lunes, 14 de julio de 2014

asesina


Tabaiba asesina…

 

… asistimos a la muerte de la agricultura, y ello por culpa de la tabaiba que impide su desarrollo a la primera. Todo aquel que se arriesgue a cultivar algo, ha de hacerlo de forma clandestina, a escondida, con miedo, de noche, aprovechando la oportunidad. En este proceso, participa el cabildo de forma preeminente. Por atentar contra la vida de una tabaiba, puedes ser encarcelado y multado, cual si delito de gravísimo crimen o atentado ecológico se tratara. Ya la agricultura está cada vez más cerca del cementerio. Los campesinos pasan por un verdadero Vía Crucis, sin encontrar la paz. La agricultura, vive un arresto tal, que nada produce. Todo esto dirigido y orquestado por el cabildo. Nadie se arriesga a ser sorprendido por los agentes del mismo, que sancionan y multan por nada y por todo. De tal forma y manera, que lo mínimo que se cultiva, pasa por la clandestinidad y ocultamiento; son muchos los que han pasado por la cárcel, y otros tantos los que han conocido el suicidio, dejando viudas, huérfanos, etc., por no poder hacer frente a las multas (y cárcel), por intentar cultivar algo, sin permiso y abrir limpiando el camino de siempre a la tierra de pretendido cultivo, cosa que al fin no pudo, porque siempre al 100 %, es impedido y castigado. Ahora mismo, salvo testimonial y residualmente, no tenemos agricultura (tampoco ganadería). No se ve, ni se notan aires de cambio, sino a peor y a más. Lo que antes (hasta hace poco), era tierra de cultivo y de pastoreo, está todo frenado, todo se ha roto, lo han botado nuestros votos. El sector primario (o primero), está retenido. Los campesinos, se refugian en sus recuerdos y vivencias, nostálgicos y deprimidos. No creo legítimo ningún gobierno persiga al que intenta sobrevivir de la tierra, porque defienden las tabaibas antes que la producción de comida y otras leches (que no sean solo la de las tabaibas). Más de dos millones de habitantes, no pueden depender de la comida que les entra por contenedores y que no sabemos de dónde, ni cómo fue cosechada…

 

El Padre Báez.

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