Las tabaibas ¿fuente de
riqueza?...
“… como a un esclavo por la
violencia que coacciona…” (del tratado de san Hipólito, presbítero, Refutación
de las herejías).
“… te has hecho pobre… tu
pobreza…” (de las preces de Laudes del día 30 de
diciembre).
“… ¿hasta cuando he de estar
preocupado, con el corazón apenado todo el día? ¿hasta cuándo va a triunfar mi
enemigo?... que no diga mi enemigo: “Le he podido”…” (del salmo
12).
“… se han corrompido
cometiendo execraciones, no hay quien obre bien… obstinados, no hay uno que obre
bien…” (del salmo 13).
… las tabaibas, tan presentes en nuestra isla -y en
otras- habitan de forma extensa y homogénea nuestra más que desgraciada tierra,
precisamente por ellas. Y ello, sin que tenga importancia alguna en ningún
aspecto, pues ningún bien -¡ni siquiera el estético!- aporta, pues ni en
alimentación, ni en estiércol, ni en nada… es que ni siquiera admite un
reciclaje!, y es que -además- es un material venenoso, y solo se salva por ser
autóctona (¡pero que ni eso, ya que con tres ejemplares, en una reserva sería
más que suficiente!). Y no está ya en un lugar determinado o zona, sino que
copa, acampa y llena todo el territorio; no dejando espacio para ninguna otra
planta o especie del ramo floril; ella, totalitaria, absolutista, extensiva,
exclusiva, excluyente, soberana, soberbia… Al cien por cien, todo el mundo la
rechaza, la evita, todo el mundo huye de ella, y de ella se retiran todos y más;
su leche pegajosa, mancha y ensucia asquerosamente, estropeando ropas o vestidos
y arrancando el vello en su despegue. Y ocurre, que como está por todas partes,
no es fácil alejarse de ellas, porque te las encentras hasta en la sopa -es un
decir-. Es decir (valga la redundancia): vivimos entre tabaibas, rodeados de
ella por todos lados, ya que las tenemos al alcance de la mano -que por otra
parte nadie las toca- por todas partes (o lados). Para ellas toda tierra y clima
es bueno, y así por todos los rincones de la isla: la tabaiba y solo ella -como
queda dicho más arriba-. Nadie las visita, nadie goza de ellas, solo el cabildo
cobra por ellas sustanciosas multas a pobres campesinos que limpian sus terrenos
para plantar sus papas, les cae encima el sepro y el miedo (medio ambiente) que
se las cuenta y según el número de arrancadas o cortadas, la cuantía en multa,
más que salada. Ellas son -salvo para el cabildo- fuente de desgracia. Una
gotita invisible te cae en los ojos y te desgracian, te deja ciego tres días. No
son terapia para nada (salvo para lombrices en los perros, pero como los
veterinarios no las usan, por mor de vender sus otros productos químicos, que
por otra parte son más caros y menos eficaces). Así que nada curan, ningún uso
tienen, poder tampoco. Y, a pesar de ello, no ya millones y millones de
ejemplares, sino océano de ellas -repito- sin potencial alguno, solo su
presencia, sin más, porque, ni siquiera por estética (flores) se salvan o
justifican. ¡Ya se las transformaran en algo! y fueran así alguna riqueza, pero
es que ni eso. Si alguna energía (fuerza) tuvieran saldríamos de la pobreza en
la que la isla anda sumergida, pero es que no contribuyen en bien alguno,
poseyendo todos los males: esteriliza la tierra, ciega a los hombre, al que se
acerque a ella y la toque, es pegajosa suciamente, etc., etc. Y a pesar de ello,
no se la frena en su expansión y desarrollo, se las protege e impulsan. Son la mayor desgracia que
padecemos, al no ser un recurso para nada y nadie (salvo para el cabildo -como
queda dicho-).
El Padre Báez.
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A decir verdad, no es mala
idea:
Padre Báez, algún viaje de
turismo a Madeira y arrancar también allí las tabaibas; así las exterminamos del
mundo.
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