra…
a otro lugar…” (Ezequiel 12, 1-12).
“… desertaron y traicionaron
como sus padres…” (salmo 77).
“… no tenía dinero para
pagar…” (Jesucristo [Mt. 18,21-19,1]).
“… los siembras año por año,
como hierba que se renueva: que florece y se renueva…” (salmo
89).
“… pastor que apacienta el
rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las
madres…” (del Cántico de Isaías 40, 10-17).
“… el trabajo nos urge…” (del
himno de la Hora intermedia del jueves III).
“… ovejas de tu rebaño…”
(salmo 78).
“… la cepa que tu diestra
plantó… la han talado y le han prendido fuego…” (salmo
79).
“… preparan el asedio…
penetra, pisa y destroza impune…” (profeta Miqueas 4, 14-5,
7).
… las llamaban “Afortunadas”; después de las tabaibas,
“Las Desgraciadas, (o El Tabaibal)”. Al presente, se tapa u oculta aquel viejo
pasado, con destrucción, enfrentamiento, multas, muerte, tensión, miedo,
inseguridad, hambre, paro, etc., todo esto en lugar de dejar vivir del campo a
los campesinos y así lograr desaparezca la crisis. Y ello, a pesar de nuestro
enclave estratégico y privilegiado. Islas que tuvieron tantos pretendientes en
el pasado, y vino a la peor situación en el recién siglo XX. Cultivos y animales
desde la costa a la cumbre, y ello a la redonda. Los surcos y canteros, acequias
para el riego y los amontonamientos de piedras no ocultan ese pasado floreciente
de trabajo y cosecha, y tantas que hasta se exportaba al mundo (desde Estados
Unidos de América al Japón, pasando por Inglaterra, Holanda…). Hoy, todo es
pobreza, paro y hambre (¡y la misma tierra y clima!). Pero entró el cabildo a
sangre y fuego, y todo se apagó. Ahora, crecen pinos en lugar de higueras,
tabaibas en lugar de papas y millo (¡para el gofio, para que fuera de aquí, y no
ruso, francés o alemán [de donde nos viene el millo]!). Día y noche el cabildo
(seprona y Miedo ambiente) sobrecogen y sobresaltan el campo, al campesino, por
donde se pasean con móviles en mano y fumando. En los rostros de los campesinos,
signos de sufrimiento. El campo está ocupado por los ejércitos del cabildo, que
no dejan mover nada ni nadie, pues lo controlan todo-todo, que atracan y multan,
imponiendo sus leyes, que masacran a los campesinos, inseguros y asustados. Ya,
nada es normal. Se agrede al campesino, se asesina el campo. El mercado nos mata
con comidas o alimentos de procedencias desconocidas (mienten y las pasan como
si fueran de aquí, y aquí, ¿dónde se produce o cultiva eso?). ¡Hasta las
verduras, nos vienen de fuera! Las grandes y diversas firmas comerciales en sus
propias áreas, nos venden basura de sus países. Los precios son astronómicos, y
los sueldos de miseria. El comercio nos ahoga, con comidas de fuera, muy
baratas, pero sin la calidad de la de aquí (¡si la hubiera!), que es carísima al
no poder competir con la corrupción, y a las que todavía subvencionan en contra
de lo propio, que abandonan…
El Padre Báez.
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Un muy buen amigo, me recomienda lo que de cierto-cierto
tendré muy en cuenta, me dice:
“… cuida el día
y ojo a las tabaibas que tienen mala leche…” (P. M.).
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